Por Eloy A González.
No importa si lucha un hombre o diez mil, si un hombre
ve que no tiene otra opción que luchar, entonces luchará, tenga a otros a su
lado o no. Hans Fallada.
He visto la película Solo en Berlín (Alone in Berlín)
un drama de guerra del 2016 dirigida por Vincent Pérez y protagonizada por
Brendan Gleeson y Emma Thompson como el
matrimonio Quangel. Basada en la novela Solo
en Berlín de Hans Fallada, quien en realidad es el autor alemán Rudolf
Wilhelm Friedrich Ditzen (1893-1947). Se trata de uno de los autores alemanes
más importantes del siglo xx, cuya obra
se está recuperando del olvido; prueba de ellos es la publicación de esta
novela en español y el film que nos ocupa.[1]Cartel de la pelicula "Alone in Berlin" |
La historia de una pareja de berlineses en los años
cuarenta en la Alemania nazi que establecen un accionar para desafiar al
régimen nazi, es desde todo punto de vista conmovedora en tanto que peculiar.
El matrimonio Hampel estaba formado por una pareja
de clase trabajadora e idearon un
sencillo método de protesta que duró dos años (de septiembre de 1940 al otoño
de 1942). Escribieron postales contra Hitler y el régimen nazi y las
distribuyeron por los lugares públicos de Berlín. A pesar de que su protesta
apenas causó una onda superficial en el régimen nazi (la mayoría de las
postales que se encontraron fueron entregadas inmediatamente a la Gestapo), su
actividad avergonzó a los jefes de la policía secreta, puesto que durante más
de dos años no fueron capaces de detener a los anónimos distribuidores de las
tarjetas. Finalmente fueron detenidos por la Gestapo, juzgados el 22 de enero
de 1943 por la Sala Segunda del Tribunal Popular , acusados de “socavar la moral militar” y de “alta
traición“, fueron declarados culpables y acabaron decapitados en la prisión
de Plötzensee de Berlín en abril de 1943.[2]
Aun cuando en el guion de la película, el catalizador
para que este matrimonio decidiera desafiar al régimen nazi en tan difíciles circunstancias
se relaciona con la muerte en el frente de combate de un hijo; en realidad lo
que ocurrió es que el hermano de Elsie había muerto en combate en el año 1940, esto en Francia. La noticia
fue para ellos devastadora.
Salvando las distancias, todas las distancias; porque
nadie puede reescribir anécdotas sobre eventos tardíos, dedicaciones improcedentes
y expiaciones de soslayos; recuerdo algunos eventos donde fui participe en uno
de aquellos años liados e impredecibles que vivimos, esto en el 1991.
Un día de agosto del 1991 salí del hospital donde
trabajaba de regreso a la casa, cuando tomo uno de esos camiones que corrían por
la calzada de Bejucal lleno de pasajeros que habían subido los amarillos en los puntos habituales de recogida. Cuando el
camión sobrepasó el punto de la calzada y la autopista me dejo más allá del
paso de nivel bajo una llovizna; caminando sobre el puente encontré cientos de
volantes escritos en distintos colores y letras bien legibles con textos contra
el régimen Castro comunista. En todo el viaje de regreso estuve pensando en
esto. Dentro del grupo en el cual conspiraba contra el régimen, teníamos en
curso una protesta mediante letreros- grafitis; esta una especia de campaña por
el NO. [3]
Ese día pensé todo lo útil que sería hacer una especie
de volante en forma de carta, no para ser puesto en lugares públicos, sino para
enviar por correo postal a instituciones que no estaban comprometidas con el
régimen y al recibirlas, no la entregarían sino que la leerían y tal vez
compartirían; el primer objetivo serian organizaciones e instituciones religiosas.
En ese tiempo tenia algunas notas que circulaban entre los grupos de oposición
y sobre todo informaciones muy precisas de la Concertación Democrática Cubana,
organización que aglutinaba un grupo de organizaciones disidentes.
Al día siguiente de regreso al Hospital, en la sección
de consulta externa del Hospital “Julio Trigo”,
revise todas las posibilidades de hacer aquel trabajo de mecanografiar, copiar
y poner en sobres los documentos que me interesaban enviar. Nadie más estaba al
tanto de esto, ni aun los escasos miembros del grupo político. En la consulta externa había tres máquina de escribir
, una en la oficina de turnos, otra en el del departamento de Quimioterapia (
donde trabajaba) y una tercera máquina que nadie usaba en un amplio closet de
la consulta #2 que, tapada por montañas de modelos, nadie veía. Revise, limpie
y puse a punto esta máquina que guarde cubierta por los cientos de modelos que
se mantenían allí y que se salvaban, por el momento, de ser usados como papel
sanitario.
Declaraciones, notas, citas de textos de derechos
humanos y alguna que otro comentario de declaraciones
que escribí, conformaron un pequeño archivo de informaciones que escribía en
aquella máquina sin preocuparme por los que entraban y salían porque, en mi trabajo,
llevaba todos los tratamientos de quimioterapia mecanografiados. Puede que estuvieran
presentes mientras mecanografiaba dos enfermeras, una médico y varios pacientes
recibiendo tratamiento, en tanto que yo, hacia mi correspondencia de textos que
desafiaban al régimen y los preparaba para enviarlos por correo.
Fotos de la ficha policial de Otto y Elsie Hampel |
Cuando terminaba mi trabajo en la tarde, tomaba la
salida del Hospital Lebredo y remontaba la calle principal del barrio de Párraga;
superada la terminal de la ruta 2 y antes de la curva de Parraga estaba un
pequeño correo con un buzón hacia la calle donde depositaba mis cartas subversivas dirigidas a
instituciones religiosas. Esto lo hice en varias ocasiones. Al dejar las cartas
me subía al ómnibus de la ruta 2 y cambiaba en La Víbora a la ruta
100…regresaba a mi casa.
Entonces ocurrieron dos hechos que me pusieron en
sobre aviso de lo peligroso que podía resultar todo aquello; porque peligroso sí
que era. En una visita a mi amiga, la actriz
parametrada, me encontré a esta atemorizada; resulta que le habían dicho
que los agentes del régimen estaban en
la zona llegando a algunas casas donde tenían máquinas de escribir y estaban
revisando estas, a ella le revisaron la suya. Me alarmé, ella me había ayudado
a conseguir mi máquina de escribir, que me había vendido una conocida modelo,
que vivía en la barriada de Playa. El otro incidente resultó el más preocupante
y fue cuando una de las oficinistas que trabajaba dando los turnos en la consulta
externa, persona de mi confianza, se me acerco para decirme que algunos agentes
habían estado revisando las máquinas de escribir. ¿Qué maquinas revisaron? …, las
de aquí de la oficina y la del Dpto. de Quimioterapia.
No le dije más nada, fui a la consulta #2 tome la máquina, por un momento pensé
en dejarla inservible, pero después encontré un lugar donde por meses no la
encontrarían. Los documentos que tenía los dejé
en el falso techo de la consulta. Meses después cuando fui detenido y en
la tercera citación a Villa Marista me amenazaron de registrar mi casa y la de
una familia amiga en la Habana Vieja… les dije “que podían hacerlo cuando quisieran pero no encontrarían nada”. ¡Y sí
que tenía todo en la casa! En días sucesivos lleve todo al falso techo de la
consulta y siempre que me fue posible caminaba a los depósitos de basura detrás
de Instituto Nacional de Medicina del Trabajo , colindante con el Hospital “Julio Trigo”, donde iba dejando toda la
papelería . Entre esos documentos estaban muchas hojas membretadas. Con mi último
deposito aproveche para salir por el Instituto
de Medicina del Trabajo y allí estaba parado, como esperando, el agente “Rey” de la Seguridad del Estado…, no tenía
otra, fui hasta donde estaba y le salude.
Muchos aducen que dedicaciones como esta de nada sirven
como no sea para llevarte al tanque,
a la cárcel. Cuando alguien asume que vive bajo una dictadura absolutista y
debe rebelarse en la forma que así considere, asume que su gesto es un acto de
libertad personal; no hay la intencionalidad de buscar una liberación colectiva
y un cambio de régimen inmediato. Un acto de desobediencia activa es un acto de
liberación interior que hace a la persona proclive, en primer término, a
reconocer cuanto de necesario es hacer algo y hacerlo prontamente aunque los
resultados no sean tan promisorios.
En el film, Elsie requiere a su esposo Otto que le
explique cómo puede ser útil lo que hacían y si traería algún beneficio a la
sociedad. No habría resultado en aquella sociedad en la que vivían, envilecida
y atemorizada bajo el régimen nazi; pero él le dice que en cada acto se
liberaban…, estamos más liberados, decía, y su esposa entendía sus palabras.
Las más de 250 tarjetas que escribieron y distribuyeron en la ciudad Otto y
Elsie Hempel apenas llegaron a un sector significativo de los que ellos
consideraron que estaban dirigidas, pero en aquel empeño se sentían más libres.
El agente investigador en el film señalaba a Otto Hempel que solo 18 tarjetas
no habían llegados a sus manos, la mayoría de los asustados ciudadanos las
entregaban de inmediato a la policía cuando las encontraban.
Todo esto ocurre en una sociedad en completa sumisión
del individuo y de la colectividad. La
indefensión y la desesperanza corroen el alma social y evitan superar el
totalitarismo, no es una lección que aprendimos del nazismo, está en cada tiranía
que se afinca en el poder.
El “no se puede
hacer nada” nos acompaña, nos carcome la conciencia y evita que la
dedicación de pocos se haga empeño de muchos.
Del expediente policial de los Hempel, en contexto,
aparecen los argumentos del agente interrogador cuando ya Otto se había
declarado culpable y buscaba de manera infructuosa salvar a su esposa de la
muerte. “Morirás por esto y todo habrá
sido en vano“, le decía Willy Pueschel, el inspector de la Gestapo que lo
interrogó tres veces. “No es por nada,”
contestó Otto, “Yo no fui uno de vosotros”.
Termino diciéndole al interrogador que se había sentido feliz haciendo algo. En
cada instante de la vida del matrimonio Hampel en aquellos dos años de protesta
activa y entrega a lo que creían su lucha, fueron libres y por qué no...,
felices.
Los Hampel habían echado fuera el temor, cuando fueron
apresados aceptaron su culpabilidad si es que la había conforme a las leyes de
un régimen criminal y despótico y fueron al patíbulo, convencidos que habían
superado lo que tantos de sus compatriotas no asumían: el temor paralizante y
la certeza de que algo se podía hacer contra aquel régimen.
Para ellos era cierto que en el amor no hay temor, y que este cuando es genuino echa fuera el temor…, había adhesión en
ellos; el de la dedicación fascinante a la conspiración, la contienda y el acto
liberador de hacer algo sencillo de escaso provecho pero justificado.
Es lo que se
experimenta…., así de simple.
©2017
[1] E. (n.d.). Solo en Berlín. La recuperación de una obra maestra de las
letras alemanas. . Retrieved
October 4, 2017, from
http://www.maeva.es/colecciones/exitos-literarios/solo-en-berlin
[2] S. (2013, Abril 23). Otto y Elise Hampel: la resistencia al totalitarismo
mediante tarjetas postales. Retrieved
October 4, 2017, from
http://www.aryse.org/otto-y-elise-hampel-la-resistencia-al-totalitarismo-mediante-tarjetas-postales/
[3] González, E. A. (2013, June 9). NO, la película: el derecho a
plebiscitar a una dictadura. . Retrieved
October 4, 2017, from
http://buenavistavcuba.blogspot.com/2013/06/no-la-pelicula-el-derecho-plebiscitar.html
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