Con el titulo: “Psiquiatría para un nuevo estado”, encontramos en la Red un extenso artículo y selección de algunos documentos de Pedro Marques de Armas. No teniendo referencias algunas, el texto aparece en la página digital La Habana Elegante. Consiste en un excelente análisis introductorio de la Psiquiatría en Cuba en los 60’s, con datos únicos e interesantes. Siendo un texto con una nota introductoria y algunos documentos; consideramos de mucho interés incluir estos en una serie de post en nuestro Blog. Todos los créditos de estos post son del autor y de la página donde originalmente aparecieron.
En una primera entrega le ofrecemos la primera parte de la introducción. (El Editor)
Psiquiatría para el nuevo Estado; algunos documentos.
Por: Pedro Marqués de Armas.
Selección e introducción (1)
Entre el 31 de mayo y el 2 de abril de 1963, se celebró en La Habana la II Conferencia Nacional de Instituciones Psiquiátricas. Convocada por el Ministerio de Salud y por los servicios médicos del MININT, el propósito era sentar las bases de la prevención y la asistencia psiquiátrica en Cuba, en estrecho vínculo con los órganos de la Seguridad del Estado. A estas alturas se habían modificados varios artículos del Código de Defensa Social, en particular en lo concerniente a la noción de individuo peligroso, por lo que además de asegurar la clásica alianza entre psiquiatras y juristas (lograda durante la República y por sí sola virtualmente terrible), se pretendía fortalecer el consenso entre ésta y el nuevo poder revolucionario.
El carácter si se quiere tardío de este evento, donde hay desde el estupor frente a las leyes de última hora hasta el simulacro y la caricatura, remite lo mismo a un pasado reciente "no exento de errores" que a un futuro cercano que tendrá en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) su próxima pero no última expresión. Como en foto que toma por sorpresa a los actores durante el ensayo, se asiste a ese momento en que la Babel psiquiátrica es forzada a hablar una misma lengua; esto es, al devenir ideológico de la que fue hasta 1960 una institución como otra cualquiera, donde “psicogenetistas” y “organicistas” se enfrentaron a menudo con pasión, pero respetando las reglas del juego.
Justo al término del primero de estos de encuentros, realizado un año antes para "conciliar tendencias aparentemente irreconciliables y enfrentar el sectarismo revolucionario y científico", la Gaceta Oficial publicó un decreto que permitía al MININT declarar el estado peligroso sin necesidad de asesoramiento psiquiátrico, y bastando con la declaración de algún miembro de la CTC, la FMC, o el CDR. Por supuesto, el documento llega luego de varias redadas policiales, como la de los días previos a la invasión de Bahía de Cochinos, cuando 20 000 personas fueron arrestadas; la de Matanzas durante el verano; o la del 11 de octubre del mismo año contra pederastas, prostitutas y proxenetas (“la noche de las tres p”).
En todas estas razias se hizo un uso extenso de la llamada peligrosidad predelictiva (predelincuencia en el nuevo argot), sin que se requiriese el aún vigente "asesoramiento", formalismo introducido en la legislación en 1940, y que los psiquiatras tenían como una de sus conquistas. Fue para calzarlas que se decretaron las leyes 992 y 993 de 19 de noviembre de 1961, la primera anunciando que "el avance de la Revolución” permitía “crear nuevos métodos dirigidos a reeducar y rehabilitar delincuentes", y la segunda autorizando al Consejo de Defensa Social (ya incorporado al MININT) a adoptar medidas en el menor plazo.
Es después de derrotada la invasión de Bahía de Cochinos que se recrudece el hostigamiento de los sectores marginados, a quienes se les acusa de robar en las casas de los opositores políticos, curiosamente cuando se borran las fronteras entre contrarrevolución y delincuencia común. René Dumont recuerda en Cuba: socialismo y desarrollo que el término "lumpemproletariado" se empleó para designar "a los que no querían trabajar ni respetar las leyes revolucionarias", y relata que tras un discurso de Fidel Castro contra el "parasitismo social" se usó la poca cerveza que quedaba como "isca eficaz" para tenderles una trampa: "Cuando comenzaban a entregarla en los bares, la noticia se regaba rápidamente por la ciudad y los desocupados eran los primeros en aparecer. Eran entonces seguidos por un carro de policía y aquellos que no mostrasen un empleo regular eran enviados a trabajar a las granjas. Almorcé con un grupo de estos lumpen en el comedor de una plantación de palmeras en Las Villas, donde fueron concentrados unos 1800 (...) Los que se entregaban decididamente al trabajo tenían la posibilidad de ser rehabilitados, pero los reincidentes, en contrapartida, eran deportados para los Cayos, pequeñas islas donde el régimen de trabajo era bastante más duro y de donde era imposible escapar".
Esta indistinción entre vagancia y oposición a las leyes socialistas, expuesta en tono campechano por el agrónomo francés, quien prefería por cierto las granjas a las cárceles, sirvió para legitimar el secuestro y multiplicar los dispositivos disciplinarios --esto es, una invención liberal dirigida a los cuerpos individualmente--, ahora en las condiciones de fuerza de un régimen totalitario. Lo mismo ocurre en cuanto al control de la población, marcada por supuestos vicios y taras del pasado, y que entra de lleno en los cálculos de una economía de Estado. Se escucha entonces el término “salud psicopolítica”, que equivale según claro rasero biológico a deslindar entre “el pueblo sano y trabajador” y "los gusanos y lacras sociales”: deriva-animal que potencia el eugenismo de siempre, desde la liquidación del enemigo de clase (condenado por la historia a desaparecer) hasta el cultivo del Hombre Nuevo.
En una primera entrega le ofrecemos la primera parte de la introducción. (El Editor)
Psiquiatría para el nuevo Estado; algunos documentos.
Por: Pedro Marqués de Armas.
Selección e introducción (1)
Entre el 31 de mayo y el 2 de abril de 1963, se celebró en La Habana la II Conferencia Nacional de Instituciones Psiquiátricas. Convocada por el Ministerio de Salud y por los servicios médicos del MININT, el propósito era sentar las bases de la prevención y la asistencia psiquiátrica en Cuba, en estrecho vínculo con los órganos de la Seguridad del Estado. A estas alturas se habían modificados varios artículos del Código de Defensa Social, en particular en lo concerniente a la noción de individuo peligroso, por lo que además de asegurar la clásica alianza entre psiquiatras y juristas (lograda durante la República y por sí sola virtualmente terrible), se pretendía fortalecer el consenso entre ésta y el nuevo poder revolucionario.
El carácter si se quiere tardío de este evento, donde hay desde el estupor frente a las leyes de última hora hasta el simulacro y la caricatura, remite lo mismo a un pasado reciente "no exento de errores" que a un futuro cercano que tendrá en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) su próxima pero no última expresión. Como en foto que toma por sorpresa a los actores durante el ensayo, se asiste a ese momento en que la Babel psiquiátrica es forzada a hablar una misma lengua; esto es, al devenir ideológico de la que fue hasta 1960 una institución como otra cualquiera, donde “psicogenetistas” y “organicistas” se enfrentaron a menudo con pasión, pero respetando las reglas del juego.
Justo al término del primero de estos de encuentros, realizado un año antes para "conciliar tendencias aparentemente irreconciliables y enfrentar el sectarismo revolucionario y científico", la Gaceta Oficial publicó un decreto que permitía al MININT declarar el estado peligroso sin necesidad de asesoramiento psiquiátrico, y bastando con la declaración de algún miembro de la CTC, la FMC, o el CDR. Por supuesto, el documento llega luego de varias redadas policiales, como la de los días previos a la invasión de Bahía de Cochinos, cuando 20 000 personas fueron arrestadas; la de Matanzas durante el verano; o la del 11 de octubre del mismo año contra pederastas, prostitutas y proxenetas (“la noche de las tres p”).
En todas estas razias se hizo un uso extenso de la llamada peligrosidad predelictiva (predelincuencia en el nuevo argot), sin que se requiriese el aún vigente "asesoramiento", formalismo introducido en la legislación en 1940, y que los psiquiatras tenían como una de sus conquistas. Fue para calzarlas que se decretaron las leyes 992 y 993 de 19 de noviembre de 1961, la primera anunciando que "el avance de la Revolución” permitía “crear nuevos métodos dirigidos a reeducar y rehabilitar delincuentes", y la segunda autorizando al Consejo de Defensa Social (ya incorporado al MININT) a adoptar medidas en el menor plazo.
Es después de derrotada la invasión de Bahía de Cochinos que se recrudece el hostigamiento de los sectores marginados, a quienes se les acusa de robar en las casas de los opositores políticos, curiosamente cuando se borran las fronteras entre contrarrevolución y delincuencia común. René Dumont recuerda en Cuba: socialismo y desarrollo que el término "lumpemproletariado" se empleó para designar "a los que no querían trabajar ni respetar las leyes revolucionarias", y relata que tras un discurso de Fidel Castro contra el "parasitismo social" se usó la poca cerveza que quedaba como "isca eficaz" para tenderles una trampa: "Cuando comenzaban a entregarla en los bares, la noticia se regaba rápidamente por la ciudad y los desocupados eran los primeros en aparecer. Eran entonces seguidos por un carro de policía y aquellos que no mostrasen un empleo regular eran enviados a trabajar a las granjas. Almorcé con un grupo de estos lumpen en el comedor de una plantación de palmeras en Las Villas, donde fueron concentrados unos 1800 (...) Los que se entregaban decididamente al trabajo tenían la posibilidad de ser rehabilitados, pero los reincidentes, en contrapartida, eran deportados para los Cayos, pequeñas islas donde el régimen de trabajo era bastante más duro y de donde era imposible escapar".
Esta indistinción entre vagancia y oposición a las leyes socialistas, expuesta en tono campechano por el agrónomo francés, quien prefería por cierto las granjas a las cárceles, sirvió para legitimar el secuestro y multiplicar los dispositivos disciplinarios --esto es, una invención liberal dirigida a los cuerpos individualmente--, ahora en las condiciones de fuerza de un régimen totalitario. Lo mismo ocurre en cuanto al control de la población, marcada por supuestos vicios y taras del pasado, y que entra de lleno en los cálculos de una economía de Estado. Se escucha entonces el término “salud psicopolítica”, que equivale según claro rasero biológico a deslindar entre “el pueblo sano y trabajador” y "los gusanos y lacras sociales”: deriva-animal que potencia el eugenismo de siempre, desde la liquidación del enemigo de clase (condenado por la historia a desaparecer) hasta el cultivo del Hombre Nuevo.
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