Nota introductoria: No pocos
comentarios me llegan por correo electrónico en los últimos días, donde se muestra
un desanimo cada vez más creciente en el Exilio, y decir “hasta aquí” un “estoy cansado’
son expresiones que se multiplican con opiniones y replicas tratando de convertir la
queja en dedicación casi instintiva. Es por eso que he encontrado en mi papelería
este artículo que escribí para un periódico local hace algún tiempo y lo incluyo aquí para que pueda ser leído en línea.
Que el Exilio sea agonía, muerte lenta y en ocasiones queja y desamparo;
no quiere decir que estemos a merced de la desesperanza y el abandono del fin
supremo que es lograr para la Patria la
libertad que ha sido quebrantada. (Así
escribo en la agonía del destierro)
A la Patria de una vez.
A la Patria de una vez ¡A la Patria libre! José Martí.
No podemos
desestimar el momento en que nos encontramos los cubanos de cara a la Historia,- singular e histórico
- , supera éste los intereses de una
tiranía incorregible que ve con no poco sobresaltos que la figura cimera: el
Sátrapa, se encuentra en el lecho de muerte (1). Ahonda aún más las
expectativas el confuso panorama de una nación aparentemente desecha y un
escenario internacional proclive a la propia dictadura, que viéndose visitada
por la muerte, se aferra a una persistencia construida por el más prolongado
oprobio; esto como nunca se ha visto en una nación moderna.
En este Exilio
también de agonía, vemos con preocupación como la fe puesta en la libertad se
hace ilusoria y el entusiasmo por ella decae, sin que nos preguntemos el porqué
de éste postergamiento casi suicida; de este aceptar de que el tiempo y el
destierro prolongado nos ha hecho pensar que carecemos del coraje y la
capacidad para vivir en la tierra que nos pertenece y a la que un día habremos
de regresar.
El Sátrapa está muriendo.
Las celebraciones en La Habana han logrado capitalizar el interés político,
sobre todo de una buena parte de los lamebotas
y alabarderos del régimen, que se han dado cita en la capital cubana para
honrar a un déspota enfermo e incapaz de llevar las riendas del Estado
totalitario que es hoy nuestra Patria. Más que una celebración, asistimos a un
funeral de Estado a priori. El
agasajado no está al alcance de los invitados, parte del pueblo servil se
muestra contrariado y los ejecutores del poder ponen a funcionar los mecanismos
ya establecidos por años, de la sucesión y el continuismo.
Para los que
piensas que la muerte del sátrapa promoverá cambios en Cuba, les digo que se
equivocan. Los mensajes son claros y no hay contradicción en ellos. Ya se ha producido
un proceso de sucesión ordenada, la continuidad de la dictadura Castro
comunista y la ideología que le sirve de sustento está garantizada. Los
principales funcionarios del régimen lo han declarado: hay y habrá continuidad,
no transición. Las libertades que nos merecemos los cubanos, una vez más, han
sido aplazadas.
Los cómplices del
régimen dentro de Cuba se aprestan a consolidar un gobierno, que en los últimos
tiempos ha servido de sostén a una nomenclatura corrupta y despiadada que
muestra una dedicación aberrante por
promover el capi-castrismo mientras descarga todo su odio contra la débil y
desorganizada oposición interna. Atacada sin clemencia alguna y desorganizada por los elementos que dentro
y fuera de ella promueven su ruina, la oposición en Cuba no puede aunque se lo proponga, ser
un factor de cambio en la actual coyuntura política del país. Para el régimen
los activistas de Derechos Humanos y líderes civilistas son los enemigos a los
que hay que combatir, humillar y encarcelar. Mientras dure ese régimen jamás la
oposición interna será parte de un diálogo nacional, ni será tenida en cuenta
en futuras negociaciones con países o bloques de países extranjeros. Admiramos
la dedicación de esos hombres y mujeres y sentimos como nuestras sus privaciones
y sufrimientos en las cárceles cubanas, pero nos apena reconocer que siendo
como son excluidos, vilipendiados y condenados, sólo les queda el camino
penitente de los mártires.
De cara a los
acontecimientos que hoy tienen lugar en la Isla, los Estados Unidos de
Norteamérica han dicho estar en disposición de tratar con las nuevas
autoridades cubanas la posibilidad de una transición democrática en Cuba. En
respuesta al reciente ofrecimiento sobre diálogo de las autoridades cubanas,
han respondido que deben estas estar dispuestas al diálogo con los cubanos, en
principio. En realidad no me gusta la palabra transición, en ella se esconden muchas trampas. Si la transición
pasa por una apertura económica, diálogo con los EEUU y restablecimiento de
relaciones plenas, en tanto que la Dictadura continua en el poder, no nos
interesa. Para los cubanos lo que está en juego es vivir en Libertad, construir
la Democracia y promover el Derecho. Si cuando se habla de transición se mira
hacia el modelo vietnamita o chino, la posibilidad de nuestra libertad se
aleja.
El Exilio ha
asumido el desorden de nuestras esperanzas. Desunido y en permanente estado de
autodestrucción, hoy más que nunca se hace ostensible que la unidad es cada vez
más irrealizable. En éste hay elementos que repiten hasta el cansancio, la
oscura palabreja de transición. Algunos llegan a admitir que hay una
posibilidad real de acercamiento con una tiranía que ha despreciado y atacado
al Exilio en todos los órdenes y que no ha dudado en asegurar que éste no
tendrá participación alguna en una Cuba futura. ¿Y cuál es esta Cuba futura?
¿La que nos diseñarán los nuevos amos cuando desaparezca el tirano? ¿Esa de
capitalismo rapaz y horca comunista? Nos espera más de esta agonía del
destierro; ya me veo sumergido en esta tristeza infinita de ver pasar los días
entre dime y diretes, polémicas estériles y plazos insuperables donde nuestra
libertad y el dolor de nuestros hermanos que hoy sufren en Cuba pasan a un
segundo plano. Me niego a considerar que un Exilio hecho de hombres y mujeres
que han visto pasar sus vidas entre tantos sobresaltos, penurias y tristezas
hoy acepten y vean una vez más la Patria postergada. ¡No podemos aceptar que la
Patria sea postergada una vez más!
La realidad es
esta, el tirano muere lentamente. Sus funerales están ya ordenados y el proceso
de sucesión ya establecido. Este cambio de mando garantizará la continuidad de
la mal llamada Revolución cubana. No habrá sorpresas, ni luchas intestinas y
menos ajustes de cuentas entre ellos. Los que hoy se aprestan a controlar el
poder total en Cuba saben bien que no pueden admitir ni la más mínima lasitud,
ni la vacilación, ni el resquebrajamiento de una estructura establecida y
convenida desde hace medio siglo. Hay muchas cosas en juego y no están
dispuestos a jugarse el Poder. En situaciones como estas la lección de la
historia siempre es la misma: hay que despojarlos del Poder.
La idea de que la
sociedad cubana y el régimen en su conjunto es una sociedad desecha, no es del
todo cierta, como no lo es la idea de que no cuenta con sustento y legitimidad,
esto es, su legitimidad. Ahora disponen para mantenerse en el poder con el apoyo económico y político de un grupo de
países que han descubierto un nuevo Socialismo. También el constante apoyo de
aquellos países que exhiben una pronta inclinación para al anti
norteamericanismo y el terrorismo. Países de viejo estilo comunista que hace
tiempo andan desempeñándose como capitalistas de nuevo sello y nostálgicos
tercermundistas no faltan en esa deleznable cofradía del odio y el
resentimiento político; se alinean con La Habana y le apoyan.
Como buitres
carroñeros, todos miran hacia Cuba esperando que cuando sea enterrado el
sátrapa comenzará un nuevo festín. Muchos países piensan que lo mejor es estar
atentos y en tanto que sea posible participar de la francachela; el sufrimiento
de los cubanos nunca les ha interesado. En realidad hay muchos que desde hace
tiempo se benefician de la explotación de los cubanos, en una económica mixta
que ha permitido que el régimen se sostenga. También esperando la carroña están
los nuevos aliados del régimen y aquellos menos aliados, que esperan que los
nuevos jerarcas les atraigan al convite que se ve venir; si es que deciden por
hacerse mitad capitalistas y mitad comunistas. Del pueblo cubano ni les hablo,
esos no cuentan, como no sea que de una vez y por todas lo hagamos protagonista
de su destino, y para eso se necesita una sola cosa: combatir.
No nos queda más
opción que la de unirnos. No hay otra elección frente a una dictadura
incorregible que amenaza con un continuismo de sometimiento y represión, que el
de la lucha paciente y tenaz, sin ostentación ni intransigencia constante. Esa
que requieres de grandes sacrificios aun con riesgos de muerte. Aceptemos las contingencias de la lucha y dediquémonos a la
preparación previa para hacer lo único útil y valedero frente a una tiranía
prolongada: buscar su derrocamiento.
Por demasiado
tiempo hemos sufrido impacientes bajo la opresión comunista. Ya es hora. ¡A la
Patria de una vez. A la Patria libre!
( (1) El artículo fue
escrito en los días en que el sátrapa enfermo se debatía entre la vida y la
muerte (2006) como se ha podido saber más tarde.