Como parte de la estructuración de la Psiquiatría en Cuba en los primeros años de la Revolución, traemos a nuestra página una sección del extenso artículo que hemos estado publicando aquí y que apareció en la página de La Habana Elegante. En este capitulo del documentado artículo del autor Pedro Marqués de Armas, ya mencionado en este Blog, el autor aborda el tema del tratamiento que recibió el Homosexualismo dentro de la nueva manipulación de la Psiquiatría cubana. Aqui el texto:
No pocos artículos publicados antes de la Revolución, sobre todo en las décadas previas, tratan del homosexual como individuo enfermo. Al reconstituirse en 1948 la Liga de Higiene Mental, el homosexualismo fue incluido entre los problemas sociales que se debían resolver; pero en general los enfoques biológicos, incluyendo las terapias hormonales y el recurso a la psicocirugía, no desaparecieron… Por otra parte, el Código de Defensa Social consideraba su práctica como “estado de peligrosidad”, contemplando al efecto un rosario de medidas preventivas. Con frecuencia la policía intervenía y algunos homosexuales eran arrestados; y ni hablar de discriminación social, laboral, etc.
Sin embargo, sólo después de 1959 se radicaliza la homofobia. La noción de individuo peligroso, que en Cuba tenía una larga historia, se amplió como nunca antes. En otras palabras, a los efectos del biopoder y de las técnicas disciplinarias se sumaron los de una política de Estado que se apoderó de todo el cuerpo social. En estas condiciones, la alianza entre los discursos médicos y jurídicos fue asegurada a través de ciertas maniobras, se la puso al servicio de viejas leyes acopladas a preceptos socialistas que las recrudecían, y de nuevas leyes arbitrarias. Y lo mismo ocurrió a niveles normativos.
La terapia conductual de la homosexualidad cobró fuerza desde los primeros años. Eduardo Gutiérrez Agramonte, a cargo de la Revista del Hospital Psiquiátrico, publicó en 1962 “Una nueva modalidad del tratamiento de la homosexualidad”. Muchos homosexuales fueron tratados por él con el fin corregir esta “lamentable conducta”. Se trataba de una técnica desarrollada por el investigador checo Kurt Freund, pero adaptada por el cubano. Si aquel empleaba como estímulo inhibidor un vomitivo, y dosis subcutáneas de testosterona tras la observación por el sujeto de láminas de desnudos masculinos; éste aplica un corrientazo en lugar del vomitivo, al tiempo que suprime la hormona y deja al paciente “elegir la imagen”. La terapia fue calificada de “prometedor aporte cubano a la reflexología”, y se aplicó hasta bien entrada la década del setenta.
En 1965, por la época en que se recrudece la represión contra homosexuales y otros remanentes del pasado, la mencionada revista dedicó su página “Avances de la ciencia” a este médico checoslovaco. Al pie de la foto se lee: “El Dr. Kurt Freund es una de las más altas figuras en materia de psicopatología sexual. A sus numerosos trabajos acaba de añadir La homosexualidad en el hombre. Nos honra mostrar la foto de este hombre de ciencia hecha recientemente en el departamento experimental de Praga”. K. Freund había inventado un curioso medio diagnóstico: un aparato que, conectado al pene, podía captar la respuesta al estímulo erótico.
Tres años más tarde durante la llamada ofensiva revolucionaria se produjo una campaña digna de la obsesión de pánico del régimen. En el discurso por el aniversario de los CDR el Máximo Líder denuncia a aquellos que habían comenzado a vivir “de una manera extravagante”, lo que era sinónimo de “degeneración moral y llevaría, en última instancia, a sabotajes políticos y económicos”. Días más tarde se denunciaba en la radio a los jóvenes de cabellos largos que “bailan locamente al compás de música epiléptica”. El ataque a las “orquestas de esquizofrénicos” esta vez vino convoyado con un operativo policial contra sectas afrocubanas.
La fobia homosexual recobra bríos alrededor del emblemático Congreso de Educación y Cultura, contexto en el que algunos psiquiatras vuelven a enfilar sus cañones. El psicólogo Jesús Dueñas Becerra publica en abril de 1970 “El homosexualismo y sus implicaciones científicas y sociales”; y una orientación ministerial convoca poco más tarde a una Mesa Redonda sobre Homosexualidad. Dueñas Becerra, actual periodista del Hospital Psiquiátrico, emplea términos como “aberración”, “debilidad caracterológica”, “lacras” y “degeneración sexual”. Después de estos preliminares, expresa sentirse preocupado por “el candente problema de la homosexualidad juvenil”, lo que le llevó a emplearse a fondo en el “terreno social”.
Dueñas expone entonces: “En el municipio de Cruces, núcleo de nuestra ingente labor socio psicológica, encontramos un círculo de homosexuales que socialmente ocupan un lugar relevante (es decir, la mayor parte de la sociedad en que se desenvuelven desconoce su aberración sexual) y que, sutil y habilidosamente, ocultan para mantener su relativa estabilidad y poder desarrollar sin mayores dificultades cualquier empresa que acometan”; y añade luego que valiéndose de métodos propios de una “secta secreta”, seleccionan “cuidadosamente al joven que debe ser trabajado” (…) “ejerciendo una influencia perniciosa sobre la mente del adolescente, que lleve implícita su rápida deformación”. Entre las tácticas empleadas menciona el “uso de literatura que ensalza al homosexualismo”, hasta lograr la “realización del acto sexual con el sujeto cuando las circunstancias estén creadas”. Tras la consumación, continúa, “el nuevo adicto tiene la obligación de contribuir al incremento de la organización atrayendo a una nueva víctima”. Dueñas diferencia entre estos “homosexuales relevantes” y un segundo grupo, “las lacras sociales”, que “solo trata de llegar a los adolescentes por el mezquino interés de satisfacer su aberración sexual en un momento determinado”.
El autor exhorta a padres y profesores a “velar celosamente por el desarrollo integral de los adolescentes”, y destaca el papel formador de la Unión de Jóvenes Comunistas y del Servicio Militar Obligatorio. Estas entidades “deben encauzar desde todos los puntos de vista a la arcilla fundamental que sostiene nuestra sociedad”. Por último, llama a un “compromiso incondicional con esta nueva generación de jóvenes que, históricamente, están destinados a construir la Sociedad Comunista y que encarnan el noble ideal de justicia y solidaridad que iluminó por siempre la fecunda vida del inolvidable comandante Ernesto Guevara de la Serna”.
Por su parte, en la Mesa Redonda sobre Homosexualidad, celebrada en febrero de 1971, y moderada por Martín Castellanos, se hicieron estas observaciones:
1) "La homosexualidad constituye una patología que trasciende los límites de la individualidad y pasa a constituir una patología social por el carácter antisocial que esta actividad conlleva en la mayoría de los casos”.
2) "La homosexualidad es un tema complejo y difícil de tratar y requiere un enfoque cuidadoso y preciso como condición previa para abordarlo. Sólo así se podrá entrar en este campo, en el cual aún quedan elementos importantes por descubrir”.
3) "La homosexualidad es una enfermedad compleja con graves repercusiones sociales”.
4) "El homosexualismo es una enfermedad, es decir, es una condición psicopatológica”.
5) "El pueblo siempre rechazó al homosexual. Era el régimen capitalista el que propiciaba la corrupción donde el homosexual se desarrollaba. Hoy día, por nuestra conformación, por una concepción diferente de los valores morales, el repudio es mayor, y a todos los niveles de nuestra sociedad: dirigencia y masas"...
Información relacionada:
• Prevención y asistencia Psiquiátrica en Cuba
• Definición de la política Psiquiátrica de la Revolución.
• El Psicoanálisis en la mira de los nuevos revolucionarios cubanos.
Foto: Portada de la revista cubana Mella, año 1965.
No pocos artículos publicados antes de la Revolución, sobre todo en las décadas previas, tratan del homosexual como individuo enfermo. Al reconstituirse en 1948 la Liga de Higiene Mental, el homosexualismo fue incluido entre los problemas sociales que se debían resolver; pero en general los enfoques biológicos, incluyendo las terapias hormonales y el recurso a la psicocirugía, no desaparecieron… Por otra parte, el Código de Defensa Social consideraba su práctica como “estado de peligrosidad”, contemplando al efecto un rosario de medidas preventivas. Con frecuencia la policía intervenía y algunos homosexuales eran arrestados; y ni hablar de discriminación social, laboral, etc.
Sin embargo, sólo después de 1959 se radicaliza la homofobia. La noción de individuo peligroso, que en Cuba tenía una larga historia, se amplió como nunca antes. En otras palabras, a los efectos del biopoder y de las técnicas disciplinarias se sumaron los de una política de Estado que se apoderó de todo el cuerpo social. En estas condiciones, la alianza entre los discursos médicos y jurídicos fue asegurada a través de ciertas maniobras, se la puso al servicio de viejas leyes acopladas a preceptos socialistas que las recrudecían, y de nuevas leyes arbitrarias. Y lo mismo ocurrió a niveles normativos.
La terapia conductual de la homosexualidad cobró fuerza desde los primeros años. Eduardo Gutiérrez Agramonte, a cargo de la Revista del Hospital Psiquiátrico, publicó en 1962 “Una nueva modalidad del tratamiento de la homosexualidad”. Muchos homosexuales fueron tratados por él con el fin corregir esta “lamentable conducta”. Se trataba de una técnica desarrollada por el investigador checo Kurt Freund, pero adaptada por el cubano. Si aquel empleaba como estímulo inhibidor un vomitivo, y dosis subcutáneas de testosterona tras la observación por el sujeto de láminas de desnudos masculinos; éste aplica un corrientazo en lugar del vomitivo, al tiempo que suprime la hormona y deja al paciente “elegir la imagen”. La terapia fue calificada de “prometedor aporte cubano a la reflexología”, y se aplicó hasta bien entrada la década del setenta.
En 1965, por la época en que se recrudece la represión contra homosexuales y otros remanentes del pasado, la mencionada revista dedicó su página “Avances de la ciencia” a este médico checoslovaco. Al pie de la foto se lee: “El Dr. Kurt Freund es una de las más altas figuras en materia de psicopatología sexual. A sus numerosos trabajos acaba de añadir La homosexualidad en el hombre. Nos honra mostrar la foto de este hombre de ciencia hecha recientemente en el departamento experimental de Praga”. K. Freund había inventado un curioso medio diagnóstico: un aparato que, conectado al pene, podía captar la respuesta al estímulo erótico.
Tres años más tarde durante la llamada ofensiva revolucionaria se produjo una campaña digna de la obsesión de pánico del régimen. En el discurso por el aniversario de los CDR el Máximo Líder denuncia a aquellos que habían comenzado a vivir “de una manera extravagante”, lo que era sinónimo de “degeneración moral y llevaría, en última instancia, a sabotajes políticos y económicos”. Días más tarde se denunciaba en la radio a los jóvenes de cabellos largos que “bailan locamente al compás de música epiléptica”. El ataque a las “orquestas de esquizofrénicos” esta vez vino convoyado con un operativo policial contra sectas afrocubanas.
La fobia homosexual recobra bríos alrededor del emblemático Congreso de Educación y Cultura, contexto en el que algunos psiquiatras vuelven a enfilar sus cañones. El psicólogo Jesús Dueñas Becerra publica en abril de 1970 “El homosexualismo y sus implicaciones científicas y sociales”; y una orientación ministerial convoca poco más tarde a una Mesa Redonda sobre Homosexualidad. Dueñas Becerra, actual periodista del Hospital Psiquiátrico, emplea términos como “aberración”, “debilidad caracterológica”, “lacras” y “degeneración sexual”. Después de estos preliminares, expresa sentirse preocupado por “el candente problema de la homosexualidad juvenil”, lo que le llevó a emplearse a fondo en el “terreno social”.
Dueñas expone entonces: “En el municipio de Cruces, núcleo de nuestra ingente labor socio psicológica, encontramos un círculo de homosexuales que socialmente ocupan un lugar relevante (es decir, la mayor parte de la sociedad en que se desenvuelven desconoce su aberración sexual) y que, sutil y habilidosamente, ocultan para mantener su relativa estabilidad y poder desarrollar sin mayores dificultades cualquier empresa que acometan”; y añade luego que valiéndose de métodos propios de una “secta secreta”, seleccionan “cuidadosamente al joven que debe ser trabajado” (…) “ejerciendo una influencia perniciosa sobre la mente del adolescente, que lleve implícita su rápida deformación”. Entre las tácticas empleadas menciona el “uso de literatura que ensalza al homosexualismo”, hasta lograr la “realización del acto sexual con el sujeto cuando las circunstancias estén creadas”. Tras la consumación, continúa, “el nuevo adicto tiene la obligación de contribuir al incremento de la organización atrayendo a una nueva víctima”. Dueñas diferencia entre estos “homosexuales relevantes” y un segundo grupo, “las lacras sociales”, que “solo trata de llegar a los adolescentes por el mezquino interés de satisfacer su aberración sexual en un momento determinado”.
El autor exhorta a padres y profesores a “velar celosamente por el desarrollo integral de los adolescentes”, y destaca el papel formador de la Unión de Jóvenes Comunistas y del Servicio Militar Obligatorio. Estas entidades “deben encauzar desde todos los puntos de vista a la arcilla fundamental que sostiene nuestra sociedad”. Por último, llama a un “compromiso incondicional con esta nueva generación de jóvenes que, históricamente, están destinados a construir la Sociedad Comunista y que encarnan el noble ideal de justicia y solidaridad que iluminó por siempre la fecunda vida del inolvidable comandante Ernesto Guevara de la Serna”.
Por su parte, en la Mesa Redonda sobre Homosexualidad, celebrada en febrero de 1971, y moderada por Martín Castellanos, se hicieron estas observaciones:
1) "La homosexualidad constituye una patología que trasciende los límites de la individualidad y pasa a constituir una patología social por el carácter antisocial que esta actividad conlleva en la mayoría de los casos”.
2) "La homosexualidad es un tema complejo y difícil de tratar y requiere un enfoque cuidadoso y preciso como condición previa para abordarlo. Sólo así se podrá entrar en este campo, en el cual aún quedan elementos importantes por descubrir”.
3) "La homosexualidad es una enfermedad compleja con graves repercusiones sociales”.
4) "El homosexualismo es una enfermedad, es decir, es una condición psicopatológica”.
5) "El pueblo siempre rechazó al homosexual. Era el régimen capitalista el que propiciaba la corrupción donde el homosexual se desarrollaba. Hoy día, por nuestra conformación, por una concepción diferente de los valores morales, el repudio es mayor, y a todos los niveles de nuestra sociedad: dirigencia y masas"...
Información relacionada:
• Prevención y asistencia Psiquiátrica en Cuba
• Definición de la política Psiquiátrica de la Revolución.
• El Psicoanálisis en la mira de los nuevos revolucionarios cubanos.
Foto: Portada de la revista cubana Mella, año 1965.
1 comentario:
Hmmm, la homosexualidad no es una enfermedad y no es lamentable, por ahi tendrian que replantear este articulo desde la psicologia o psiquiatria contemporanea, saludos.
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