Por: Dr. Eloy A González.*
Después
de publicado en la red el artículo sobre las depuraciones de los profesores de
Medicina de la Universidad de La Habana al triunfo de la así llamada revolución;
dejé anotado al final lo siguiente: Nunca
sabremos cuántos profesores universitarios fueron objetos de estas prácticas
que negaban el derecho y discriminaron de manera aviesa a tantos.
Fue entonces que comencé a buscar información
sobre lo que se consideró el éxodo de médicos en los primeros años de los 60’s
y la adecuación de los planes de estudio de la Carrera de Medicina, lo que se conoció
como el “plan Baeza”, entre otros
aspectos.
Es
así que me encuentro una información sobre los programas de la Carrera de
Medicina y la relación de las cátedras y
profesores que componían el claustro de la
Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana.
Todo esto en las cambiantes
circunstancias de los primeros años de la Revolución, teniendo en cuenta que la
Universidad permaneció cerrada durante los años 1957 y 1958. Cuando se
reiniciaron los cursos regulares, el claustro de profesores fue objeto de las prácticas
infortunadas de los juicios públicos, las depuraciones, las separaciones definitivas,
las jubilaciones forzadas y las renuncias. De todo esto quiero tratar en este
artículo.
En
un documentado libro sobre el sistema de salud en Cuba ,
encuentro lo que es la opinión de uno de los más conspicuos paniaguados del
régimen recién estrenado, tomando partido tan pronto como se produjo el triunfo revolucionario, esto dice: “Este triunfo significo históricamente la
terminación para siempre de cuatro siglos y medio de dominio colonial y neocolonial,
de opresión de las masas trabajadoras……, La victoria revolucionaria altero en
sus fundamentos la correlación entre las clases sociales del país”. Aquí
viene lo mejor: “Al calor de la lucha de
clases se produce un éxodo masivo de médicos estimulados por la política
agresiva del gobierno de los Estados Unidos. En los primeros años de la
revolución abandonan el país cerca de 3 000 médicos. La Escuela de medicina
quedaba con solo 13 profesores”.
De los argumentos sobre el éxodo médico, será tema de otro análisis. Lo que concierne
a este artículo es definir las contradicciones que se produjeron en los
primeros años de la revolución; cuando la dirección revolucionaria dio cuenta
de tantos profesionales que participaban en la docencia y eran depurados, o
eran funcionarios de las instituciones de salud del régimen anterior y habían
sido cesanteados. Pero sobre todo muchos, viendo lo que se avecinaba, tomaron las de Villadiego.
Los
mismos razonamientos que emplean Arujo Bernal
y Rodríguez Gavaldá para explicar el supuesto éxodo masivo de médicos al
triunfo de la revolución, revelan las verdaderas opiniones que de los médicos cubanos
se hacían los nuevos detentadores del poder en Cuba; que se hicieron de un
gobierno y establecieron muy pronto una dictadura. Esto autores le dan la
excelencia y credibilidad a una clasificación que someten y adecuan a lo que
consideran subgrupos de profesionales médicos que emigraron o eran posibles emigrantes.
En realidad la clasificación puede muy
bien adecuarse a lo que los nuevos ideólogos pensaban de los médicos y como los
veían como potenciales enemigos a combatir y dar cuenta de ellos; sujetos además
a las depuraciones, jubilaciones forzadas y renuncias que se engendraron entre los
profesores de la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana. Aquí la
clasificación:
Grupo A: Médicos
comprometidos en las actividades delictivas, políticas o no, de la dictadura de
Batista.
Grupo B: Médicos
que sea por el ejercicio profesional, herencia, matrimonios u otro factor,
poseían un capital apreciable invertido en industrias, bienes raíces, a quienes las leyes revolucionarias afectaron
como inversionistas y propietarios.
Grupo C: Médicos
que en el desarrollo profesional habían logrado un estatus por el que lograban
grandes ingresos anuales.
Grupo D: Médicos
que por su especial y alta calificación o por la relativa escases de sus
especialidades en Cuba, o por ocupar cargos de responsabilidad e importancia,
fueron tentados y subyugados con el ofrecimiento de grandes ventajas de todo
orden en caso de emigrar.
Grupo E:
Entendemos que este grupo es el más numeroso y está constituido por médicos que,
fijados por su formación, pertenecientes a la pequeña burguesía, sentían la
revolución como algo amenazante para ellos y sus familiares.
Siendo
categorizados y clasificados, la revolución, que se afincaba en una ideológica comunista
ya había establecido un derrotero que implicaba la sumisión a esta clase que
formaba parte de la pequeña burguesía nacional; para la cual no había más
alternativas que la de formar parte del proceso revolucionario o emigrar. A todo esto se suma las falsedades en
las acusaciones, la premura en aplicar una reforma universitaria que pusiera a
la Universidad como institución, de rodillas ante el poder, y finalmente
consolidar un régimen de tal suerte que aun esta inculcado en la sociedad y la conciencia
nacional.
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Profesor
Dr. Ramón Grau San Martin y Profesor Dr. Manuel Costales Latatú,
dos de los
primeros 12 profesores depurados de la Escuela
de Medicina 1959
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Los
profesores fueron víctimas de este ruin accionar que pretendía,- y así lo
lograron-, consolidar un sistema de educación médica y de salud proclive a los
intereses ideológicos del régimen, que traía las ideas del socialismo tropical
que nos endilgaron. Esto les llevó poco tiempo.
La Universidad
estuvo cerrada desde noviembre de 1956 hasta enero de 1959, por lo que en 1957
y 1958 no hubo graduaciones de médicos. Sí contamos con la relación de
profesores que integraban el claustro en el año 1956, lo que sirve como
referencia para poder comparar con el cambiante claustro de profesores que quedó
de manera definitiva y al servicio de la revolución cuando se establece la Reforma
Universitaria el 10 de enero de 1962. Pero veamos algunas particularidades de
este variable proceso.
En
el año 1956 la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana contaba con un claustro de 161 profesores titulares,
auxiliares y agregados. Cuando se reinician las actividades docenes 4
profesores habían fallecido por lo que el claustro era de 157 profesores distribuidos
en las diferentes cátedras. Fue entonces, al comienzo del año 1959, que se procedió
a las depuraciones, la primera. En esta se tomaron en cuenta la colaboración con la dictadura batistiana
y la participación como candidatos en las elecciones generales de 1954 y 1958;
fueron expulsados 12 profesores. Es decir que fueron depuestos por participar
en elecciones generales, no sabemos si como candidatos. La libre decisión de
participar en unos comicios fue causa suficiente para ser proscritos del
claustro, no sin antes ser calificados de “batistianos”.
Los primeros profesores depurados, 12 en total, fueron los doctores: Ramón Grau San Martín, Manuel Costales Latatú,
Hugo Hernández Blanco, Enrique Saladrigas Zayas, Alfredo Nogueiras Herrera,
Manuel Ampudia González, Félix Hurtado Galtés, Luis Ortega Verdes, Juan J.
Castillo Arango, José Iglesias de la Torre, Delio García Romeu y Octavio
Iglesias Pérez.
A
esto se sumó la reacción de un grupo destacado de profesores que, en desacuerdo
con el giro que tomaban los acontecimientos en la Facultad de Medicina, el 2 de
febrero de 1959 seis de ellos, considerados de gran prestigio científico y que
no habían sido acusados, presentaron las renuncias irrevocables a sus cátedras.
Este hecho se conoce como: "la
renuncia de los puros”. Es decir que se les consideró como “puros”
en tanto se establecía un neto distingo
con los anteriores depurados que fueron supuestos “colaboracionistas”. Los profesores renunciantes-puros fueron los doctores: Ricardo Núñez Portuondo,
Gustavo Cuervo Rubio, Pedro M. Castillo Martínez, José Bisbé Alberni, Vicente
Pardo Castelló y Roberto Varela-Zequeira Rodríguez.
Un
grupo numeroso de profesores, 44 en total,
se acogieron a la jubilación por la edad ante el temor de lo que veían venir, un nuevo
proceso de depuraciones; donde serían sometidos a juicios públicos y sujetos a
contravenciones de incumplimientos e incapacidad que bien podían no ser
ciertos. Algo así como..., “me voy antes
que me depuren”. También una Ley del año 1960 (Ley No. 859), -que establecía
la jubilación obligatoria-, le fue aplicada a 12 profesores de la Facultad de
Medicina. Esto significa que, entre los depurados, jubilados y renunciantes; el claustro había perdido 74 profesores
que representaban el 47% del claustro que había reiniciado sus labores en enero
de 1959.
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Profesor
Dr. Ricardo Núñez Portuondo y Profesor Dr. Gustavo Cuervo Rubio,
dos de los profesores
“puros” que renunciaron en solidaridad con los depurados.
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Entre
el año 1959 y1960 con la intención de cubrir las plazas de estos profesores,
fueron contratados 28 médicos que habían desempeñado o desempeñaban las plazas
formadoras de la carrera docente: adscriptos, instructores y asociados. Solo
que esto vino a complicarse, porque en una reunión del claustro de la Facultad
de Medicina el 29 de julio de 1960 la mayoría de los profesores presentes, no
aceptaron la nueva forma de cogobierno entre profesores y alumnos, ni la
disolución del Consejo Universitario para ser sustituido por una Junta Superior
de Gobierno, ni la sustitución de los Decanatos por Juntas de Gobierno en las
Facultades. Entonces los nuevos mandamases los declararon en “rebeldía contrarrevolucionaria” y fueron depurados 46 profesores.
Un grupo de profesores que no habían estado presentes en la reunión mencionada,
en solidaridad con los expulsados, renunciaron a sus cátedras; estos fueron 34
en total. Entre los depurados en esta segunda limpieza académica y los renunciantes, fueron 80 profesores que
dejaron la Facultad de Medicina. Cuando se aplica la Reforma Universitaria en
el año 1962 quedaban en la Facultad de Medicina, entre profesores antiguos y contratados,
23 profesores en las diferentes cátedras.
Resulta
sorprendente que las autoridades revolucionarias que habían hecho suyas las
proyecciones del programa del Moncada y que buscaban crear un sistema de salud
que alcanzara a mucho después de un reordenamiento de las políticas de salud y
de novedosos programas de educación médica; ahora se dedicaban a la lucha
ideología. Estos nuevos líderes y
funcionarios de ocasión no vacilaron en
despreciar la justicia, cuestionaron la rectitud de muchos y dejaron a un lado
la honradez ciudadana. Se emplearan a fondo
en controlar a la Universidad en tanto que institución y en esta la Escuela de
Medicina. Fue así que arremetieron, inhabilitaron, mintieron y agraviaron el
decoro de muchos, para expulsar a tantos profesores con una bien ganada reputación
como médicos y educadores; lo que en realidad ponía en peligro sus propios
planes dirigidos a los más desfavorecidos.
Pero
estos nuevos autoritarios, ávidos de poder, le echaron mano a la represión y la
exclusión social. Terminaron fusilando, llenando las cárceles de presos,
promoviendo el éxodo y alimentando el odio entre los cubanos. Con lógica razón
muchos se preguntaron: ¿cómo proscribir a tantos profesores que podían formar
las nuevas generaciones de médicos que reclamaba la revolución para sus planes
de salud? Años
después de las depuraciones y jubilaciones
forzadas le preguntaron al doctor
Roberto Guerra Valdés, sobre la aplicación de estas jubilaciones obligatorias y
contestó que “esos profesores constituían
un obstáculo a la aplicación de la reforma” universitaria que se buscaba
imponer. Es decir, eran los que no
entraban ni iban a entrar por el aro ideológico, por lo tanto había que
eliminarlos.
La Revolución
había llegado; su ideología sin lugar a dudas de corte socialista pretendía,
sin cortapisas, establecer una sociedad que trasformara la estructura económica
y social del país. Que esta se adecuara a un programa impuesto, donde se instaurara
la dictadura del proletariado, que era decir la dictadura Castro comunista. En
poco tiempo se estableció y se apuntaló al punto de que lleva más de medio
siglo de autoritarismo. Para lograr esto había que asaltar el poder,
desmantelar lo que quedaba del estado de derecho y conculcar las libertades que
recién se habían rescatado.
Por
aquellos días en la Universidad de La Habana enterraron de manera simbólica un
medio periodístico de la época. En son de
fúnebre pachanga, señalaba un conocido periodista.
Esto dijo en aquella ocasión el comunicador: Ustedes nos plantean la disyuntiva que hay que estar con o contra la
Revolución. Pero habrá que preguntarles con cuál Revolución. Si con la
Revolución Cubana que depuso a un tirano y planteó de inmediato la liquidación
del peculado, la reparación de viejas injusticias y la afirmación de nuestras
esencias patrias, o la Revolución de los excesos, de las mentiras, del odio, de
los asaltos……”, y sí, se produjo un asalto; la nación toda fue ocupada y
las conciencia colectiva adormecida; la sinceridad
tropezó en la plaza pública y la
honradez nunca más pudo presentarse.
6.9.2017©
*Médico Especialista de I Grado en Oncología. Profesor
Instructor de Farmacología de la Universidad de la Habana. Asesor Nacional del Colegio Médico
Independiente de Cuba. Columnista del Diario Digital Independiente cubano,
NoticubaIntenacional y del Periódico Panorama de Fort Worth, Texas. Contribuye
con artículos de opinión sobre Cuba en distintos sitios Web con temas de Salud
y DDHH entre otros. Consultor para Gerson Lehrman Group. Ha trabajado como
Oncólogo para la Secretaria de Salud del Estado de Tamaulipas, México. Edita el
Blog de Medicina Cubana. E mail:cubanmedicine@yahoo.com