No es nuevo improvisar y que el Gran Timonel decida todo, desde qué y cómo tienen que cultivar los campesinos, qué y cuanto comerá al mes cada cubano, y la cifra con muchos ceros de graduados futuros, decretada en discurso público tras sacar secreta "cuenta de la lechera" sobre cuánto se apropiará el Estado al cobrar él los salarios de los médicos en misión en el extranjero.
El estado cubano les impide cobrar directamente y les paga una limosna en franco delito de explotación de trabajo esclavo; cuando regresan, de esa migaja tienen que entregar "voluntariamente" un grueso por ciento a "la cuenta del Ministro". Cuanto profesional cubano viaja a trabajar es víctima de esas extorsiones.
También les prohíbe moverse libremente por el país extranjero, tener consigo a su familia y ejercer por su cuenta para ganar algo extra, si los descubren trabajando a escondidas o viajando fuera de la zona que le limitan, los agentes de la Seguridad del Estado los arrestan y traen de regreso a Cuba.
Sólo recientemente les levantó la prohibición de comprar con su dinero y traer a Cuba auto, motocicleta, una computadora. Si pese a esto los doctores ansían trabajar en el extranjero, juzguen cuáles son sus condiciones de vida en Cuba, donde el basurero, el policía semi-analfabeto y el delincuente ganan más que el hambreado doctor.
Como en otros países, hay médicos buenos, regulares y malos. La medicina y su docencia en Cuba gozaron - y aun queda - de merecido prestigio. Desde el siglo XIX los médicos cubanos estudiaban en universidades famosas de Europa, principalmente en Paris, e introducían en Cuba todo progreso.
Ejercieron con éxito la profesión y la docencia en el extranjero y guajirito - campesino - talentoso hubo que llegó a profesor en La Sorbona. Los extranjeros pueden averiguar mejor que los cubanos esta Historia, porque Castro primero la re-escribió para hacer ver que todo adelanto es debido a él.
La Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana fue excelente. Castro invirtió en el sistema de atención de Salud Pública, lo llevó a áreas rurales desatendidas, confiscó toda clínica y prohibió los consultorios privados, excepto a los médicos que ya tenían consultas, a condición de que consultaran después de cumplir su jornada de trabajo estatal.
Antes que su imitador Hugo Chávez, hizo la primera "Operación Barrio Adentro"; benefició a población antes olvidada, sobre todo rural, en menor medida a la de La Habana, aunque en ella, pese al desorden típico de la administración del Régimen, también hubo mejora, particularmente en campañas de vacunación y en crear una red de consultorios estomatológicos.
Beneficios paternalistas que le granjearon enorme ganancia política.
Castro pregonaba su sistema de Salud Publica como de "país del primer mundo", pero lo construyó sobre la arena: La cuenta la pagaba la Unión Soviética.
Pero extranjeros más crédulos de "la Revolución cubana" que de las matemáticas creen el imposible de que pese a su desbarajuste económico el Gobierno costea para los cubanos excelentes sistemas "gratuitos" de servicios médicos y educacionales.
(Recomiendo informarse de estos temas en los trabajos del Dr. Darsi Ferrer, hoy preso sin juicio por revelar con su cuidadoso periodismo médico - informes y videos con cámara oculta - la realidad de los Hospitales. Tengo algunos trabajos mío sobre salud y también sobre educación).
Para colmo, faltando la U.R.S.S., el Estado se hizo parásito de Hugo Chávez y para servir al ascenso del "socialismo del siglo XXI", y de otros políticos, desmanteló su sistema de atención en Cuba para alquilar sus médicos.
El pueblo está desesperado y se queja con dos refranes "Es desvestir un santo para vestir a otro" y el Gobierno "es luz de la calle y oscuridad en la casa"; pero ya Castro le arrebató los regalos con que lo atrajo en su época de noviazgo, para que ahora en otros países conquisten votos otros "benefactores que dan médicos gratis".
En los años 60 ocurrió la primera improvisación de profesionales de la medicina y de todo tipo: La emigración fue tan inmensa que escaseaban médicos. Castro dispuso cursillos para crear "médicos populares", especie de sanitarios que diagnosticaban y recetaban como el mejor diplomado.
Fomentó los estudios de Medicina. Se repuso el sistema de atención y docencia, no sin baches por escasez de medicamentos e insumos y exceso de trabajo. Graduaron buenos médicos.
Castro, que justificaba su dictadura con estadísticas, aumentó los alumnos y graduaciones, lo cual inevitablemente ocasionó nueva escasez de profesores y entregar la docencia a los mejores y a los no tanto. Y en Cuba la aptitud de un profesional para la docencia la determinan, más que su capacidad, sus méritos políticos y parentesco o matrimonio con jefes.
Las plazas para estudiar Medicina las otorgaba el Gobierno a los mejores expedientes de las escuelas pre-universitarias (bachillerato) con alguna excepción por influencia, pero ya a fines de los 80 !por no hablar del descoco de los 90! empezó la venta de las plazas de estudios. Y la exigencia de promociones gigantescas.
Toda formación universitaria requiere primero. . . la enseñanza elemental. Generaciones de cubanos recibieron una enseñanza primaria desastrosa y carecieron de literatura infantil que los desarrollara en la lectura, por ello generaciones de estudiantes universitarios carecen de capacidad para manejar libros de texto.
Ningún universitario tiene una enseñanza primaria sólida, pocos saben manejar libros y la mayoría de los profesionales ignora el idioma Inglés, pese a que el sistema de educación le dedicó a lo largo de su vida como escolar suficientes clases como para que dominaran ese idioma a un nivel básico - si le hubieran enseñado "de verdad".
Pero si, también hay buenos médicos - ningún médico extranjero conoció más cubanos buenos médicos que yo. Sufren serias dificultades para ser buenos y cada cubano sabe de médicos excelentes y de otros malos.
Eso nada tiene que ver con la fallida hornada de oftalmólogos. Aportaré anécdotas y opiniones en próximo escrito.(continuará).