Esta es una realidad en la que participamos muchos médicos en Cuba. La guardia médica es, sin duda, la actividad más laboriosa dedicada y no remunerada que hay en la práctica médica en Cuba. El los 70’s en el Congreso de la CTC se trató el asunto y se aceptó por el MINSAP el descanso post guardia que dos años después los médicos “renunciamos” en asambleas de servicios. También a finales de los 70’s se consideró pagar las guardias y racionalizar los servicios de urgencia, pasando algunas especialidades a guardias localizables, esto no prosperó. Aquí les dejo esta nota de una persona que firma Liliana sobre este tema:
Médicos de guardia en Cuba, algo interesante.
Por: Liliana.
La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa. — Albert Einstein (1879-1955)
De lo que voy a contar puede dar fe cualquier médico cubano, no hay en ello un ápice de exageración.
Las guardias médicas en Cuba no se pagan. No se percibe ni un centavo por esta actividad profesional.
Foto: Las vacas pastan en los alrededores de las ruinas de lo que fue el Servicio de Obstetricia y Ginecología del “Hospital Julio Trigo López”, allí hice mi última guardia medica en Cuba. Nota del editor.
En un mes puedes hacer cinco o seis guardias, depende. Una semanal, más una que corresponde a un sábado o un domingo. Además, no está contemplado el descanso después de la guardia. Debes continuar trabajando al día siguiente hasta completar ocho horas laborales. Ni una más, ni una menos. Hay Hospitales y Policlínicos que por un ajuste interno de la dirección del centro le permiten al facultativo marcharse una o dos horas antes de la hora oficial de salida, pero escasean estos sitios. Lo habitual es que tengas que cumplir la jornada completa.
Algunos médicos, entre ellos me contaba yo, que utilizábamos el ardid de marcharnos y dejar la tarjeta a un compañero de confianza para que fuera él quien nos hiciera el favor de marcarnos la salida. Era un riesgo que corría el colega y el beneficiado, pero lo hacíamos.
Otro inconveniente con el que tropezamos los profesionales de la salud es la escasez de material, una pobre infraestructura hacía mella en el buen servicio, que se supone debemos prestar a la población.
Al comenzar la guardia nos asignaban una cantidad de radiografías. Casi siempre eran cinco o seis, no más, también estaban contadas las ampollas de cada medicación: Salbutamol, Aminofilina, dos rollos de esparadrapos, cinco o seis sobrecitos con las suturas, tres bisturís, un frasco con peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) y medio litro de rojo aseptil, etc. Ah, también un litro de alcohol de noventa grados teñido con timerosal para que no se lo tomaran.
Pasaban revista al inicio y el comienzo de cada guardia. Si faltaba algo que no estuviera bien justificado su uso podías buscarte un problema. La “Santa Inquisición” estaba a la espera del mínimo fallo para caerte encima y destriparte. Pobre de ti si eras considerado un elemento virtualmente peligroso para la nación: indiferente, apático, que hubieras solicitado la salida del país o que alguien, un chivato, hubiese oído, por pura casualidad, que te gustaban las películas norteamericanas o que tenías un familiar en el extranjero que trabajaba en unas canteras de piedra y que le iba mejor que a ti, siendo médico en la Cuba socialista, tierra de Fidel. Nunca mejor dicho.
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