Por: Amarilis C. Rey.*
“Aquel chofer nos cobró 15 dólares por llevarnos hasta el Hospital Neurológico. (Foto a la derecha) Pedimos dinero prestado, ya que hacía muchos días que habíamos cobrado nuestra jubilación. De cualquier modo, entre las pensiones de los dos sumadas, ganamos mensualmente sólo un poquito más que lo que nos cobró el taxi. Pero por un caso de urgencia uno hace cualquier cosa.” Apuntó la mujer.
LA HABANA, Cuba, enero, 2012 -Entre las diferentes penurias que viven los cubanos pobres en la isla, la inmensa mayoría, está el enfermarse y tener que acudir a un hospital.
Isabel, de 64 años, se aterrorizó cuando vio que Manuel, su esposo, de 75, e intervenido quirúrgicamente hace algunos meses por un aneurisma, comenzó a sentir un dolor de cabeza muy fuerte que se extendía hasta parte de la cara.
Fueron al cuerpo de guardia de la policlínica del barrio donde residen, y allí el médico les recomendó que lo viera un especialista, dadas las condiciones delicadas de su salud. Pero para remitirlo hacia un hospital no contaban con servicio de ambulancia.
Así que, según cuenta Isabel, tuvieron que recurrir a un taxi particular, uno de esos autos fabricados en Estados Unidos hace más de cinco décadas, conocidos popularmente como “almendrones.”
He aquí su testimonio:
Cuenta que el auto los llevó al mencionado hospital, pero no pudo esperarlos. Así que tremenda fue la angustia cuando un médico les informó: ‘Aquí no tenemos cuerpo de guardia de Neurología. Tienen que ir a otro hospital.’
“Allí también me enteré, -manifestó Isabel- que el médico que había tratado a mi esposo durante su operación de la cabeza, y al que yo quería ver, se encontraba fuera de Cuba en una ‘misión internacionalista’. Sinceramente, fue como un jarro de agua fría lo que me cayó encima. Estábamos en medio del Vedado, sin la esperanza de ver un médico, tarde en la noche y con muy poco dinero.
Manuel continuaba empeorando por minutos tenía mucho dolor y se le estaba hinchando el ojo izquierdo por el que no podía ver nada.
Desesperados salimos a la calle, y con la ayuda de mi hijo, que nos acompañaba, pudimos parar una máquina, y rogarle al chofer que nos llevara al hospital más cercano. Así llegamos al Calixto García.
Nos indicaron que al cuerpo de guardia de Neurología estaba en un sótano, y había que bajar por unas escaleras muy estrechas.
Le pedí a mi hijo que bajara, pues ni Manuel ni yo podíamos hacerlo, cuando regresó me dijo: ‘Yo no sé si fue una broma, pero me informaron que en Neurología no había nadie, pues todos los médicos tienen el Dengue.
Me eché a llorar, sentí mucho desamparo e indiferencia a mí alrededor. Ya era muy tarde en la noche y mi esposo continuaba sintiéndose muy mal. Tuve que acudir al cuerpo de guardia del hospital, aquello fue deprimente, por eso no quería caer allí.
Nos vio un médico muy joven, que parecía un estudiante extranjero, por su aspecto y acento. Cuando supo de la reciente operación de mi esposo, nos remitió para el Hospital Nacional ( Foto a la derecha) , alegando que aquello estaba muy lleno y era probable que Manuel requiriera cuidados especiales.
Después de esperar media hora, una ambulancia nos llevó al Nacional. Fue examinado por un médico, le diagnóstico sinusitis, y le mandó penicilina.
Al pasar de los días, gracias a la ayuda de un médico amigo, descubrimos que mi esposo padecía de un herpes zóster, que le afectaba tres nervios en la cabeza y la cara. La famosa ‘culebrilla’ de la que todos hemos oído hablar.
Muchos, y muy caros, medicamentos hemos tenido que comprar, uno de ellos el Aciclovir, un antiviral, cuesta casi 14 dólares, esto es una fortuna para nosotros.
Pero como si fuera poco, en una consulta médica del Nacional, una doctora me comentó: Esto no te lo puedo decir, pero tú me inspiras confianza: ¡dale carne de res al viejo! ”
Fuente: Cubanet.
*Se inició en el periodismo a través de un curso para corresponsales organizado en la década de 1980 por el periódico Tribuna de La Habana. Se integró al grupo de oposición pacífica Agenda Nacionalista, y en enero de 1998 empezó a trabajar en la prensa independiente. Escribe para CubaNet, el periódico La Primavera de Cuba y para la página digital La Primavera. Fue miembro de la Asociación Pro Libertad de Prensa (APLP).
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