El periodista independiente y presidente de la opositora Liga Cubana contra
el Sida, Ignacio Estrada ( foto a la derecha ) , manifestó su desacuerdo con los artículos publicados
por el periodista del diario The New York Times, Donald G. McNeal, sobre la
atención a los enfermos de VIH-SIDA en la isla, durante una entrevista en el
programa de Radio Martí Cuba al día.
El periodista McNeal publicó los
trabajos periodísticos “El régimen de puño cerrado contra el SIDA” y “La fuerza
cubana contra el virus”. En ambos cita principalmente las declaraciones del
Doctor Jorge Pérez Ávila ( foto abajo a la derecha) , vicedirector de Atención Médica del Instituto de
Medicina Tropical Pedro Kourí, y autor del libro “Sida: Nuevas confesiones a un
Médico”, recién llevado al cine por cineasta cubano Gerardo Chijona.
Las constantes denuncias e informes
presentados durante años por la Liga acerca de las condiciones y tratamiento a
los pacientes en estos lugares, “el sufrimiento, vigilancia y persecución,”
lograron a partir del 2006 el inicio del cierre de estos sanatorios, aseguró
Estrada, en referencia a la reclusión forzosa en la década de los 90 a personas
infectadas con el virus.
“Aunque el gobierno cubano no lo
quiera reconocer, si no hubiera existido la Comisión Cubana de Derechos Humanos
para VIH- SIDA, el Centro de Información para personas con VIH –SIDA, monseñor
Eduardo Boza Madrigal y la Liga Cubana contra el Sida, estos sanatorios no
hubieran cerrado sus puertas.”
Actualmente solo existen en la isla
tres centros de reclusión para pacientes de VIH-SIDA, en las regiones central,
oriental y occidental respectivamente, y la mayoría de quienes permanecen aún
allí son personas sin hogar al que regresar, “llevados obligatoriamente a los
sanatorios, que se deshicieron de sus bienes y después el gobierno les exigió
que volvieran a sus casas”, enfatizó el activista.
Para Estrada el cierre de estos
lugares se debió precisamente al aumento de la enfermedad en la isla y la
incapacidad del sistema cubano por mantener los niveles de atención requeridos,
en cuanto al suministro de medicamentos antirretrovirales y a la alimentación.
En una nota, aparecida en el sitio
digital Cubafaq en febrero de este año, una paciente de VHI – SIDA criticó las
afectaciones a la dieta médica suministrada a los pacientes aquejados por esta
enfermedad, mientras que en el 2011 se recibieron reportes del cierre de
consultorios médicos en la Habana del
Este, que facilitaban la atención constante a estas personas.
También en respuesta al artículo del
periodista norteamericano, Estrada desmintió las aseveraciones de la
distribución gratuita de condones con carácter masivo, y aclaró que solo en
fechas señaladas se reparten preservativos que se agotan rápidamente por su
buena calidad y que solamente se ven en este tipo de actividades.
Estrada aseguró que el gobierno
cubano oculta al mundo las estadísticas reales del impacto de la enfermedad en
Cuba, y reportó la existencia de 716 casos de enfermos de ambos sexos, en 6
prisiones de la isla, condenados por “delitos de propagación de epidemias” o
por “robos para buscarse su alimentación y cómo adquirir sus medicamentos.”
Las actuales prisiones vigentes
donde sitúan a prisioneros contagiados con el virus, se encuentra en La Habana,
Santa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba, dijo Estrada, quien agregó
que la principal vía de trasmisión en estos lugares es la autoinoculación con
el propósito de “evadir condenas”. Este tema fue omitido por el periodista
norteamericano.
Por otra parte, la jefa del Programa
Nacional de Prevención y Control de ITS/VIH/SIDA, la doctora María Isela Abreu,
declaró que el mayor número de diagnósticos tuvo lugar en 45 municipios de la
isla, pero fue la provincia de La Habana la que más pacientes reportó, y agregó
que las relaciones desprotegidas son la principal vía de trasmisión del virus,
según la agencia PL.
Ignacio Estrada señaló el tratamiento de “apestados” que se les da a estos
enfermos en las muchas instituciones de salud.
“Las personas con VIH/ SIDA en Cuba
sí son marginadas, continúan siendo perseguidos, continúan siendo expulsados de
muchos de sus centros de trabajo, y en
muchos de los casos, por deambular en horarios nocturnos por las calles, son llevados a las cárceles
por índice de peligro social o por supuesta propagación del virus,” concluyó.
Fuente: Martinoticias.
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