Por: Eloy A González.
Una anécdota de las elecciones de Nicaragua en el
1984.
No importa cómo se vota
ni quien vota, ni donde ni a quien. Lo importante es quien cuenta los votos.
La frase se le atribuye al dictador J Stalin. Se le echa mano a esta cuando de votaciones
en los países comunistas se trata; también es argumento extemporáneo cuando se habla de votaciones en las denominadas,
“repúblicas bananeras”. Esto de “repúblicas bananeras”,
atribuidas a países de Latinoamérica es antojadizo; porque países miserables
haciendo fraude en las elecciones, están en todos los continentes. Lo que sorprende
a todos es, en ocasión de estas últimas elecciones en los EE. UU., que la cita
de Stalin tanto como el apelativo de “república
bananera”; se le ha endosado a esta nación de la que formamos parte y en la
cual votamos.
En los ochentas cuando
trabajaba como médico en Nicaragua; por ese entonces un país que había hecho
una Revolución y se aprestaba a establecer una nación democrática, conocí como
y en qué circunstancias, se habían producidos unas elecciones democráticas
donde se presentaron varios partidos políticos y donde el Frente Sandinista arrasó.
Fue una ola rojinegra.
En una tarde de conversación,
risotadas, arrogancias y lenguaje cuartelero; cuando intercambiaba con un
conocido dirigente sandinista, Nicho Marenco. Este me hablaba de las
elecciones generales celebradas en Nicaragua el 4 de noviembre del 1984, hacía
tres años.
Las elecciones fueron convocadas
para elegir al presidente y la Asamblea. Fueron las primeras elecciones después
del triunfo de la Revolución Sandinista y los sandinos comunistas, como alumnos
aventajados que eran del estalinismo tropical castrista, se estaban afincado en
el poder. Ellos sabían lo que buscaban, porque tenían que asumir que aceptaban
el multipartidismo y de paso quitarse de encima la creciente presión del
gobierno de Reagan que nunca aceptó, ni antes ni después de las elecciones, que
le pasaran gato por liebre.
No participaron en las
elecciones la mayoría opositora de la Coordinadora Democrática alineándose con
los EE. UU. que sabían que se fraguaba un fraude tipo elecciones comunistas. No
obstante, participaron otros 6 partidos menores que le sirvieron el escenario a
los sandinistas para legitimar las elecciones, convencer a los organismos
internacionales y lograr el apoyo de la comunidad internacional; excepto los EE.
UU. que no tragaron el fraude. Tampoco lo hizo La Contra, un sólido
movimiento contrarrevolucionario formado por campesinos e indígenas; que a fin
de cuentas decidió el futuro.
Antes de contar la anécdota
de Nicho o Wicho Marenco permítanme decirle lo que me contó
también sobre esas elecciones, un líder el minúsculo grupo marxista Movimiento
de Acción Popular Marxista-Leninista (MAP ML); mientras apurábamos un café en
la residencia de Doña Merc. Cuenta que fueron a ver a los dirigentes sandinistas para que le ayudaran
a trasportar a sus seguidores del MAP-ML a un acto electoral. “Cuántos buses
necesitan?” peguntó el funcionario del FSLN.., “¿dos…, tres?”; “¡no
qué va!”, contestó el político, “con uno basta que no tenemos tantas
gentes”.
Marenco se había tomado
una botella de Flor de Caña y si algo aligeraba la lengua de los nicaragüenses
era o es el guaro. Entonces me dice que, estaban contando los votos de la
elección del 1984, y dale con que “este ponlo pues en la pila del Frente”
…, una y otra vez, sin el menor decoro, hasta que se puso arrecho y les dijo a los compañeros del Frente que
contaban: “¡Me va de verga, pónganle algún voto a los otros partidos o esta
elección se va al carajo!”.
Los resultados de esa
elección fueron de un 66.97% de los votos para el Frente Sandinista (FSLN); lo
que le dio la presidencia y 61 diputados para la Asamblea de un total de 96. La
elección la decidieron los que contaron los votos.
En esta última elección
en los EE. UU., contaban los votos los oficiales del Partido Demócrata; los
testigos del bando republicano, debidamente acreditados, veían las boletas tan
lejos que algunos usaban prismáticos. Decidieron los que contaron los votos,
pero también los que manipulación los votos enviados por correos, el almacenaje
de estos y la oportuna presentación cuando el conteo era desfavorable.
Los votos a cambio de las despensas.
A finales del 2007 vivía
y trabajaba como médico especialista en la Ciudad de Reynosa, Tamaulipas. Adelantando
gestiones para instalar una consulta médica conocí una próspera comerciante
local que era dueña de dos farmacias y una especie de clínica para rentar
oficias médicas. Me cedió, sin pago inicial alguno, una de estas oficinas.
Cuando procuraba hacerla funcional me dijo que en las próximas dos semanas no estaba
disponible porque: “estaba a tiempo completo visitando comunidades rurales
para entregar despensas a cambio de conseguir votos para su partido político”.
La señora era una activista del PRI, partido político mexicano. Con esto de las despensas buscaban
a cambio, el voto para las elecciones estatales del 11 de noviembre de ese año.
Entendí muy bien que se dedicaba a una suerte de clientelismo político para
llevar a las urnas más votos para su partido; de esta forma se compra o se coacciona el voto. Esto no es
considerado un delito electoral en México sino práctica frecuente.
Viendo la recién elección
por la que hemos pasado en los EE. UU. debemos de asumir el reto de preguntarnos
si ha habido o habrá en el futuro rasgos de clientelismo político cuando se coacciona
al voto de grupos poblacionales vulnerables.
Los votantes no necesitan
despensas. Pero si les repiten hasta el cansancio que un partido político dado les
va a proporcionar más favores económicos y sociales; entonces el voto se mueve
en ese sentido.
Los votantes han estado
escuchando que los demócratas les darán un estado de bienestar liberal, muy por
encima de lo que hemos vivido en estos últimos años de la administración Trump.
Vienen programas universales públicos como el sistema de salud universal,
educación gratuita (universitaria, comunitaria y vocacional), aumento del
salario mínimo, inversiones en infraestructuras, vivienda propia, facilidades
de créditos y un nuevo pacto verde, que nadie entiende, pero que suma votos de
los ambientalistas.
También muchos esperan
una legalización de los ilegales, pero que no puedes decir que son ilegales, y
la desaparición de los centros de detención.
Para la gente del común,
mucho de lo que oyen lo asumen como cierto. Votaron y se unen al coro de los agradecidos que esperan
que las food stamps descenderán como el maná; que el cheque del Social
Security se incrementara por días y que
iremos a los hospitales y clínicas que queramos. Los parientes, estén donde
estén, serán sacados de los centros de detención de inmigración, superaran los límites
de las fronteras porque están serán abiertas. El muro será un lugar de
peregrinación donde, la gente arrancará los pedazos que más tarde serán vendidos en EBay. Los demás que se
apresten, porque van a abrir el banderín y vienen en legión al país de
las oportunidades.
¿Funcionó el clientelismo,
funcionó las despensas?. No sabré decirlo.
Pero de que muchos votaron pensado en las despensas materiales o las que idealizaron, no cabe la más mínima duda.
Por lo pronto seguirnos esperando
a ver si ganó las elecciones el candidato que puso más gente fullera a contar
los votos, y empleo a muchos mendaces para ofrecer despensas que aún están por
llegar.
noviembre 10, 2020