Cuando votaba o no en
Cuba.
El próximo 24
de febrero los cubanos residentes en la isla y aquellos que trabajan en las
sedes diplomáticas cubanas han sido convocados a un
referendo para aprobar o no la nueva Constitución que regirá, para
los tiempos venideros. Los destinos de
una Nación bajo una prolongada dictadura desde hace 60 años serán
reprogramados.
No es la
primera vez que se vota en Cuba por una Constitución que es imagen y semejanza
de la tiranía que usurpa el poder y niega el derecho; todo esto en un país
donde la justicia ha sido despreciada.
La fuerte y
bien organizada oposición interna en Cuba, a pesar de las desplantes represivos
del régimen, ha desarrollado y aun desarrolla actividades tendientes a
movilizar a un electorado poco optimista de votantes para que se pronuncien en
las urnas, ya sea con un voto negativo (#YoVotoNo) o
para boicotear la asistencia a los centros de votación (#YoNoVoto).
Las argumentaciones de uno y otro lado sobre el tema, hacen prosperar las
intensas pasiones de unos y no pocos
desatinos políticos de otros.
Hasta ahora he
obviado pronunciarme. En primer término porque ambas convocatorias están
dirigidas a los cubanos radicados en la isla que son participes y protagonistas,
en tanto que, los que formamos parte del exilio político no tenemos derechos ni
oportunidades para votar. Mejor así.
También
resulta improcedente que, siendo parte del exilio y subsistiendo alejado del escenario principal
que es Cuba; nos asista la dedicación inoportuna de dar lecciones de civismo y
compromiso político a los que viven y padecen en Cuba.
Hace algún
tiempo en ocasión de las elecciones en los EEUU, escribí un artículo
sobre el derecho que me asiste como ciudadano de este país para votar. Aproveche
la ocasión para explicar las experiencias que sobre el voto en Cuba, fui parte
y opositor activo en un contexto que supera la memoria (Gonzalez,
2012) .
Entonces escribí lo siguiente:
Mis primeras experiencias votando en una dictadura.
Mi
primera experiencia en el voto fue por el año de 1965 en el Preuniversitario
donde cursaba el grado 10°. Había que elegir al Presidente de la Asociación de
estudiantes y vinieron los del grado 12° a influir sobre los mayoritarios
alumnos de mi curso, para que votáramos por el candidato de su curso. Fue así
que votamos contra el candidato del grado 11°, quién además era comunista. El
resultado fue que el elegido fue el alumno de grado 12°; el recién estrenado
Presidente, también era “ñangara”
pero tapado como muchos por aquellos
tiempos. Cuando finalizó el curso, fue el encargado de arrear a sus compañeros
recién graduados para el Servicio Militar Obligatorio mientras él se ponía a
buen resguardo. Desafortunada experiencia, muestra de lo que vendría en años
sucesivos.
Después
aparecieron las elecciones a mano alzada, bajo la tutela y control de la Unión de
Jóvenes Comunistas (UJC). Para que no hubiera dudas de tal control, la muy
conocida y otrora prestigiosa Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) se
unió descaradamente con la Unión de Jóvenes Comunistas para formar una sola
organización denominada: UJC-FEU. Los que no pertenecían a los Jóvenes comunistas, que eran la mayoría, no
tenían representación alguna. En realidad nunca la tuvieron, aun cuando a
pedido de la mayoría de los estudiantes fueron separadas ambas organizaciones
de aquel maridaje escandaloso. El divorcio se produjo para que esta
organización de estudiantes pudiera presentarse sin tan desfavorables lazos
ideológicos ante las organizaciones estudiantiles internacionales. El férreo
control de la Juventud comunista (UJC) y del Partido Comunista (PCC) estaba
allí como para recordar que las reglas del juego las establecían ellos.
El referendo
para aprobar la Primera Constitución Socialista (1976).
En
el año de 1976 se produjo la votación para aprobar la nueva Constitución
Socialista. Los cubanos habíamos vivido desde el 1959 sin Constitución y sin
derechos; ya estábamos acostumbrados a esto. Sin embargo una nueva y bien
redactada Constitución Socialista estaba disponible como nuevo instrumento jurídico
que completaba la estructura de dominación de la dictadura. Teníamos que
aprobarla mediante el voto directo y secreto. Era una manera de legitimar la
nueva democracia socialista y la genuina participación del pueblo como
protagonistas de su destino. Esta era la parafernalia comunista que repetían
hasta el cansancio los medios de difusión, ya apropiados y vigilados.
Fui
a votar. Inmediatamente en la tarde de ese mismo día en el vecindario donde
residía por aquellos tiempos; el comentario era sobre los dos votos en contra
de la recién presentada Carta Magna que se habían depositado en el cercano
colegio electoral. Estuve preocupado varios días. Una semana después se dio a
conocer los resultados donde la mayoría del pueblo había dado el Sí a la
Constitución Socialista. Fue aprobada y aún está vigente; nos endosaron una Constitución Socialista más de
una década después de que el dictador proclamará públicamente el carácter
socialista de la Revolución. Es y sigue siendo el instrumento jurídico por excelencia
en el dominio de todo un pueblo por una tiranía que pisotea el derecho. Apenas
92 mil personas votaron en contra de la Constitución Socialista, yo fui uno de
ellos, y como es de suponer fui uno de los dos votos negativos en el colegio
electoral donde sufragué. De manera que está despejada la incógnita.
Votando
en Cuba en los noventas.
Involucrado
en el movimiento opositor en Cuba desde el 1989, creí compatible con mis
principios, que un opositor o disidente (ambas palabras generan no pocas controversias),
No debía participar en ningún acto electoral. ¿Cómo hablarle al resto de la
población del carácter represivo del régimen y su permanencia en el poder de
forma ilegítima, si usted participa en el ejercicio electoral establecido por
ese régimen? ¿Cómo puede usted hacer llamados a boicotear las elecciones del
régimen, si usted siendo un disidente va a votar?
Siendo
opositor nunca participé en ninguna votación en Cuba. Esto me acareó no pocos
problemas: consejos de los familiares, amistades que aparecen de improviso con
encomiendas; el manido argumento de “no
te busques problemas” o la recomendación de “es mejor dejar la boleta en
blanco así no te señalas”. ¡Miedo y fariseísmo! A pesar de los consejos y
pedidos, a pesar de los Pioneros tocando a la puerta y las visitas del
encargado de las Brigadas de Respuesta Rápida, nunca participé en una votación
cuando ya había definido mi perspectiva como opositor.
Recuerdo en la
última votación, en los noventas, que fui a la casa sede donde radicaba tres
organizaciones opositoras días después de la votación y cuando exprese que yo
no había votado a pesar de las presiones, los opositores allí presentes se
mostraron asombrados y mostraron dejadez en opinar sobre el asunto. ¡Ellos si
habían asistido a la votación!
Una de las
experiencias más amargas fue poder conocer que muchos disidentes u opositores
en Cuba, participaban en los actos electorales organizados por el mismo régimen
que decían combatir. Esto para mí fue y sigue siendo honradamente inaceptable.
Sobre todo si usted ha hecho una opción preferencial por la oposición abierta
al régimen.
En este Exilio
también de agonía, veo con preocupación que la
fe puesta en la libertad se hace ilusoria y el entusiasmo por ella
decae. El Exilio ha asumido el desorden de nuestras esperanzas. Todo esto no
nos permite minimizar y excluir la dedicación constante y la intrepidez de
muchos en Cuba, que día a día, participan en una lucha tenaz y desigual contra
la tiranía que consume toda una nación.
No me dedico a
recomendaciones festinadas y tardías. Si se ha convocado para una votación que
decide la adopción de una Constitución que definirá en lo futuro la política totalitaria,
usurpadora, violadora del derecho y engendro del mal; que ha consumido las
reservas morales y espirituales de la Nación en sí; entonces, hay que asumir
que es una realidad que nos provoca. Si usted lo cree correcto vaya a votar y vote
por el NO. Puede que usted sea un
ciudadano más preocupado por su país pero también bajo fuertes presiones en su entorno
social y familiar, entonces marque NO o
invalide la tarjeta de votación. Si es usted un decidido opositor al régimen y sus derechos
han sido violados de manera sistemática o es objeto de represión policial, pues
No vaya a votar. Esto último es un
claro mensaje al régimen que usted no es parte de su farsa electorera.
Créanme, en
ambos casos usted podrá caminar
tranquilo con su conciencia... a su tiempo, van a ver que tu justicia resplandecerá como la luz y tu derecho como el
mediodía.
Aceptemos las
contingencias de la lucha. Ahora se trata de rechazar de una forma u otra la
ley fundamental de un país como el nuestro que, viviendo bajo una dictadura,
resulta un despropósito.
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