Con
demasiada frecuencia se define alguna fotografía como icónica, de la misma
forma que se repite hasta el cansancio la traída frase de que: una imagen vale más que mil palabras.
Por icónica (co), si nos referimos a una foto, se entiende algo emblemático, alegórico, representativo,
simbólico, distintivo. Esto y más puede ser una fotográfica que puede evocarnos:
momentos, sentimientos y reflexiones más allá del tiempo. La fotográfica es
arte y una fotografía icónica es buen arte, si
vale por tantas palabras depende del efecto que tenga.
En
los últimos días me he sentido conmovido después de ver dos fotos que revelan el
drama de la inmigración. Sobre la inmigración, las fotos no son nada nuevo,
pero eso sí, alcanzan una actualidad tal y se someten al escrutinio de tantos.
Suelen ser usadas a su antojo por políticos y periodistas inescrupulosos. Es
por eso que debemos detenernos en estas y otras fotos que muestran un sesgo tal
en la información que confunde. Como las
noticias, o siendo parte de estas, la fotografía periodística suele ser
manipulada e inclinada al antojo del que la interpreta. Esto, aunque no muestre
una evidente falsedad, en tanto que es imagen, la interpretaciones que suelen
acompañarla sí desdibujan la verdad.
La
inmigración y sobre todo la inmigración ilegal y desordenada, es uno de los
problemas más acuciantes en la actualidad. Es un desafío que alcanza a todos.
No hay un día en que una noticia sobre la inmigración y los inmigrantes no nos inquiete,
sobre todo, si viene junto a una imagen perturbadora. De todo esto echan mano los
medios y los políticos que se nutren de las desgracias y el desconcierto.
Aylan Kouri, ahogado |
Aylan
Kurdi, un niño de 3 años de origen sirio apareció muerto en una playa de la
isla griega de Kos; la foto de cuerpo del niño alcanzo
a todos los medios de comunicación y produjo reacciones de pavor y
solidaridad. La narrativa de una familia siria tratando de llegar a Europa, y
el dramático final de dos de sus hijos y la madre produjo una avalancha de
opiniones. La familia pagó cerca de mil dólares a los traficantes por cada una
de las plazas del bote que salió desde
la costa turca, en Alihoca, cerca de Bodrum. Eran seis, pero el mar se cobró la
vida de cuatro. Tres de ellos eran niños. Aylan ahogado en una playa, se convirtió
en una foto icónica.
Uno
de los argumentos manejados fue la forma desalmada e infeliz de
mostrar la imagen del niño muerto ahogado; quien junto a su familia
creían encontrar un lugar seguro. Se hizo de esta foto uso y abuso,
manipulación desmedida y argumento visual atroz.
Estos
hechos ocurrieron a mediados del año 2015. Un año después en Niza Francia, un terrorista
islámico que conducía un camión arrolló a la multitud que había acudido a ver
los fuegos artificiales con motivo del 14 de julio; de
las 84 víctimas mortales 10 eran niños. Esta vez
las imágenes no llenaban las expectativas del mensaje que se pudiera enviar a
un público más amplio, a fin de cuentas lo que cuestiona a Occidente es la inmigración
que no es aceptada; el terrorismo islámico es asunto que merece otro tratamiento.
Fue así que las imágenes de los niños muertos no se mostraron (lo cual fue
correcto) aduciendo
las autoridades que evitaban que “se
propaguen de manera incontrolada". La Fiscalía declaró querer la destrucción del material "para preservar la dignidad de las víctimas y
para que los yihadistas no puedan utilizarlo con fines propagandísticos".
Un niño muerto en Niza junto a su juguete |
Aquí
tenemos un ejemplo de manipulación y sesgo de una imagen fotográfica. Un niño
ahogado en una playa de Kos es mostrada sin tener en consideración la dignidad
de las víctima y su familia en tanto que las fotos de los niños masacrados en
Niza se pretenden borrar o esconder. La imagen del niño sirio Aylan, ahogado, y
la imagen de un cadáver cubierto en una calle de Niza junto a un muñeco de juguete,
son y seguirán siendo fotografías icónicas. Todo esto a pesar del deshonesto
sesgo cuando se les compara, las interpretaciones de estas y el paso de los tiempos.
El
pasado 23 de abril se conoció la noticia
de la muerte, por ahogamiento, de decenas de inmigrantes cubanos que trataban
de superar lo que se conoce como el tapón del Darién; camino a la frontera sur
de los EEUU. La selva del Darién es uno de los pasos más peligrosos y por este inhóspito
escenario geográfico pasan miles de inmigrantes, un número significativo de
ellos son cubanos.
Ese
3 de abril, en el sector del Almira-Panama, decenas de cubanos desaparecieron y
murieron como consecuencia de la crecida del rio Darién; que arrastró sus
precarios campamentos después de intensas lluvias. Las
noticias trascendieron cuando una testigo dio cuenta a un activista de DDHH en
Costa Rica. Fue así que algunas páginas web de temas cubanos se hicieron
eco de esta noticia. Ni el gobierno de Panamá, ni el de Costa Rica, menos aun
el gobierno del régimen en La Habana, mostraron preocupación o dedicación
alguna por este drama. Hasta la fecha no se sabe los nombres y el número de los
desaparecidos,- presuntos muertos-, cuyos cadáveres desaparecieron en las
orillas cenagosas del Rio Darién. Tal vez nunca lleguemos a saber de estos
compatriotas que no llegaron. Hay un silencio de muerte. Los pocos que lograron
ser enterrados; descansan para siempre en una fosa común del cementerio de la
localidad de Bajo Chiquito en Panamá.
Foto de arriba : Oscar y Valeria Ahogados en el Rio Bravo Foto debajo: Cubanos ahogados en el Rio Darien |
Nada
se habla de lista de fallecidos ni de investigación alguna; tampoco de la
posibilidad de recuperar los cuerpos y repatriarlos a Cuba. A nadie conciernen
estos inmigrantes cubanos, como no ha importado una tragedia que ya lleva 6 décadas.
Nunca importaron los muertos en el Estrecho de la Florida como no conciernen
estos, los de la selva del Darién. En estos días buscaba afanoso algún reportaje
de las cadenas nacionales de televisión en los EEUU y el silencio fue la
respuesta. Estos inmigrantes no murieron tratando de cruzar el Rio Bravo y por
lo tanto no se les pueden endosar a la actual administración norteamericana.
Los
cubanos continúan sumando muertes a esta horrible estadística que comenzó hace
60 años. Unas pocas fotos donde aparecen
los cuerpos de cubanos, mujeres y niños ahogados y semi sumergidos en el agua lodosa
del Rio Darién, es el único testimonio de una tragedia que no ha sido objeto de
una atención contrastada de los medios. Como si lo ha sido la reciente muerte
de Oscar y Valeria Martínez, padre e hija, que hoy conmueve a buena parte de la
opinión pública.
Fue
el 23 de junio cuando Oscar Martínez, Tania Vanessa Ávalos y la niña de ambos
Valeria trataron de pasar, padre e hija el Rio Bravo para llegar a los EEUU;
ambos aparecieron ahogados en la orilla del Rio. La imagen de los cuerpos de Óscar y su
pequeña hija Valeria de solo 23 meses, ambos de El Salvador, conmovió a la
opinión pública y consiguió la atención de los medios incluyendo, esta vez sí,
a las cadenas nacionales de televisión en la Unión Americana.
El
momento revelador y las argucias informativas de la progresía antinorteamericana
eran recomendables. La imagen calaba
hondo, había que utilizarla. Las polémicas en torno a las medidas
discriminatorias de la administración norteamericana, el énfasis perverso en la
figura del Presidente de los EEUU, los argumentos sobre las condiciones de los
centros de detención en la frontera y la narrativa torcida de la izquierda,- así
como-, el oportunismo político del Partido
Demócrata en plena campaña electoral, se encargaría de lo demás. La imagen
estaba servida, solo había que echarle mano.
No
debemos soslayar que el problema migratorio
es y seguirá siendo un asunto de suma urgencia; no solo para los EEUU sino para
Europa y amplias zonas del mundo que se ven superados por cientos de miles de
inmigrantes que llegan a otros países de manera ilegal y desordenada. Una cifra
poblacional incalculable de asiáticos, árabes, africanos y centroamericanos se mueve
hacia zonas donde buscan mejores oportunidades y bienestar. El conjunto de
naciones, los organismos internacionales y las poblaciones en general, no están
preparados para este problema y no hay solución
para esto.
Entonces
vienen los argumentos de las menesterosas familias que huyen de la pobreza, de
la inseguridad, del abandono de los gobiernos fallidos; de los pueblos que
sucumben a la corrupción y el despropósito. Hay que irse quién sabe para dónde.
A pesar
de las advertencias de la madre, de las familiares y de las autoridades, la
intención de cruzar era apremiante para la familia Martínez . Decían que tenían
miedo por cómo se estaba poniendo la situación (en México) con los migrantes
por la presión de Trump; por eso decidieron cruzar el río. Allí murieron padre
e hija.
Esto
es lo que
dicen los medios, el drama poco importa: Los cadáveres aparecieron este lunes. Un fotógrafo los inmortalizó en
una instantánea que ya se ha convertido en símbolo del éxodo centroamericano y
ha devuelto a Washington el debate sobre la crisis migratoria, que promete ser
eje de la campaña presidencial de 2020. Esa imagen, cuya publicación también ha
generado controversia entre los medios, es la que ha evitado que la muerte de
este padre y su hija haya pasado inadvertida en la prensa norteamericana.
El
salto de esta fotografía y su impacto ha sido comparado con la del niño Aylan,
pero esto poco importa; lo que interesa es tratar de usar el tema de la inmigración
y el papel de la administración norteamericana. Caldear los ánimos de todos,
con una campaña electoral que se vislumbra como de intensa confrontación y de
ruptura de la estabilidad social de la gran nación, que es América.
Hasta
el Papa, quien seguro tiene ante sí la situación de cientos de tragedias de inmigrantes
como esta, ha encontrado tiempo para
opinar sobre el drama de la familia Martínez, padre e hija
ahogados en el Rio Bravo. En un comunicado difundido este 26 de junio,
Alessandro Gisotti, director interino de la Oficina de Prensa de la Santa Sede,
señaló que “el Santo Padre ha visto, con
inmensa tristeza, la imagen del papá y de su hija muertos ahogados en el Río
Grande mientras trataban de pasar la frontera entre México y los Estados Unidos”.
A ver donde dejó algo de esa tristeza, para con los inmigrantes cubanos ahogados
en el Rio Darién en Panamá.
Hay
una dedicación, en esto de la inmigración incontrolada a la hipocresía
política, el inhumano cinismo y la manipulación enjundiosa de sectores
proclives a la confrontación y el encono. En medio de esto hay una actitud
sesgada para con los eventos migratorios, está lo que representa el mensaje de
una fotografía. Es por eso que he puesto la foto de la familia salvadoreña
ahogada en el Rio Bravo y las fotos de
los inmigrantes cubanos también ahogados en el Rio Darién.(ver foto)
Cuando
terminaba este artículo, encuentro asidero argumental en
un artículo de opinión del escritor y pintor cubano, Juan Abreu, quien vive
en España. Abreu escribe lo siguiente:
¿Entienden
ahora por qué me repugna cómo usan al pobre niño muerto en el río y a su padre
para su vil politiquería progre antiyanki y anti Trump. Trump que, naturalmente
no tiene culpa alguna de que gobiernos ineptos y ladrones sean incapaces de
ofrecer una vida decente a sus ciudadanos, y sobre todo no es en absoluto
culpable de que un padre haya decidido meterse con su hija en ese río.
Mientras
me detengo en la caricatura de un sonriente Trump que observa con desparpajo
los cadáveres de Padre e hija ahogados ; vuelvo
a las palabras del Presidente recién electo del Salvador, Nayib Bukele, sobre
estas muertes: “Podemos
culpar a cualquier otro país, ¿pero y qué de nuestra culpa? ¿De qué país
huyeron? ¿Huyeron de EE.UU.? Huyeron de El Salvador, huyeron de nuestro país.
Es nuestra culpa"
Vamos
que ya aparece la decencia política. Empecemos por señalar a los culpables que
son muchos y muy variados.
Fort Worth, TX. 3 de julio de 2019
* Médico Especialista en Oncología. Profesor Instructor de Farmacología de la
UH. Consultor de GLG. Blogger. Contribuye con artículos de opinión sobre Cuba
en distintos sitios web sobre Salud y DDHH, entre otros. Fue columnista en la
sección de opinión del periódico
Panorama de Fort Worth, TX, de forma regular. Sus contribuciones abarcan
temas variados. Ha publicado los libros: “La Habana bien vale unos títulos” y
“Notas sobre la religiosidad del cubano bajo una dictadura prolongada”.
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