Por: Sol García Basulto.*
Dengue la epidemia que ha cobrado vidas y enviado
funcionarios a los tribunales en Camagüey, me dejó 5 días en la sala de
intermedia del Hospital Amalia Simoni.
Sufrí mucho sí, pero no
solo por los síntomas, las condiciones del hospital, los pacientes sin acompañantes,
inmovilizados, atados a un porta sueros, sin ayuda. Y la escasez me apretó el
corazón.
Recordaré siempre a Flora,
la abuelita del asilo (92 años), que tenía que comer un huevo hervido en cada
comida y cubrirse con una sábana rota. Varias veces confundió el baño con la
silla vacía del acompañante y orinó frente a todos, nadie la aseó ni limpió el
piso con agua.
Conocí también una madre en
período de lactancia, a quien se le llenaban las mamas y en vez de fomento
tibio le ponían agua de la llave (temperatura ambiente). Por más que lo pedí
nunca le buscaron un extractor de leche materna. Estaba en falta en farmacia.
Todo estaba en falta en
farmacia, las enfermeras trabajando con inyectores de cristal (antiguos y
obsoletos) cero bránulas, pocos tramos de venoclisis y medicamentos inestables.
Ya mejor, después de estar
de alta hace una semana y aun recuperándome, agradezco los cuidados y la
preocupación de familiares y amigos presentes y distantes. Mi suerte es
tenerlos a ustedes y a Dios, al gobierno no le debo nada, de hecho quizás
debería indemnizar a todas las víctimas de su ineficiencia.
Aquí les comparto memorias
gráficas. Buenos
días.
Fuente: Sol García
Basulto Facebook. Periodista independiente.