martes, julio 28, 2020

Intento de asesinato. Segunda Parte

Una colisión inesperada del Lada Rojo
Estaba por finalizar el año 1992, en ese tiempo había sido detenido, interrogado y amenazado; citado en varias ocasiones a la sede del DSE, presentado en el Hospital donde trabajaba como “contrarrevolucionario” y “uno de los derechos humanos”. Fracasa un Acto de Repudio organizado en el Hospital, en tanto que, en el vecindario se intenta otro Acto de Repudio, sin mucho éxito, en la Zona de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en Calle 86 y 13 en Playa. A esto se agrega que el resto de mis familiares comenzaron a sufrir las ambigüedades, controles y presiones de todo tipo. ¿Qué faltaba? Algo que nunca esperé.
En octubre de ese año, la escasez de gasolina afectaba toda la capital; a pesar de contar con los cupones para surtir de gasolina no había y cuando aparecía era acompañadas de filas interminables de autos. A mediados del mes en el Servicentro de 42 y 33 en Marianao había gasolina disponible y fui para allá; me puse en la fila que ya superaba la Calle 36 y la avenida 33, pero veo que era imposible y decidí irme. Antes caminé en más de una ocasión alrededor del Servicentro, y con esa agudeza que genera el ser objeto de vigilancia, me percaté de un sujeto que se mantenía a distancia vigilándome.
Fue así como regresé al mi auto, un Moskvich Alejo 2141 con problemas de la trasmisión y giré en 42 y 33 hacia la avenida 41, con la intención de girar a la izquierda en la 35 Av. Paré, puse el indicador mientras un auto blanco se situaba detrás. Como tenía dificulta en el arranque por la trasmisión se me hizo difícil el giro y fue entonces cuando veo que venía como un bólido, bajando desde 41 un Lada de color rojo a exceso de velocidad.  Reaccioné con rapidez y en segundos, estando en una cuesta empinada y con las dificultades de la trasmisión solo dejé que el auto, en neutro, descendiera hacia atrás; en tanto que el auto blanco superaba por la izquierda y seguía su camino. Todo indica que el chofer del Lada rojo mostró desorientación y viniendo en descenso y a exceso de velocidad; considerando que yo también haría el giro, gira a la derecha para ir a estrellarse contra un jeep Gaz 69 del ejército, que estaba parqueado a la izquierda en la avenida 35. Como es de suponer la colisión con un vehículo solido como lo es el Gaz 69 destruyó el Lada.
Un dibujo aproximado de la posición de los autos comprometidos con la colisión. 
Regresé a la esquina y unos vecinos del lugar llegaron hasta mi para decirme que habían visto el accidente y que podían testificar a mi favor; anoté el nombre de dos de ellos. En tanto que el conductor del Lada regresó y me conminó a que le diera mis datos y el número de la placa. ¿Esperamos la Policía?, le pregunté, No, no es necesario, me dijo. Fue entonces que regresé a mi casa.
Estoy seguro de que el conductor no esperaba que dejara rodar en neutro mi auto para que este descendiera por la inclinación; en tanto que el esperaba que un giro a la derecha produciría la colisión con mi auto. Estaba preparado para esto, tal es así que, cuando giré lentamente y me coloqué en la avenida 35 y regresé al lugar del accidente, el conductor salía del auto arruinado caminando sin ningún problema. No se quedó allí ni procuró mi atención; cruzó rápidamente la Calle 42, se encontró con el sujeto de pantalón de mezclilla y camisa a cuadro alto él, el mismo que había llamado mi atención; intercambiaron brevemente y se dirigieron a un teléfono público que hay muy cerca del Servicentro. Era necesario reportar y esperar orientaciones.
Las circunstancias en que se produjo este incidente son desde todo punto de vista muy sospechosas. Cuando usted es seguido por la policía política desarrolla un especial instinto de atención, pasiva y activa, de manera que percibe la asechanza como algo real. No, no es paranoia, en realidad usted es objeto de atención frecuente sobre todo cuando se mueve con premura en un auto.
La colisión inesperada se da porque el conductor del auto Lada, por muy avezado que era, no esperaba que me detuviera en firme y dejara rodar mi auto hacia atrás. Cuando se produce el choque y queda destruido y humeante el auto, sale del mismo el conductor y camina apresurado para cruzar una calle y encontrase con el otro sujeto; caminan hasta la otra intercepción y hacen una llamada telefónica. De regreso, el conductor, no acepta esperar por la Policía.
Mi error fue desatenderme de los testigos que me abordaron y aceptar que la Policía no llegaría para iniciar la pesquisa policial del accidente; e irme para mi casa.
Continuará…,
Nota: La foto corresponde a un dibujo aproximado de la posición de los autos comprometidos con la colisión.
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