Este es un artículo
del controversial periodista, Edmundo García, sobre los médicos cubanos que
deciden dejar la misión internacionalista en el exterior y, favorecidos por
medidas de inmigracion_USA que benefician a estos prefesionales de la salud para entrar a los EEUU; llegan al
Exilio pero no logaran reinsertarse en el campo de la Medicina. Incluimos este
articulo de manera integra en este Blog, siendo esta una opinión distinta a la
que hemos desarrollado en estas páginas…, a fin de cuentas la diversidad de
ideas enriquece.
Sobre
la historia y la leyenda de los médicos cubanos en Miami . Por: Edmundo
García
Existen
cirujanos de primera atendiendo teléfonos y llenando planillas y sin
perspectivas reales en el plano científico. Destinos torcidos que, casi
siempre, resultan menos amables de como los pintaron.
El pasado
sábado 21 de abril el Primer Vicepresidente cubano José Ramón Machado Ventura
reconoció el trabajo de los médicos graduados en Cuba hace cincuenta años en
circunstancias muy especiales; se trata de los llamados “Alumnos del
Centenario” o “Médicos de la Revolución”, que el 21 de abril de 1962 empezaron
a cubrir las necesidades de la salud en un país en que quedaban pocos galenos.
Respecto al número de médicos con que contó la revolución en un inicio, el
propio Comandante en Jefe Fidel Castro dijo en un discurso en Santiago de Cuba
el 27 de julio de 1983: “Nosotros teníamos 6 000 médicos al triunfo de la
Revolución, se fueron 3 000.
Con los 3
000 que nos quedaron y con los que hemos formado hemos logrado estos
resultados”. La política de sistemático robo de profesionales de la medicina a
Cuba había comenzado con el mismo triunfo revolucionario y se mantiene hasta
nuestros días, donde ha adquirido hasta una engañosa apariencia “legal”. Como
recordó el Viceministro de Salud Pública de Cuba Dr. Luis Estruch en el mismo
encuentro, unos 400 médicos de aquella promoción de 1962 permanecieron en Cuba
todos estos años ejerciendo su profesión con honestidad, alto nivel científico
y convirtiéndose ellos mismos, a través de la docencia, en formadores de otros
médicos.
El deseo de
reinstaurar el régimen derrotado condujo a un hostigamiento general que también
abarcó el terreno médico, no dejando otra alternativa a la revolución que
defenderse en dicha esfera, por lo que en los meses de septiembre y octubre de
1960 se produjeron nacionalizaciones de laboratorios farmacéuticos
norteamericanos en Cuba y las mayores “boticas”,
lo que provocó una intensificación de las restricciones del intercambio médico
con la naciente revolución. El gobierno
empezó a desarrollar entonces en el marco del naciente estado la producción de
medicamentos y la formación de profesionales. Instituciones no directamente
vinculadas con este tipo de servicio tuvieron que asumir tareas en este campo,
como sucedió con el Instituto Nacional de la Reforma Agraria, el Ministerio de
Industrias, el Ministerio de Comercio Interior
y el Ministerio de Comercio Exterior, que creó por entonces la empresa
MEDICUBA. Estamos hablando de una época muy temprana; tan temprana como agosto
de 1961, cuando se promulga la Ley No. 959 que nombra al Ministerio de Salud Pública
como rector del sistema médico cubano. Esa es la historia, o parte de ella, que
muestra que la socialización de la medicina cubana no obedeció a un deseo
infundado de centralizar sino a unas necesidades muy concretas donde lo social
y lo político tuvieron un peso importante. Se sabe hoy, a través de documentos
desclasificados, que el Consejo de Seguridad Nacional del Presidente Kennedy le
aconsejó ahogar a Cuba por hambre, necesidades y enfermedades que llevaran a un
malestar que justificara acciones mayores, lo que incluía planes para el
deterioro de sus servicios de salud.
A pesar de
la juventud de la revolución y de todas las dificultades por las que
atravesaba, en esa primera etapa se sitúan también los primeros gestos
solidarios con otros países más necesitados o aquejados por una emergencia. En
1960 Cuba envió colaboración médica a Chile cuando le afectó un devastador
terremoto, ayuda que luego repitió en 1971 ante catástrofe similar; además a
Honduras y Nicaragua cuando padecieron severos ciclones. Desde principios de
los años 60 Cuba llevó servicios médicos a Argelia, Mali, Congo, Guinea y
Vietnam. Y de esa época temprana datan también los intentos de intereses
políticos por calumniar y malograr la labor humanitaria cubana. Cuba fue por
demás el primer país que tras los ataques terroristas del 11 de septiembre del
2001 brindó a Estados Unidos ayuda médica, y que tras el paso del huracán
Katrina ofreció el envío de brigadas de ayuda, plasma y hospitales de campaña a
la zona de desastre; que Estados Unidos rechazó. Es una larga historia que
conecta con las actuales calumnias propagandísticas contra las misiones médicas
cubanas; uno de cuyos más bochornosos capítulos se refiere a la constante
incitación a los galenos cubanos para que deserten de sus tareas en los más de
77 países donde trabajan 37 mil profesionales de la salud, facilitándoles
material y legalmente la fuga, y nublando su juicio con falsas leyendas sobre
el mundo idílico que les esperaría en una suerte de “grandes ligas” de la
medicina norteamericana. La misma prensa manipulada y manipuladora de siempre,
se presta para divulgar estos planes.
El 16 de
enero del 2011 Joel Millman publicó un artículo en el periódico “The Wall
Street Journal” donde revela la facilidad con que un médico cubano que colabora
en el exterior puede solicitar la ayuda de una Embajada norteamericana para
desertar de su misión. No importa los pacientes que deje de atender aún en
medio de un tratamiento, ni la
sobrecarga de su equipo por las tareas abandonadas. Cuenta el periodista Joel
Millman el caso de un médico desertor que le bastó con entrar a un café
internet en Gambia, llamar a la Embajada de EEUU en ese país y simplemente
decir: “Soy un doctor cubano que quiere ir a Estados Unidos. ¿Cuándo nos
podemos ver?” Al instante, por tratarse de un médico cubano, le indicaron que
fuera a un mercado concurrido de la ciudad y que se acercara a una rubia
vestida de verde, que sería en verdad una funcionaria del consulado de los
EEUU. El encuentro de la historia se produjo en septiembre de 2008 y el médico
en cuestión llegó a Miami posteriormente con estatus legal de refugiado y
posibilidades de obtener la ciudadanía. A partir de este caso “The Wall Street
Journal” comenta (sin ser lo debidamente crítico) las facilidades creadas para
la deserción de médicos cubanos desde 2006, estimulados por un programa llamado Cuban Medical Professional Parole
Program (CMPP), que en el peor espíritu de la guerra fría trata de sabotear el
trabajo solidario de un país como Cuba, al que el ala derechista de la política
norteamericana considera su enemigo. Dicho programa fue concebido por el ex
Coronel del Ejército de Estados Unidos de origen cubanoamericano Emilio
González, quien como miembro del Consejo de Seguridad persuadió al entonces Presidente
George W. Bush de que afectando los programas de ayuda médica cubana se
contrarrestaba la influencia política de la isla. Si González llama “influencia
política” al desarrollo de programas contra el cólera, contra la desnutrición,
contra la malaria y contra el SIDA, entonces ciertamente debería alentarse el
avance de dicha “influencia” con excelentes trabajos como los realizados por
Cuba en Haití, que han merecido más de un elogio a nivel internacional. Emilio
González está vinculado a los sectores más extremistas de la política
cubanoamericana de Miami, y se ha paseado por la televisión de esta ciudad
reivindicando ser el autor del referido Cuban Medical Professional Parole
Program (CMPP), que además de los médicos también facilita la deserción de paramédicos,
terapistas, personal de enfermería, entrenadores físicos, dentistas y técnicos
de laboratorio; junto a sus familiares.
Entre los
grandes cómplices de este programa, lo repito, está la prensa, que con sus
historias de médicos triunfadores, millonarios, hipotéticamente empleados en
los grandes quirófanos de Chicago y Long Island, convidan a los galenos a que
abandonen la misión. Y son cómplices también algunos de estos mismos médicos
que, una vez llegados a los Estados Unidos, se dedican a contactar a sus
colegas para que sigan su camino. Un ejemplo de esto es el bochornoso programa
“Barrio Afuera”, que trata de atentar
contra el programa de colaboración “Barrio
Adentro” proponiendo en internet información para la deserción. Por
supuesto, cuando esta se produce, la ayuda de los incitadores brilla por
ausencia.
Los
intereses que se mueven detrás de esta campaña contra las misiones médicas
cubanas en el exterior son tan grandes, que quiero confesarle a los lectores
que una de las dificultades más grandes que ha tenido escribir un artículo como
este se refiere al temor mostrado y declarado por los entrevistados. Además de
pedir el anonimato, algunos incluso llegaron a solicitar posteriormente que no
se utilizara la información brindada, porque alguien podría inferir a través
del contenido la identidad de la persona que testimoniaba. Es decepcionante
comprobar cómo algunos viven llenos de miedo en una tierra que se les prometió
precisamente como de libertad. Por ejemplo, un neurocirujano que hoy en día trabaja
como sereno en un condominio de Miami, que cuenta con 53 años y tiene pocas
posibilidades de hacer una residencia por la dura discriminación que existe por
índices de edad, se arrepintió de testimoniar en el mismo momento de la
entrevista, por temor y por la vergüenza de confesar su sentido de fracaso
profesional.
Otro médico
envió un correo con fecha del 23 de marzo a la dirección del programa “La tarde se mueve” dejando saber los
problemas que le traería hacer declaraciones acerca de la difícil situación de
muchos galenos cubanos llegados a los Estados Unidos. Entre otras cosas dice
(cito textualmente): “… decidí no poder
ayudarte en ese tema por ahora motivado a que estoy haciendo gestiones para
poder entrar a un hospital a una residencia… sería dañar mi relación, no sería
saludable para poder lograr mi objetivo”. Entre los testimonios que me
permito usar se encuentra el de otro médico cubano residente en Miami que tras
pensar en la suerte de algunos colegas dijo: “… es una realidad que de 100 médicos
solo 10 sacan los board y de esos solo 3 o 5 llegan a terminar la residencia y
ejercer; es cierto esto”. Luego comentó: “mi
memoria recuerda 59 médicos en los últimos 20 años que han llegado a USA,
médicos que hicieron la residencia en el Hospital Hermanos Ameijeiras en
Cuba y todo y aquí llenando bolsitas en
un Sedano’s o sacando sangre… otros compran títulos de enfermeros y andan con una piedra en un zapato siempre con
aquello de que nunca pudieron ejercer y ven los errores de los médicos pero no
pueden decir nada pues son simples enfermeros”. También salió el tema de
los fraudes, en el que alguien comentó: “otros
robándole a los seguros en las famosas agencias de home health”. Se habla además del tipo de práctica
mecánica, con poco margen para la creatividad médica: “te sacan el jugo, son muchas horas de trabajo y nada de docencia, lo de
la mayoría de los hospitales es trabajar como un mulo para producirles billetes”.
Existen
cirujanos de primera atendiendo teléfonos y llenando planillas y sin perspectivas
reales en el plano científico. Destinos torcidos que, casi siempre, resultan
menos amables de como los pintaron. Demasiados talentos desperdiciados por
falsas promesas que no toman en cuenta los enormes recursos que un estado
pequeño como el cubano empleó en formarles. Un hecho que al final de la
jornada, si descontamos a algunos desagradecidos, todos acaban por reconocer
cuando verifican el alto nivel de la medicina que aprendieron en las
Universidades y Hospitales de Cuba.
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