Por: Dr. Nelson Páez del Amo.*
Desde las aulas universitarias, cuando en la década
de los años sesenta estudiaba la carrera de medicina en la antigua Unión
Soviética, y luego, cuando cursaba los estudios para la especialidad de cirugía
en Cuba, siempre me insistieron mucho en la tremenda importancia que revestía
la educación para la salud durante un brote epidémico de cualquier enfermedad
que apareciera en una comunidad.
Mis profesores hacían hincapié en las enormes
posibilidades educativas de los medios masivos de comunicación, capaces llegar
hasta cada hogar u ostugo del país con consejos prácticos, orientaciones
esclarecedoras y medidas a tomar. Ellos constituyen una invaluable herramienta
en el enfrentamiento contra cualquier episodio epidémico que afecte a la
población.
Según la nota informativa emitida por el MINSAP el
martes 15 de enero del 2013, desde el día seis del mes en curso, se comenzaron
a detectar, en varios municipios de nuestra populosa capital , casos
confirmados de cólera, señalando como agente causal al Vibrio Cholerae 01 El
Tor enterotoxigénico serotipo Ogawa.
Durante diez días la habitantes de La Habana han
tenido, estoicamente, que escuchar las más inverosímiles “bolas” sobre el brote
epidémico de marras, han sido testigos de la movilización del personal de la
salud en todas direcciones, han escuchado charlas sobre las medidas a tomar
contra el cólera, han visto repartir tabletas de Doxiclina, sin que los
agobiados médicos y enfermeras de la familia pudieran esclarecerle sobre el
estado, desarrollo y pronóstico del brote en cuestión, mientras los medios
masivos de la información hacían mutis sobre la situación real, propiciando un
incremento de las trasmisiones de la “Radio Bemba” y el reguero de “bolas” de
todo género.
Sé que no faltará un ortodoxo que me diga que la
política educativa de salud es constante y sistemática y que nuestro pueblo
posee un alto nivel de información sanitaria; no es lo mismo nadar en la orilla
que donde no se dé pie. La percepción de riesgo no es la misma cuando hablamos
de algo que pudiera ocurrir o cuando lo hacemos sobre algo que está ocurriendo
y puede afectarte de forma real y tangible.
Pregúntele a cualquier persona de su comunidad
cuales son las características del vibrión colérico que nos afecta, que
significa enterotoxigénico, que es una cepa bacteriana, como se trasmite,
cuales son los signos y síntomas de la afección, cuales son las medidas
preventivas y de tratamiento fundamentales… y podrá comprobar que la realidad
es, que un alto porcentaje de la población ignora las cosas más elementales
sobre la enfermedad, ergo, la percepción de riesgo es muy baja.
Otro gallo cantaría si a través de los medios se
pudieran aclarar todos estos aspectos y otras aristas concernientes a la
afección, tales como explicar el peligro real que representa un brote de cólera
en la actualidad, como evitar su propagación, como prevenirlo de forma
efectiva… A través de la TV, la radio o la prensa escrita un solo especialista
pudiera asumir el trabajo de cientos de trabajadores de la salud y les ahorrarían
a estos la ardua tarea de educar, consejo por consejo, a toda una localidad, lo
que puede y debe hacerse con la ayuda de los medios de difusión y así ellos,
médicos y enfermeras, puedan dedicar todo su esfuerzo a la ejecución de medidas
concretas para la prevención, detección y el tratamiento de los pacientes en el
terreno y la educación cara a cara
¿Hasta cuándo vamos a seguir con el malsano hábito
del secretismo? tantas veces criticado por nuestro presidente. Seguir omitiendo
información, aun cuando vaya en detrimento de la salud de la población, es una
práctica nociva y hay que erradicarla.
No solo no es necesaria, sino contraproducente y
dañina. Esta actitud pasiva de los sectores periodísticos impide el uso de una
de las más efectivas armas para enfrentar un brote epidémico; la educación para
la salud a través de los medios de difusión masiva, capaces de llevar hasta el
último rincón del país el necesario mensaje educativo.
Lo único que verdaderamente crea el pánico, la
incertidumbre y la zozobra entre la ciudadanía es la falta de una información
veraz, correcta y autorizada, la que siempre será un antídoto contra los
rumores infundados, alarmistas y malintencionados.
*Médico, especialista y profesor auxiliar de cirugía
general, radica en Ciudad de la Habana, Cuba.
1 comentario:
afortunadamente en argentina no existe peligro de cólera, unicamente casos aislados, pero poco comun.
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