¿Cuánto
desprecio por el bienestar humano, y el derecho a la vida, alberga en su
esencia la ideología socialista? Su naturaleza pervertida, e intrínsecamente
perversa y antinatural, se goza en la aventura criminal de mantener a los
pueblos que gobierna, sometidos al constante peligro de ser aniquilados como
consecuencia de acciones irresponsables, inspiradas siempre en su odio visceral
por todo lo que represente un ascenso en el desarrollo humano.
La
crisis provocada por Fidel Castro –entre el 15 y el 28 de Octubre de 1962-,
como resultado de la instalación, en Cuba, de bases de misiles nucleares
soviéticos, demostró -desde los primeros años de este proceso homicida- que la
seguridad, la paz y la prosperidad del pueblo cubano no serían nunca
prioridades en los planes diabólicos del máximo líder.
El
secretismo, una de las principales cualidades malsanas que identifica a los
regímenes totalitarios -y que en Cuba es practicado con aberrante y desmedido
celo- consigue mantener un férreo control sobre la información a la que el
ciudadano puede -y tiene el derecho- de acceder.
Esta
política de ocultamiento, continúa siendo la principal responsable de que los
índices de mortalidad, y otros daños, se eleven -considerablemente- durante los
períodos en que hemos sido azotados por diferentes epidemias –sobre todo las
relacionadas con el Dengue-; porque la población permanece indefensa, y
expuesta a los peligros del contagio y sus consecuencias, mientras la epidemia
de turno se encarga de rediseñar la demografía cubana, a las órdenes de un
envejecido demente, que no puede aceptar que su muerte es un asunto
estrictamente personal.
El
flagelo de una nueva epidemia está cobrando su cuota de víctimas.
Se
trata, esta vez, del CÓLERA. Cuando el brote diarreico que se desató en el
municipio de Manzanillo, en la provincia Granma, alcanzó niveles alarmantes -y
la situación comenzaba a ponerse fuera de control- el gobierno decidió hacer
sus primeras declaraciones; y con esa ambigüedad, tan marxista y tan católica,
de la conducta manipuladora, decidió “decir la verdad”…..en latín.
“El
causante de este brote diarreico es la bacteria Vibrio Cholerae”. Y punto. Un
país donde los estudiantes universitarios deben acompañar sus pruebas de
ingreso con exámenes de ortografía, qué queda para el resto de sus ciudadanos,
cuyo nivel escolar promedio es de 9no. grado, y las posibilidades de acceder a
la internet u otros beneficios de la tecnología para la información son
–prácticamente- menos cero.
Vibrio
Cholerae, bien podría ser –para el común de los ciudadanos sin información-
“algún tipo de cristal derivado del chocolate”; pero nunca podrían asociar el
nombre de la bacteria con la enfermedad que produce.
En
algunas zonas afectadas del interior, los pobladores no pueden mencionar
siquiera la palabra “Cólera”, porque sobre ellos pende la amenaza de ser
multados….. y quién sabe qué otra medida, para los más osados.
Desde
esta tribuna de libertad –como sin duda alguna lo constituye este sitio del
Centro de Información Hablemos Press- estoy denunciando, el crimen de lesa
humanidad que representa ocultar la inminencia de una epidemia, y la
indiferencia de las autoridades sanitarias con las medidas que debe tomar con
todos los comercios (particulares y –sobre todo- estatales), donde se venden
alimentos, que no reúnen las condiciones higiénico-sanitarias adecuadas.
Desde
esta tribuna de libertad, exijo al gobierno de Cuba el respeto incondicional al
derecho inalienable de todo ciudadano a recibir –sobre todo- la información y
el cuidado que lo ayuden a preservar su salud y su vida.
*Ernesto
Aquino Montes. Es periodista independiente y sus artículos de opinión aparecen
en Hablemos Press. Reside en Ciudad de la Habana, Cuba Tel: 5 381 91 11. E-mail: aquino.liberyvid@gmail.com
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