50 días de Oración por Cuba.
Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! MI hija es gravemente atormentada por un demonio… Entonces ella vino se postró ante él, diciendo ¡Señor socórreme! Mt.15:22, 25
- Dígame doctor ¿qué tiene el niño?
- Señora su hijo tiene una enfermedad incurable, tiene un lupus eritematoso
- ¿Tan grave es?
- Necesita un cuidado esmerado y no vivirá muchos años porque su cuerpo se irá deteriorando. Tiene que ser fuerte y sobreponerse porque su labor como madre es muy importante.
Historias como estas la hemos escuchado y son como una sentencia de muerte para las madres. Pudiéramos referirnos a enfermedades transitorias que también demandan el cuidado de las madres, correr hacia los hospitales, resolver la medicina, desvelarse por las noches cuidándole el sueño, todas estas son momentos difíciles para los padres, pero más estresante es cuando son enfermedades crónicas que conllevan a una dedicación completa. Generalmente el padre tiene que ir a trabajar y poder buscar el sustento, pero la madre es quien se confina al hogar y se consagra todo el tiempo para el cuidado de ese hijo. No cabe duda que su labor es titánica, merecen el aplauso del cielo por esa labor.
Si la conversión de nuestros hijos es de gran preocupación para las madres, las enfermedades físicas y mentales, también ocupan un lugar primordial. Las enfermedades traen aparejadas otras inquietudes, malestares, noches de hospitales, carencia de medicinas, pruebas médicas dolorosas, y un sinnúmero de sinsabores.
En Lc.8:40-56 tenemos narrada la historia de Jairo, un principal entre los judíos que no escatimó postrarse a los pies de Jesús para sanar a su hija, él clamó, suplicó, pero sobre todas las cosas confió que el Señor podía levantarla. Cristo demostró que tenía poder porque la niña había muerto, pero él tenía poder y expresó: “No temas, cree solamente y será salva”. Estas son palabras de aliento para los padres que tienen sus hijos enfermos, poner la confianza en Jesús. Aun si no viéremos sanidad el Señor nos reconforta y nos da fuerza para soportar con gozo todas esas pruebas.
Para conversar en familia:
¿Cómo enfrentamos la enfermedad de nuestros hijos? ¿Nos desesperamos? ¿Echamos la culpa a Dios? ¿La vemos como una prueba de nuestra fe para fortalecernos?
Meditemos en que las enfermedades son una consecuencia del pecado del hombre y que aún los cristianos la experimentamos.
Nuestra esperanza está en el Señor, como expresa el himno.
Oremos Juntos: “Señor, que dura es la prueba de tener hijos enfermos. Danos fuerza para poder enfrentarla, paciencia para poder vivirla y esperanza sabiendo que las enfermedades son transitorias y que algún estaremos contigo donde no existirá ni aún la muerte. Gracias por esta promesa. Amén”.
Para Meditar: La enfermedad es el crisol donde se prueba nuestra fe.
Información procedente de la campaña: 50 días de oración por Cuba.
Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! MI hija es gravemente atormentada por un demonio… Entonces ella vino se postró ante él, diciendo ¡Señor socórreme! Mt.15:22, 25
- Dígame doctor ¿qué tiene el niño?
- Señora su hijo tiene una enfermedad incurable, tiene un lupus eritematoso
- ¿Tan grave es?
- Necesita un cuidado esmerado y no vivirá muchos años porque su cuerpo se irá deteriorando. Tiene que ser fuerte y sobreponerse porque su labor como madre es muy importante.
Historias como estas la hemos escuchado y son como una sentencia de muerte para las madres. Pudiéramos referirnos a enfermedades transitorias que también demandan el cuidado de las madres, correr hacia los hospitales, resolver la medicina, desvelarse por las noches cuidándole el sueño, todas estas son momentos difíciles para los padres, pero más estresante es cuando son enfermedades crónicas que conllevan a una dedicación completa. Generalmente el padre tiene que ir a trabajar y poder buscar el sustento, pero la madre es quien se confina al hogar y se consagra todo el tiempo para el cuidado de ese hijo. No cabe duda que su labor es titánica, merecen el aplauso del cielo por esa labor.
Si la conversión de nuestros hijos es de gran preocupación para las madres, las enfermedades físicas y mentales, también ocupan un lugar primordial. Las enfermedades traen aparejadas otras inquietudes, malestares, noches de hospitales, carencia de medicinas, pruebas médicas dolorosas, y un sinnúmero de sinsabores.
En Lc.8:40-56 tenemos narrada la historia de Jairo, un principal entre los judíos que no escatimó postrarse a los pies de Jesús para sanar a su hija, él clamó, suplicó, pero sobre todas las cosas confió que el Señor podía levantarla. Cristo demostró que tenía poder porque la niña había muerto, pero él tenía poder y expresó: “No temas, cree solamente y será salva”. Estas son palabras de aliento para los padres que tienen sus hijos enfermos, poner la confianza en Jesús. Aun si no viéremos sanidad el Señor nos reconforta y nos da fuerza para soportar con gozo todas esas pruebas.
Para conversar en familia:
¿Cómo enfrentamos la enfermedad de nuestros hijos? ¿Nos desesperamos? ¿Echamos la culpa a Dios? ¿La vemos como una prueba de nuestra fe para fortalecernos?
Meditemos en que las enfermedades son una consecuencia del pecado del hombre y que aún los cristianos la experimentamos.
Nuestra esperanza está en el Señor, como expresa el himno.
Oremos Juntos: “Señor, que dura es la prueba de tener hijos enfermos. Danos fuerza para poder enfrentarla, paciencia para poder vivirla y esperanza sabiendo que las enfermedades son transitorias y que algún estaremos contigo donde no existirá ni aún la muerte. Gracias por esta promesa. Amén”.
Para Meditar: La enfermedad es el crisol donde se prueba nuestra fe.
Información procedente de la campaña: 50 días de oración por Cuba.
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