lunes, junio 28, 2021

La ruptura de una pasión y la perdida de una profesión que me fue arrancada. Segunda Parte (continuación)

 Dr. Eloy A González.

Después del portazo a mi gestión para comenzar a trabajar, pensé que esos que me hacían un apremiante seguimiento; consideraron preguntarse ¿cuál sería mi respuesta a todo eso?. En una visita a la casa de la calle 13, donde estaba por ese tiempo la sede de la Agencia Cuba Press y del Colegio Médico Independiente de Cuba; me encontré con un sujeto que acompañaba a Elizardo Sánchez Santa Cruz. Antes lo había visto en la sede de la CNDHRN.

De inmediato me invito a salir al portal para conversar. Este sujeto era hijo de un conocido pastor bautista. “Yo soy el hijo de “Papín” el Pastor”…., así me dijo cuándo iniciamos la conversación en el portal de “la casa de la calle 13”, pasando a hablarme de su reciente viaje a  los Estados Unidos; de ahí surgió el tema de la denominación bautista. Para enfatizar más a donde entendía que debía llevar la conversación, agregó: “dentro de mi trabajo en la Comisión Nacional de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, está la de entrevistarme una vez al mes con el presidente de la Convención Bautista de Cuba Occidental”, en aquel momento el Pastor Leoncio Veguilla. No le di mucho crédito a esto, pero así me dijo. Incluso dudo de que en ese momento el Pastor Veguilla fuera el presidente de dicha organización religiosa. Fue entonces que pasó a hablarme del Dr. Víctor Samuel González Grillo, sus dedicaciones y opiniones para preguntarme de inmediato sobre él. Decliné seguir conversando y regresé al interior de la casa.

Esta fue mi conversación y encuentro ese día en “la casa de la Calle 13”, que alguien llegó a denominarla, “La Ratonera”, con Moisés Rodríguez Quesada en marzo del 1997. En marzo del 2003 el sujeto fue destapado como el agente “Vladimir” del Departamento de la Seguridad del Estado y testigo en los  procesos relativos a la “Primavera Negra de Cuba”.

Un acto de hostigamiento se produjo el 20 de marzo de 1997 cuando alrededor de las 8:30 p.m. se presentaron en mi domicilio tres agentes del Departamento de Seguridad del Estado (DSE) quienes me conminaron a salir de mi casa para hablar, lo cual no acepté, toda vez que para conversar puedo hacerlo en mi hogar. La presencia hostil de estos agentes tenía el propósito de advertirme que tenía prohibido reunirme con los médicos que pertenecían al Colegio Médico Independiente de Cuba, organización para ellos inexistente formada por médicos de dudosa moralidad. Señalaron que, si asistía a una reunión convocada para el día siguiente “me iban a guardar”. Esto es encarcelarme. En tono amenazante y lanzando toda suerte de diatribas concluyó diciendo: “cuídate y cuida a tu familia”.

Esto fue lo que escribí a principios del año 1998…,

Al no recibir respuesta alguna, con fecha 16 de octubre de 1997, envié una segunda carta al ministro de Salud Pública; dada la prolongación desproporcionada de la respuesta a mi carta anterior.

En febrero de 1998, recibí una carta de Ministerio de Salud Pública con fecha 26 de diciembre de 1997(¡?) por correo ordinario donde me informaban: “que debía presentarme en la Dirección Provincial de Salud de Ciudad de la Habana para una entrevista con el Dr. Luís Curbelo, vicedirector de Asistencia Médica para valorar mi reubicación”.

Después de asistir en dos ocasiones a dicha Vicedirección se me informó que al asunto sería tratado por el Dr. Víctor Santamarina en el Dpto. de Ubicación, al cual me dirigí. En entrevista con el Dr. Víctor Santamarina y en presencia de la Dra. Josefa Masó, este me informó de dos posibles plazas de ubicación: 1) En el Hospital Gral. Doc. “Salvador Allende”, 2) En el Hospital Pediátrico “W. Soler”, previo adiestramiento y a determinar el tiempo en el Servicio de Oncopediatria del Hospital Pediátrico “J. M. Márquez”.

Al día siguiente visité el Hospital “Salvador Allende”, para hablar con el Dr. Hugo Reyes Gil, J’ Servicio de Oncología y J’ del Grupo Provincial de Oncología, éste me informó que sólo había dos plazas en el Hospital “Miguel Enríquez”. No obstante, a esta información incongruente, acepté la segunda opción. Días después al presentarme a recoger la necesaria documentación en el mencionado Dpto. de Ubicación, el Dr. Víctor Santamarina me dijo que: “según una Ley de diciembre de 1997, dado el tiempo que llevaba desvinculado del trabajo, no pedía ocupar dicha plaza”. Nuevamente el asunto se tornó oscuro y las explicaciones dudosas. No obstante, en presencia de la Dra. Josefa Masó se acordó tener una reunión para decidir con relación a mi caso “pues este era atípico” según sus palabras.

Después de alrededor de 18 meses de gestiones infructuosas, prácticas dilatorias, actitudes remisas y negligentes. Y de recibir sólo respuestas negativas  y explicaciones dudosas para concederme una plaza como Médico especialista en Oncología ; se me informó el 26 de marzo del presente en el Dpto. de Ubicación del MINSAP: “que se aplicaría en mi caso la Resolución Ministerial 166/97 de fecha 27 de  diciembre”; por la cual , después de 24 años de trabajo asistencial y docente debía: “ pasar a estudiar de nuevo Oncología en la Facultad de Medicina, sería objeto de un examen de la Especialidad y después se consideraría la posibilidad de ocupar un plaza para poder ejercer mi profesión como Médico”.

A las preguntas que hicimos al respecto, se me respondió en una actitud defensiva, remisa e irreflexiva, negándose dicha funcionaria, la Dra. Masó, a darnos la respuesta por escrito, se limitó a decir; “que como ella no era abogada, que yo consultara con la asesoría  jurídica de dicha institución”.

Este acto injusto y humillante, muestra fehaciente de extorsión y venganza política se convierte de hecho en una expulsión “técnica’ del Sistema Nacional de Salud y una inhabilitación para ejercer mi profesión. La infamia había  sido consumada.

Todo lo antes expresado está en íntima relación con mi resuelta posición de principios en mí ya prolongado desempeño como activista de Derechos Humanos; éste no ha sido ni el primero, ni el único, ni el último acto de hostigamiento y solapada represión de la cual he sido objeto. Al escribir este documento, parece  como si las palabras del profeta  resonarán en nuestros oídos, haciéndose eco de un presente incierto: “La justicia ha sido despreciada, la rectitud se mantiene a distancia, la sinceridad tropieza en la plaza pública y la honradez no puede presentarse” Is.59:14

Dios tenga misericordia de nosotros, para que algún día no tengamos que utilizar el tiempo, el talento y la pluma para hacer una larga relación de iniquidades; si no para obrar por medio de nuestro trabajo en beneficio del prójimo, trasmitiéndole un aliento de amor y esperanza.

Este documento (ahora incompleto) fue escrito en la Ciudad de la Habana, a los veintinueve días de mes de marzo del 1998.

Por aquellos días había perdido toda esperanza de recuperar mi trabajo como Médico, y mi desempeño en el Colegio Médico Independiente era intenso, sobre todo escribiendo lo que serían las Bases y Estatutos de esta organización. Entonces recibí una de esas visitas nada bienvenidas ni agradables: la de un agente de la Seguridad del Estado.

Aquí trascribo la otra carta, que por aquel entonces escribí. Nadie había escuchado mis denuncias anteriores.

Ciudad de la Habana, 8 de junio de 1998

 A Quien pueda interesar:

Quien suscribe: Dr. Eloy Arnaldo González, de 49 años, casado, con residencia en: Calle 15 No. 8611 e/ 86 y 86ª, Playa, CH. Cuba; de profesión, Médico Especialista en Oncología y Prof. Inst. de Farmacología del ISCM-H. Por derecho propio y libre voluntad, expongo, a modo de mejor proveer para su conocimiento y sólida comprensión lo siguiente;

Que el 5 de mayo del presente año (1998) se presentó en mi domicilio el agente del Departamento de la Seguridad del Estado (DSE) autodenominado “Alfredo’ con la expresa intención de “conversar” sobre mis actividades como disidente.

Dicho agente esforzándose por mostrase amable y respetuoso, pero marcadamente fingido y adoptando por momentos una actitud tendenciosa y degradante, expresó con claridad lo siguiente:

1.Que ésta era una visita para conversar, pero que él podía en cualquier momento citarme a alguna dependencia del DSE.

2.Que estaba incurriendo en un grave delito al prestar el autor de mi propiedad a una persona de conocida trayectoria como disidente y delincuente, el cual tenía relaciones estrechas con la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CNDHRN). El auto había sido objeto de un accidente de tránsito en circunstancias muy sospechosas

3.Que en relación a mi trabajo como Médico que vengo gestionando desde hace dos años, ya que me encuentro desempleado , las razones expuestas por el Ministerio de Salud Pública así como por  los funcionarios: Dr. Víctor Samuel González Grillo, Dr. Hugo Reyes Gil, Dra. Josefa Masó y Dr. Víctor Santamarina ; responden y han sido en respuesta a los intereses del Departamento de la Seguridad del Estado (DSE), pues son ellos quienes han tomado las decisiones considerando el carácter de “no confiabilidad política” que me caracterizan como activista de Derechos Humanos y miembro de organizaciones ilegales tales como: Asociación Pro-Arte Libre y el Colegio Médico Independiente de Cuba; así como mis relaciones con la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.

4.Después de una extensa conversación no exenta de tensiones; señaló dicho agente que: “los hechos planteados en el Dpto. de Ubicación de Profesionales del MINSAP responden a sus intereses políticos”, considerando que en mi caso “puedo tener opiniones políticas” para poder trabajar, pero no “accionar” en dichas ideas políticas

Dicho agente “Alfredo” del DSE, argumento lo siguiente:

•Qué él estaba en capacidad y facultado para ubicarme a trabajar como Médico en el Hospital que escogiera para laborar de nuevo como  Especialista en Oncología.

•Qué sólo debía mantener una actitud “tranquila y constructiva”. Le expresé que cualquier planteamiento o insinuación sobre adoptar una actitud indecorosa, deshonesta y engañosa era para mi inaceptable.

Debemos de aclarar en este punto que no entendía, y así se lo hice saber que: ¿Cómo era posible que se me expulsaba técnicamente del Sistema Nacional de Salud al aplicarse por el MINSAP las Resolución Ministerial 166/97 y el Decreto-Ley 176; y  ahora,  por una decisión de un funcionario del MININT si podría trabajar? Su respuesta fue: “nosotros estamos y pasamos por encima de las Resoluciones, Leyes y Decretos e incluso del propio Ministro de Salud Pública”.

A la altura de esta conversación, le aclaramos a dicho agente que: “para tratar asuntos relativos a mi situación laboral, sólo admitía que se tratara con un funcionario del MINSAP y no con otro funcionario del MININT u otras dependencias”. Concluida la conversación se me advirtió de futuras visitas o citaciones.

No pretendemos hacer un análisis de las violaciones en relación con estas visitas; siempre matizadas por la extorsión, la intimidación y el trato degradante. Siempre he considerado estas actitudes de la Policía Política como represivas y bochornosas; son actos injustos nada agradables a Dios; y pienso cuando reflexiono, en las palabras que aparecen en el Libro de aquel patriarca nómada que dicen: “Piensa a ver si recuerdan un sólo caso/de un inocente que haya sido destruido. La experiencia me ha enseñado / que los que siembran crimen y maldad/ cosechan lo que antes sembraron”. (Job.4:7-8). Esperemos que estos escarnecedores no se encuentren en el camino de la maldad o estén aún a tiempo para abandonarlo.

Esto que traigo al presente y que aún no tiene los atributos del pasado con todas sus consecuencias, hoy lo estamos viviendo o sentimos como algo inmediato muy cercano en el tiempo. Al final despojado de toda trascendencia, repasamos los jirones de conciencia que quedan y concluimos que esto no es más que pedazos de nuestra vida. Pasado inmediato que asoma lastimando la conciencia y reviviendo causas.

Sin género de dudas, cada línea escrita en estos documentos trae en si la labor tesonera de lo que fuimos parte, la abnegada dedicación y conducta sin doblez cuyos resultados fueron, y aún son, la pérdida de una profesión que fue eje conductual de toda una vida.

Una reflexión final.

Cuando lo consideré oportuno, asumí de tal manera mis responsabilidades y fueron tantos los riesgos que años después de aquellos días que me causó la perdida de la estabilidad y el cuidado de mi familia, tanto como mi profesión y el desempeño académico; ando el camino cerril de este exilio en los límites del desaliento y la penuria. Sin embargo, la libertad para mi Patria no deja de ser un caro espejismo. Aunque repetiría, si fuera necesario, ese pasado con todas sus consecuencias; porque nada puede enturbiar un pasado de entrega, ni aún éste presente de desánimo.

Por aquel entonces, aquel fragmento de oración fue un acontecimiento revelador entre tantas angustias; ¿tendrá el mismo sentido ahora? Al menos en estos tiempos y lugar, cuando escribo, no hay peligro de que la sinceridad tropiece en la plaza pública y de que la honradez no pueda presentarse. Doy fe de que, en este oficio de escribir, sinceridad y honradez son convocadas, sino juzguen ustedes mismos.

Pérdidas y vicisitudes han acompañado a este pasado inmediato que enseña y da vigor en este tiempo pugnaz, que nos ha lanzado a un Exilio prolongado y desdichado.

Fragmentos del articulo: Testimonio inacabado, que está incluido en el libro: “Una Patria atesorada para muchos y perdida para otros” de próxima aparición.

martes, junio 08, 2021

La ruptura de una pasión y la perdida de una profesión que me fue arrancada. Primera Parte.

 Dr. Eloy A González.

Fragmentos del articulo: Testimonio inacabado, que está incluido en el libro: “Una Patria atesorada para muchos y perdida para otros” de próxima aparición.

Recuperado de los problemas de salud que me aquejaban me presenté en el Dpto. de Ubicación de la Dirección Provincial de Salud, la funcionaria que me atendió me notificó de la existencia de una plaza disponible en el Hospital Universitario Docente “Calixto García”. Posteriormente me entreviste con el J’ del Grupo Provincial de Oncología (Dr. Hugo Reyes Gil), este me aseguró que no había inconveniente alguno para que me incorporar a esa posición. Una entrevista a continuación con el J’ de Servicio de Oncología del Hospital Universitario Docente “Calixto García”, Dr. Víctor Samuel Gonzalez Grillo, confirmó que no había inconveniente alguno; señalándome las necesidades, características del trabajo  y explicándome en detalle las funciones que desempeñaría.

Quince días después de esta última entrevista, las respuestas variaron por parte de las mismas personas que antes me atendieron, las omisiones aparecieron, el asunto se tornó sombrío y las explicaciones se hicieron dudosas. Se apeló a las mentiras más rampantes. Había, eso sí, un engendro de respuesta común: “existen razones” para negarme esa posición como profesional pero las razones no eran explicadas. ¿Cuáles eran las razones que me negaban el derecho al trabajo? Pase rápidamente a la condición de desempleado después de más de 20 años de dedicación profesional a la práctica médica.

En este punto debo ser más explícito.

Procurando reincorpórame lo antes posible, había  estado visitando el Departamento de Ubicación y Reubicación de la Dirección de Salud de la capital; siempre me atendía la Dra. Josefa Masó quien me dice que mi “caso era muy difícil” y que aún no había ubicación para mí, entendí bien. En ese momento el director de esa oficina y de otras era el Dr. Luis Curbelo quien es actualmente el director del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR).

Un día voy allí y me encuentro otra persona, el Dr. Víctor Santamaría, quien me atendió de manera muy distinta; me orienta que debo de ubicarme y me dice las plazas que hay disponibles. Pensé que había cambiado “la orientación” y tomé una breve carta que me dio. Antes de decidir fui a ver al J’ del Grupo Provincial de Oncología quien me atendió bien, pero sabía lo que había…me dijo que allí no tenía plaza, lo cual no me interesaba pero que, si había una plaza, pero estaba en el Hospital “Calixto García” …,. Me dirigí allí sabiendo que el jefe del Servicio era el Dr. Víctor Samuel González Grillo, quien en ese momento era uno de los directivos de la Junta de la Convención Bautista de Cuba Occidental (OCBCOcc), líder del Departamento de la Juventud y director en funciones del Hogar Bautista; entre otras dedicaciones. De manera muy amable me dijo que, “si había una plaza que necesitaba que comenzara de inmediato que él prefería que yo fuera el especialista para trabajar con él, porque compartíamos una común fe y yo era una persona de principios” (se refería a la iglesia); agregó que era mucho mejor que estuviera allí que otro especialista que aspiraba también a la plaza, cuyo nombre prefiero omitir.

 Convenimos en vernos en dos semanas porque él viajaba a los EE. UU.. Cuando regresó fui a verlo. En un escenario preparado, me esperaban en una pequeña oficina además del Dr. Gonzalez Grillo, un sujeto que a todas  luces  era un agente de la Seguridad del Estado (DSE), otra persona, este de bata blanca, estaba sentado en una esquina como si no fuera parte del elenco; pero estoy convencido  que era un testigo encajado. El agente y el testigo no hablaron una sola palabra… no les fue necesario. El doctor Víctor Samuel González Grillo me dijo que, había considerado mi solicitud y que no aceptaba que yo  trabajara allí, sencillamente allí NO iba a trabajar ni ahora ni más adelante’. Sabía muy bien lo que había ocurrido y no me empleé en una discusión que no tenía sentido…, solo me dirigí en estos términos: “contéstame: “poniendo como premisa que usted no debe mentir… ¿es así?… ¿esta decisión es suya o ha intervenido otras personas, instituciones o funcionarios?” Todo esto mientras miraba al agente….; “es mi decisión y asumo la responsabilidad”, me dijo, me levanté y me fui.

Esto constituyó un golpe a la familia, sobre todo a mis hijos que conocían de este sujeto como líder de la juventud en la Iglesia. Decidí no formular una denuncia pública, podía hacerlo; contaba con los medios y relaciones, pero sabia el alcance y las implicaciones que esto tendría. Esperé tres meses y fui a hablar con otro de los miembros de la Junta Directiva de la Convención Bautista (OCBCOcc) y le expuse todo el asunto…, le dije que no haría una denuncia pública para proteger sobre todo a la iglesia y lo que esta representa. Me escuchó…, ya finalizando me dijo casi en señas…, espera; y fue a su oficina y me trajo una carta de unas 4 páginas que me dio para que la leyera, me dijo:  léela ahora pero no hagas ningún comentario (temía que hubiera escuchas); yo conocía de esta carta, ahora la tenía delante, y la más revelador no era lo que decía sino lo que mostraban las entrelineas. Estaba firmada por el Dr. González Grillo. Después cuando me iba, me llevó aparte a un jardín y me dijo con tono quedo…, “es un infiltrado”.

Los cubanos acumulan un tiempo, demasiado prolongado de delaciones y traiciones. También de extorsiones y chantajes. Es pues algo ineludible a nuestra identidad; nos han inoculado el germen de la duda, la intriga y el sigilo. Nos han hecho parte del andamiaje policial  y por ende de la estructura represiva. Chivatear, colaborar e informar son verbos que se conjugan con frecuencia; pero que tiene muchas connotaciones que no  llegamos a considerar en sí. Superamos la zozobra de la duda y seguimos viviendo como si con nosotros no fuera.

Hoy sabemos, después de la caída del campo socialista, que la estructura de vigilancia y los mecanismos de delación alcanzan a la familia  ,el entorno laboral y la iglesia. Es simplista afirmar que en este o aquel evento, muchas veces anecdótico; intervino un aparato de información, delación y búsqueda de información sobre individuos e instituciones con fines represivos y canallescos.

Nadie es así de simple, un agente. Calificar con liviandad a las personas no es acertado. Las personas en un estado policial pueden responder a circunstancias en que se ven envueltos; sin que muchas veces sepan cuanto están colaborando con las fuerzas oscuras  de la represión. Los órganos de la Seguridad del Estado asumen el derecho de convertir o utilizar a cualquier individuo como colaborador en un momento dado, apelando a su esperada consagración a velar por la Revolución; más infame aun es exigir colaboración cuando se apela a la extorsión y al chantaje. No  siempre se asume el rol de “informante” o “colaborador” tan a la ligera. La estructura organizativa de la policía política  establece rangos para esto que van, desde la “persona en estudio” hasta el “agente”. Pero tal vez los más empleados son: “la persona de interés”, “los vínculos útiles” y “la persona de confianza”. Hay una categoría entre la aceptación y la participación. Resulta festinado hablar a la ligera de “agentes”, “chivatos” e “infiltrados”; debemos ser cuidadosos al asumir algo que pude acabar en un daño a la reputación; tal y como hacen, muchas veces, los agentes del régimen.

Continuará……,