Dr. Eloy A González.
Después del portazo a mi gestión para comenzar a trabajar, pensé que
esos que me hacían un apremiante seguimiento; consideraron preguntarse ¿cuál
sería mi respuesta a todo eso?. En una visita a la casa de la calle 13, donde
estaba por ese tiempo la sede de la Agencia Cuba Press y del Colegio Médico
Independiente de Cuba; me encontré con un sujeto que acompañaba a Elizardo
Sánchez Santa Cruz. Antes lo había visto en la sede de la CNDHRN.
De inmediato me invito a salir al portal para conversar. Este sujeto era
hijo de un conocido pastor bautista. “Yo soy el hijo de “Papín” el
Pastor”…., así me dijo cuándo iniciamos la conversación en el portal de “la
casa de la calle 13”, pasando a hablarme de su reciente viaje a los Estados Unidos; de ahí surgió el tema de
la denominación bautista. Para enfatizar más a donde entendía que debía llevar
la conversación, agregó: “dentro de mi trabajo en la Comisión Nacional de
Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, está la de entrevistarme una vez al
mes con el presidente de la Convención Bautista de Cuba Occidental”, en
aquel momento el Pastor Leoncio Veguilla. No le di mucho crédito a esto, pero
así me dijo. Incluso dudo de que en ese momento el Pastor Veguilla fuera el
presidente de dicha organización religiosa. Fue entonces que pasó a hablarme
del Dr. Víctor Samuel González Grillo, sus dedicaciones y opiniones para
preguntarme de inmediato sobre él. Decliné seguir conversando y regresé al
interior de la casa.
Esta fue mi conversación y encuentro ese día en “la casa de la Calle
13”, que alguien llegó a denominarla, “La Ratonera”, con Moisés
Rodríguez Quesada en marzo del 1997. En marzo del 2003 el sujeto fue destapado
como el agente “Vladimir” del Departamento de la Seguridad del Estado y
testigo en los procesos relativos a la “Primavera
Negra de Cuba”.
Un acto de hostigamiento se produjo el 20 de marzo de 1997 cuando
alrededor de las 8:30 p.m. se presentaron en mi domicilio tres agentes del
Departamento de Seguridad del Estado (DSE) quienes me conminaron a salir de mi
casa para hablar, lo cual no acepté, toda vez que para conversar puedo hacerlo
en mi hogar. La presencia hostil de estos agentes tenía el propósito de
advertirme que tenía prohibido reunirme con los médicos que pertenecían al
Colegio Médico Independiente de Cuba, organización para ellos inexistente
formada por médicos de dudosa moralidad. Señalaron que, si asistía a una
reunión convocada para el día siguiente “me iban a guardar”. Esto es encarcelarme.
En tono amenazante y lanzando toda suerte de diatribas concluyó diciendo: “cuídate
y cuida a tu familia”.
Esto fue lo que escribí a principios del año 1998…,
Al no recibir respuesta alguna, con fecha 16 de octubre de 1997, envié
una segunda carta al ministro de Salud Pública; dada la prolongación
desproporcionada de la respuesta a mi carta anterior.
En febrero de 1998, recibí una carta de Ministerio de Salud Pública con
fecha 26 de diciembre de 1997(¡?) por correo ordinario donde me informaban: “que
debía presentarme en la Dirección Provincial de Salud de Ciudad de la Habana
para una entrevista con el Dr. Luís Curbelo, vicedirector de Asistencia Médica
para valorar mi reubicación”.
Después de asistir en dos ocasiones a dicha Vicedirección se me informó
que al asunto sería tratado por el Dr. Víctor Santamarina en el Dpto. de
Ubicación, al cual me dirigí. En entrevista con el Dr. Víctor Santamarina y en
presencia de la Dra. Josefa Masó, este me informó de dos posibles plazas de
ubicación: 1) En el Hospital Gral. Doc. “Salvador Allende”, 2) En el Hospital
Pediátrico “W. Soler”, previo adiestramiento y a determinar el tiempo en el
Servicio de Oncopediatria del Hospital Pediátrico “J. M. Márquez”.
Al día siguiente visité el Hospital “Salvador Allende”, para hablar con
el Dr. Hugo Reyes Gil, J’ Servicio de Oncología y J’ del Grupo Provincial de
Oncología, éste me informó que sólo había dos plazas en el Hospital “Miguel
Enríquez”. No obstante, a esta información incongruente, acepté la segunda
opción. Días después al presentarme a recoger la necesaria documentación en el
mencionado Dpto. de Ubicación, el Dr. Víctor Santamarina me dijo que: “según
una Ley de diciembre de 1997, dado el tiempo que llevaba desvinculado del
trabajo, no pedía ocupar dicha plaza”. Nuevamente el asunto se tornó oscuro
y las explicaciones dudosas. No obstante, en presencia de la Dra. Josefa Masó
se acordó tener una reunión para decidir con relación a mi caso “pues este
era atípico” según sus palabras.
Después de alrededor de 18 meses de gestiones infructuosas, prácticas
dilatorias, actitudes remisas y negligentes. Y de recibir sólo respuestas
negativas y explicaciones dudosas para
concederme una plaza como Médico especialista en Oncología ; se me informó el
26 de marzo del presente en el Dpto. de Ubicación del MINSAP: “que se aplicaría
en mi caso la Resolución Ministerial 166/97 de fecha 27 de diciembre”; por la cual , después de 24 años
de trabajo asistencial y docente debía: “ pasar a estudiar de nuevo
Oncología en la Facultad de Medicina, sería objeto de un examen de la
Especialidad y después se consideraría la posibilidad de ocupar un plaza para
poder ejercer mi profesión como Médico”.
A las preguntas que hicimos al respecto, se me respondió en una actitud
defensiva, remisa e irreflexiva, negándose dicha funcionaria, la Dra. Masó, a
darnos la respuesta por escrito, se limitó a decir; “que como ella no era
abogada, que yo consultara con la asesoría
jurídica de dicha institución”.
Este acto injusto y humillante, muestra fehaciente de extorsión y
venganza política se convierte de hecho en una expulsión “técnica’ del Sistema
Nacional de Salud y una inhabilitación para ejercer mi profesión. La infamia
había sido consumada.
Todo lo antes expresado está en íntima relación con mi resuelta posición
de principios en mí ya prolongado desempeño como activista de Derechos Humanos;
éste no ha sido ni el primero, ni el único, ni el último acto de hostigamiento
y solapada represión de la cual he sido objeto. Al escribir este documento,
parece como si las palabras del
profeta resonarán en nuestros oídos,
haciéndose eco de un presente incierto: “La justicia ha sido despreciada, la
rectitud se mantiene a distancia, la sinceridad tropieza en la plaza pública y
la honradez no puede presentarse” Is.59:14
Dios tenga misericordia de nosotros, para que algún día no tengamos que
utilizar el tiempo, el talento y la pluma para hacer una larga relación de
iniquidades; si no para obrar por medio de nuestro trabajo en beneficio del
prójimo, trasmitiéndole un aliento de amor y esperanza.
Este documento (ahora incompleto) fue escrito en la Ciudad de la Habana,
a los veintinueve días de mes de marzo del 1998.
Por aquellos días había perdido toda esperanza de recuperar mi trabajo
como Médico, y mi desempeño en el Colegio Médico Independiente era intenso,
sobre todo escribiendo lo que serían las Bases y Estatutos de esta
organización. Entonces recibí una de esas visitas nada bienvenidas ni
agradables: la de un agente de la Seguridad del Estado.
Aquí trascribo la otra carta, que por aquel entonces escribí. Nadie
había escuchado mis denuncias anteriores.
Ciudad de la Habana, 8 de
junio de 1998
A Quien pueda interesar:
Quien suscribe: Dr. Eloy
Arnaldo González, de 49 años, casado, con residencia en: Calle 15 No. 8611 e/
86 y 86ª, Playa, CH. Cuba; de profesión, Médico Especialista en Oncología y
Prof. Inst. de Farmacología del ISCM-H. Por derecho propio y libre voluntad,
expongo, a modo de mejor proveer para su conocimiento y sólida comprensión lo
siguiente;
Que el 5 de mayo del presente
año (1998) se presentó en mi domicilio el agente del Departamento de la
Seguridad del Estado (DSE) autodenominado “Alfredo’ con la expresa
intención de “conversar” sobre mis actividades como disidente.
Dicho agente esforzándose por
mostrase amable y respetuoso, pero marcadamente fingido y adoptando por
momentos una actitud tendenciosa y degradante, expresó con claridad lo
siguiente:
1.Que ésta era una visita
para conversar, pero que él podía en cualquier momento citarme a alguna
dependencia del DSE.
2.Que estaba incurriendo en
un grave delito al prestar el autor de mi propiedad a una persona de conocida
trayectoria como disidente y delincuente, el cual tenía relaciones estrechas
con la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CNDHRN). El auto
había sido objeto de un accidente de tránsito en circunstancias muy sospechosas
3.Que en relación a mi
trabajo como Médico que vengo gestionando desde hace dos años, ya que me
encuentro desempleado , las razones expuestas por el Ministerio de Salud
Pública así como por los funcionarios:
Dr. Víctor Samuel González Grillo, Dr. Hugo Reyes Gil, Dra. Josefa Masó y Dr.
Víctor Santamarina ; responden y han sido en respuesta a los intereses del
Departamento de la Seguridad del Estado (DSE), pues son ellos quienes han
tomado las decisiones considerando el carácter de “no confiabilidad
política” que me caracterizan como activista de Derechos Humanos y miembro
de organizaciones ilegales tales como: Asociación Pro-Arte Libre y el Colegio
Médico Independiente de Cuba; así como mis relaciones con la Comisión de
Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
4.Después de una extensa
conversación no exenta de tensiones; señaló dicho agente que: “los hechos
planteados en el Dpto. de Ubicación de Profesionales del MINSAP responden a sus
intereses políticos”, considerando que en mi caso “puedo tener opiniones
políticas” para poder trabajar, pero no “accionar” en dichas ideas
políticas
Dicho agente “Alfredo”
del DSE, argumento lo siguiente:
•Qué él estaba en capacidad y
facultado para ubicarme a trabajar como Médico en el Hospital que escogiera
para laborar de nuevo como Especialista
en Oncología.
•Qué sólo debía mantener una
actitud “tranquila y constructiva”. Le expresé que cualquier
planteamiento o insinuación sobre adoptar una actitud indecorosa, deshonesta y
engañosa era para mi inaceptable.
Debemos de aclarar en este
punto que no entendía, y así se lo hice saber que: ¿Cómo era posible que se me
expulsaba técnicamente del Sistema Nacional de Salud al aplicarse por el MINSAP
las Resolución Ministerial 166/97 y el Decreto-Ley 176; y ahora,
por una decisión de un funcionario del MININT si podría trabajar? Su
respuesta fue: “nosotros estamos y pasamos por encima de las Resoluciones,
Leyes y Decretos e incluso del propio Ministro de Salud Pública”.
A la altura de esta
conversación, le aclaramos a dicho agente que: “para tratar asuntos
relativos a mi situación laboral, sólo admitía que se tratara con un
funcionario del MINSAP y no con otro funcionario del MININT u otras
dependencias”. Concluida la conversación se me advirtió de futuras visitas
o citaciones.
No pretendemos hacer un análisis de las violaciones en relación con
estas visitas; siempre matizadas por la extorsión, la intimidación y el trato
degradante. Siempre he considerado estas actitudes de la Policía Política como
represivas y bochornosas; son actos injustos nada agradables a Dios; y pienso
cuando reflexiono, en las palabras que aparecen en el Libro de aquel patriarca
nómada que dicen: “Piensa a ver si recuerdan un sólo caso/de un inocente que
haya sido destruido. La experiencia me ha enseñado / que los que siembran
crimen y maldad/ cosechan lo que antes sembraron”. (Job.4:7-8). Esperemos
que estos escarnecedores no se encuentren en el camino de la maldad o estén aún
a tiempo para abandonarlo.
Esto que traigo al presente y que aún no tiene los atributos del pasado
con todas sus consecuencias, hoy lo estamos viviendo o sentimos como algo
inmediato muy cercano en el tiempo. Al final despojado de toda trascendencia,
repasamos los jirones de conciencia que quedan y concluimos que esto no es más
que pedazos de nuestra vida. Pasado inmediato que asoma lastimando la
conciencia y reviviendo causas.
Sin género de dudas, cada línea escrita en estos documentos trae en si
la labor tesonera de lo que fuimos parte, la abnegada dedicación y conducta sin
doblez cuyos resultados fueron, y aún son, la pérdida de una profesión que fue
eje conductual de toda una vida.
Una reflexión final.
Cuando lo consideré oportuno, asumí de tal manera mis responsabilidades
y fueron tantos los riesgos que años después de aquellos días que me causó la
perdida de la estabilidad y el cuidado de mi familia, tanto como mi profesión y
el desempeño académico; ando el camino cerril de este exilio en los límites del
desaliento y la penuria. Sin embargo, la libertad para mi Patria no deja de ser
un caro espejismo. Aunque repetiría, si fuera necesario, ese pasado con todas
sus consecuencias; porque nada puede enturbiar un pasado de entrega, ni aún
éste presente de desánimo.
Por aquel entonces, aquel fragmento de oración fue un acontecimiento
revelador entre tantas angustias; ¿tendrá el mismo sentido ahora? Al menos en
estos tiempos y lugar, cuando escribo, no hay peligro de que la sinceridad
tropiece en la plaza pública y de que la honradez no pueda presentarse. Doy fe
de que, en este oficio de escribir, sinceridad y honradez son convocadas, sino
juzguen ustedes mismos.
Pérdidas y vicisitudes han acompañado a este pasado inmediato que enseña
y da vigor en este tiempo pugnaz, que nos ha lanzado a un Exilio prolongado y
desdichado.
Fragmentos del
articulo: Testimonio inacabado, que está incluido en el libro: “Una Patria
atesorada para muchos y perdida para otros” de próxima aparición.