Los
programas médicos en países como Venezuela o Bolivia empeoran la asistencia a
los cubanos.
Marisel, joven
holguinera de veintisiete años de edad, ya fue por segunda vez a la sala de
parto. Viajó desde el pueblo de Buenaventura a la capital provincial para
ingresar en el Hospital Vladimir I. Lenin. ( foto abajo a la derecha)
"Salí bien,
pero volví a llevar toalla, sábanas, bata de casa, un cubo para bañarme y
calentador de agua. Si no, allí no vayas", afirma de manera categórica.
Esta opinión, sin
embargo, contrasta con la de la prestigiosa ONG londinense Save the Children,
quien alegó hace una semana que Cuba ocupa el primer puesto entre los países de
América Latina donde existen mejores condiciones para ser madre; seguida, a
decir del diario Granma, de Argentina y Uruguay.
Los parámetros de
Save the Children enmarcan condiciones generales de salud, nivel educativo, económico
y político de las progenitoras. Esto, siendo bastante subjetivo, lleva la
tendencia a ser observado desde la fría perspectiva de las cifras, los
porcientos y los dictámenes de las autoridades sanitarias; elementos que
sostienen al sector como pilar de las llevadas y traídas "conquistas
revolucionarias".
¿Asistencialismo o prevención?
Desde la
perspectiva de los triunfalistas programas televisivos, las condiciones de
salud tanto para las gestantes como para la población en general son una realidad
bastante positiva. Pero testimonios como el de Javier refutan lo que se ve y
oye en la idílica pequeña pantalla: "en varios municipios de todo el
Oriente del país no hay condiciones para que las mujeres den a luz y las llevan
a las cabeceras provinciales, no quieren correr el riesgo, pero esto trae más
problemas", y lo asegura, dice, porque ha tenido que viajar a los partos
de sus dos hijas.
"Yo misma
estuve algo más de dos horas mientras esperaba a que hubiera otros casos pues
la ambulancia debe viajar llena", afirma Marisel.
Por su parte,
Mildred Sánchez se queja porque su hija tuvo que trasladarse desde el costero
municipio de Antilla hasta Banes a dar a luz, "aquí siempre hubo parteras,
yo misma soy enfermera y sé que hay personal capacitado suficientemente para
ello, pero los directivos de salud no quieren correr peligro y buscando
seguridad nos hacen pasar por el doble de las dificultades. De igual manera hay
que llevar un ventilador, ropa de cama y asegurar algo de alimentos pues la
comida de los hospitales tiene un sabor pésimo ", concluye.
La radio y la
televisión nacionales se deshacen en programas de salud cuya realidad contrasta
después con la de los hogares maternos, donde internan previamente a las
embarazadas, o los hospitales, a los que finalmente van a parir.
La otra cara del espejo
A inicios de la
década pasada, cuando se hicieron públicas las operaciones oftalmológicas en
Venezuela por parte de personal cubano, el chiste criollo no se hizo esperar y
los afectados en la Isla, por pura broma, querían irse a Caracas. A fin de
cuentas es más fácil ser operado en La Guaira que en Palma Soriano, decían.
Muchos años
después las analogías vuelven a repetirse. Hospitales de campaña en Bolivia,
donados por el MINSAP y atendidos por especialistas cubanos, superan a centros
asistenciales en cualquier municipio de Cuba. Las historias de médicos y
enfermeras radiadas o televisadas diariamente, ofrecen la visión de un Haití,
más que renovado, premiado con un tesoro: personal médico capacitado, atento y
presto a caminar varios kilómetros para atender a un solo paciente. Las
crónicas que involucran a los galenos hablan de hombres y mujeres capaces de
internarse por largas jornadas en barrios insalubres sin una sola queja.
Cientos de
especialistas y estudiantes de la salud haciendo señas a los camiones todas las
mañanas para llegar a sus centros provinciales es una imagen recurrente en la
Isla, donde por muchos años se gritó a voz en cuello ser "la primera
potencia médica mundial". Aun así, todos quieren graduarse o laborar en
instituciones de las cabeceras provinciales. Los intentos matutinos por colarse
en un ómnibus o encaramarse en un camión incluyen las rutas Las
Tunas-Majibacoa, Cueto-Holguín, Campechuela-Bayamo, etc. Pero, ¿ocurre al
revés? ¿Qué dicen los médicos cubanos cuando tienen que partir en la mañana
desde sus pueblos de origen a medio centenar de kilómetros, monte o batey
adentro, para ofrecer consultas hasta la tarde en una Cuba de barrios asolados
por el fango, la sequía, el hambre o la falta de transporte?
"En los
municipios no existen mejores condiciones porque todo se lo llevan a Venezuela,
da pena, con tanta gente capaz", concluye Mildred.
*Luis Felipe
Rojas Rosabal. 1971. San Germán, Holguín. Escritor, periodista y poeta libre e
independiente.
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