miércoles, mayo 10, 2006

Demagogia y Salud Pública.



Por: Manuel Díaz Martínez.*
Uno de los ritornelos de la propaganda del castrismo es el de que en Cuba la Salud Pública es gratuita. O sea, que la paga el Estado. ¿Y de dónde saca el Estado el dinero para pagarla?
Ni los Estados ni los gobiernos generan riqueza. En todos los Estados y bajo todos los gobiernos, de izquierda o de derecha, revolucionarios o no, la riqueza la produce la gente con su trabajo.
En la Economía Política capitalista, a la riqueza creada por el trabajo se la llama plusvalía; en la socialista (comunista), plusvalor. En el sistema capitalista, el Estado se apropia de parte de la plusvalía mediante los impuestos; en el socialista (comunista), el Estado, único dueño de los medios de producción, se apropia de todo el plusvalor. Lo que hacen los Estados, en ambos sistemas, es administrar, según la filosofía o los intereses del partido gobernante, lo que reciben de la riqueza creada por el trabajo de la sociedad.
De modo que, ni en el capitalismo ni en el socialismo, el Estado da nada gratis: la gente lo paga todo con su trabajo. Paga, incluso, el sueldo de los funcionarios y el boato de los jerarcas. Castro no le regala nada al pueblo cubano. El pueblo cubano lo paga todo y lo mantiene a él y mantiene su corte.
Claro está que entre el Estado democrático y el totalitario hay diferencias. Por ejemplo, el primero tiene que dar cuenta de sus gastos a los ciudadanos; el segundo, no. Ya sabemos —la prensa lo ha publicado— cuánto le costó al erario español la guerra de Irak; pero todavía, a casi veinte años de terminada, no se sabe, y quizás no se sepa nunca, cuánto le costó al erario cubano la de Angola.
Generosísima solidaridad
Tampoco sabe el pueblo cubano, víctima de una miseria endémica desde que el comunismo arruinó su economía, cuánto le está costando la generosísima solidaridad internacional de Castro en materia de salud pública. Porque, evidentemente, Castro no pagó de su bolsillo los 30 hospitales de campaña que ha regalado a Pakistán, ni la clínica oftalmológica con tecnología punta europea que acaba de regalar a Bolivia. Siempre tan desprendido a cuenta de otros y tan atento a su imagen pública de cara al exterior, Castro hace estos obsequios patriarcales cuando es más penosa la crisis que, desde el fin de la subvención soviética, atraviesa la salud pública cubana.
Resulta sorprendente que el gobierno cubano regale hospitales cuando a los de la Isla, según las denuncias que de allá nos llegan, los pacientes tienen que llevar desde ropa de cama y comida hasta hilo de sutura y anestésicos; cuando es habitual que las ambulancias no puedan moverse por falta de recambios o combustible; cuando en las farmacias del país (no las que venden en dólares) suele suceder que no haya ni aspirinas…
Se nos dice que estas calamidades se deben al "criminal bloqueo norteamericano", que obliga a tantas ONG e instituciones humanitarias del ancho mundo a recolectar medicamentos para enviarlos a Cuba. ¿Y, entonces, cómo es que Cuba puede regalar hospitales? He aquí una aporía del siglo XXI.
* Poeta y periodista. En la actualidad codirige la revista Encuentro de la cultura cubana. (www.cubaencuentro.com). Reside en Las Palmas de Gran Canaria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una aporía del siglo XXI.
Escrito por José Luis Amieiro (El SEpultur el 2006-05-15 20:14:56La esencia de todo el escrito que encabeza este post, el artículo del periodista y poeta Manuel Díaz, está en la última oración: “Una aporía del siglo XXI” Eso es el discurso demagogo del gobierno cubano. No hay dudas. Una irracionalidad incuestionable.
Pero se explica, porque a falta de resultados concretos en el orden económico, el gobierno erige otros rubros no menos productivos. Recuerden que en el socialismo todo se convierte en mercancía, siendo contradictoriamente más capitalista que el propio capitalismo. El socialismo todo lo monopoliza a través de una casta dominante. Aporta más riquezas al monopolio socialista la exportación de médicos, maestros y soldados, que poner a producir las industrias. Todo muy bien aderezado por el discurso plañidero del Comandante en jefe para que le abastezcan con lo necesario ( para su supervivencia en el poder), que ya el sacará el sobrante y lo que multiplique en barcos a todo el que lo pida o él piense que puede aportar algo a cambio por ello. Es un gran oportunista, jamás ha estado del lado de una causa perdida. Nunca. Observen la historia, su discurrir.
Esos países que se erigen como pobres, son fuentes potencialmente explotables. Sus giros son de derecha a izquierda ( los del Coma andante), sus discursos, justifican y enmiendan las jugadas de engaño. Ayer con los soviéticos, hoy con los chinos, los venezolanos y los ecuatorianos. El comandante no tiene quien le escriba, pero tiene buen olfato para husmear y detectar, a tiempo, dónde es que hay lo que necesita para perpetuarse en el poder, que es en definitivas su primordial objetivo. El pueblo, nosotros los médicos, los maestros y los soldados somos la moneda de cambio. Para eso no hay que saber mucha economía, sólo realizar la jugada oportuna. Saludos, El Sepulturero ( José Luis Amieiro) Una moneda de cambio, perdón, quise decir, un médico.