Una intensa polémica ha surgido
entre los cubanos, despues de los eventos ocurridos en una escuela en Parkland,
FL. donde fueron asesinados 17 estudiantes. Un movimiento que busca limitar la adquisición
de armas, protagonizado por estudiantes entre los cuales despunta una joven,
hija de padres cubanos ha captado la atención de muchos. La polémica se mueve
desde los argumentos sobre el compromiso social de los estudiantes, la posible manipulación
ideológica y de partido y finalmente el atuendo que uso en una nutrida manifestación
la joven líder de este movimiento: una
chaqueta de cuello Mao, verde olivo con una bandera cubana.
Hace algunos años, esto en el 2006,
cuando manifestaciones estudiantiles sacudieron los EEUU, escribí
para un periódico local este artículo que aborda el compromiso social de
los jóvenes estudiantes y su dedicación al civismo. Las explicaciones que use
son válidas para analizar estos temas que hoy ocupan los medios y sobre todo
las redes sociales. Basta quitar la palabra metroplex
y bien pude considerarse los argumentos que use en ese artículo al calor de la polémica
actual. A continuación les dejo el articulo integro.
Las manifestaciones estudiantiles en el Metroplex:
¿Lección de Civismo?
….hay razón para juzgar mal a quien no cuida del respeto…, José Martí.
Vengo
de un país donde no se respeta la libertad de expresión, ni de asociación, no
se permite que las personas se manifiesten de forma libre y pacífica; los que
así lo hacen se exponen a fuertes condenas de cárcel. Hace algunos años cientos
de jóvenes se manifestaron en la Ciudad de la Habana, los que no pudieron
esconderse en las casas de los vecinos que le proveyeron protección, fueron
atacados y encarcelados, 155 de ellos fueron enviados a prisión después de
aplicársele la Ley de Peligrosidad Social un engendro legal que permite al
régimen juzgar a las personas aun cuando no han cometido delito alguno, sólo
con la presunción de que pueden llegar a cometerlo.
De
manera que cuando el lunes veía en los noticiarios que miles de estudiantes de
nivel medio en el Metroplex (Dallas-Fort Worth), participaban en
manifestaciones para reclamar por los derechos de los indocumentados y un trato
justo para aquellos, sobre todo en lo relativo a las leyes que se están
discutiendo y pronto a ser legisladas; me sentí feliz y orgulloso de ver una
juventud que pone interés en mostrar preocupación por los demás miembros de la
comunidad. Esto es civismo, me dije.
¡Qué
bueno es ver que estos jóvenes, dejaron a un lado la disipación y el ocio, para
compartir una humanidad civilizada! Esto es civismo me repetí orgulloso.
Estos
jóvenes utilizando sus libertades individuales legitiman la libertad que los
hace honrados, y que les permite pensar y hablar sin hipocresías, estos jóvenes
han creído que la Patria es comunidad de intereses y en estos intereses está el
considerar como propio la suerte de millones de indocumentados, que todo parece
indicar serian penalizados en tanto que entraron de forma ilegal al país,
además de que también serían penalizados aquellos que los ayuden. Alguien en
este país de libres y de leyes, creyó conveniente criminalizar al buen
samaritano.
Mi
entusiasmó duró poco. El sábado anterior había estado en Dallas y allí una
marcha convocada por organizaciones hispanas pasó sin penas ni glorias. Los
estudiantes el lunes siguiente entendieron que era mejor abandonar las aulas e
irse para un parque a protestar. Empezaron por no cumplir con sus obligaciones
para con la comunidad escolar, de la cual son parte y desatendieron la convocatoria de las
organizaciones hispanas, de la cual ellos como sus padres son parte, debiendo
mostrar cierta obligación moral al apoyarlas. De manera que, así no hay
civismo.
El
gesto de abandonar las aulas en momentos de clases es un acto de irrespeto y
hace dudar del interés de estos jóvenes como educandos responsables. La
libertad empieza en las aulas; un pueblo de hombres educados será siempre un
pueblo de hombres libres. Empecemos por ahí.
Vi
jóvenes llevar con desgano y de forma nada digna las enseñas nacionales de
México, Estados Unidos y El Salvador, e incluso, una joven llevaba con desbarro
a modo de estola una bandera cubana. Me gusta ver mi bandera en un acto de
libertad, pero de forma digna, sin menoscabo de todo lo que representa. La
bandera no es un trapo, como para llevarla con fastidio, enlodarla, ponerle
inscripciones ajenas o mostrarla invertida en un flotador en el agua. Eso vi en
el segundo día de las manifestaciones, donde todas las banderas fueron
ultrajadas.
Cuando
todo parecía haber tomado su cauce, de nuevo los jóvenes de distintas escuelas
de nivel medio, se manifestaron frente a las sedes de los gobiernos locales;
había violencia verbal y actitudes desafiantes, la irrupción dentro del
edificio del Ayuntamiento de Dallas, y la liviandad de los jóvenes al lanzarse
a la fuente de la explanada del Ayuntamiento, mientras se expresaban con
palabras obscenas; fue una situación más que desdichada, vergonzosa, que nos
produjo una sensación de desánimo.
Una
actitud cívica es algo más que la preocupación por los demás, sobre todo cuando
sus derechos se ven amenazados, civismo es mostrar una actitud educada, cortés
y a tono con las obligaciones que se tienen para con la comunidad a la cual
pertenecemos; es compartir una humanidad civilizada, por definición, ¡eso es
civismo! . Algo que parece ha faltado en estas manifestaciones.
Es
necesario entre nuestros jóvenes poner de moda la virtud, y admitir que es
buena la práctica de un civismo que se empleé a fondo, sin reservas, sin
hipocresías y sin cobardías. Pero el buen obrar no debe ser consumido por un
entusiasmo irracional, la misma libertad sale lastimada cuando fomentamos las
bajas pasiones y los irreflexivos instantes de rebelión que a nada conducen.
Vivimos en un país de libres y en un país de leyes, seamos libres en la medida
en que respetemos las leyes; y no dudemos ni por un momento en cuestionar
aquellas leyes que consideremos injustas sin detrimento de nuestra conducta
íntegra.
Queremos
que estos jóvenes se labren como hombres honrados, de probado decoro. Es por
eso que propongo que sigan manifestándose. Que se manifiesten de manera firme y
responsable, dejando a un lado los malos ejemplos. Quisiera verlos dando una
lección de compromiso ciudadano y la sociedad en su conjunto aceptando el reto.
“De los derechos y opiniones de sus hijos todos está
hecho un pueblo”, si es así adelante, que opinen, que se expresen
libremente, que usen las facilidades de sus escuelas como parlamentos
improvisados, que participen en actividades cívicas extracurriculares, y que
sean escuchados. Quisiera verlos marchar unidos, inquietos y alegres pero
respetando a los otros, los objetos públicos y el entorno.
Quiero
que sean escuchados, que participen en programas de radio y de televisión, que
sean recibidos por los políticos locales, que escriban en sus periódicos
murales y en sus páginas personales en Internet; que sean escuchados en sus
Iglesias, en las centros comunitarios y en las reuniones de los cabildos
locales.
Quiero
verlos y oírlos manifestarse sobre los problemas de la deserción escolar, las
pandillas, el consumo de drogas, el derecho y las relaciones entre los estados
y gobiernos. ¡Que pongan entusiasmo y hagan uso de sus derechos individuales,
sin excesos! ¡Que se sientan partícipes
de una sociedad libre, que se apresten para el mañana cuando sean los que
conduzcan esta gran nación ¡ ¿Qué ahora se mostraron con torpeza?, bien deben
hacer en rectificar, porque ya entenderán que su misión en este país es ayudar
a engrandecerlo actuando con nobleza y cumpliendo con las obligaciones que establece
una sociedad ordenada y libre.
A
los jóvenes que se manifestaron, les digo que nunca oculten lo que piensan, ni
tengan miedo a decirlo, saquen a lucir la verdad y síganla como hombre libres
que son. Esto se los dice con el corazón contrito, alguien que siendo joven y
hasta la adultez vivió bajo una tiranía incorregible; y que ahora se extingue
ante la amarga realidad de una vida de exiliado, donde parece que ni la luz del
sol se recibe; esta vida de hoy, sin Patria pero sin amo.
© 2006