domingo, julio 23, 2006

Otras transcripciones tardías.

Estas notas fueron escritas en los años liosos de la década de los 90’s traídas por manos amables al Exilio, se detuvieron en algún armario para ser devueltas en desordenado folio. Agrupo las ideas y el tiempo en secuencia sombría, incierta y ahora remota. Aquí están estos los hechos.
Consciente del imperativo cristiano de hacer causa común con los desheredados del orden económico, político, social, moral y espiritual .De aquellos que se debaten en un proceso de angustias y esperanzas dentro de un contexto ambivalente e impreciso en nuestra Patria.
En el más genuino espíritu cristiano, pienso en nuestros conciudadanos absorbidos por el peligro, la desesperación y la ira; ante la imposibilidad de satisfacer las necesidades más elementales y apremiante. Por aquellos que padecen hambre o están sujetos al miedo, la inestabilidad y las situaciones de extrema angustia. Pienso por los jóvenes que envejecen prematuramente y en los ancianos que se consumen en la angustia y la soledad.
Pienso en aquellos hombres hechos a la imagen y semejanza de Dios, incluyendo a los funcionarios del Estado quienes están en la obligación moral de conducir los destinos de la Nación por mejores derroteros. Porque no creemos que la economía y la política sean regidas por una lógica partidista e incuestionable en una sociedad gobernada por una clase predatoria.
Sobre la premisa de los principios axiomáticos fundamentales de la prédica y acción de Jesús de Nazaret: lo sagrado de la vida y la personalidad humana, así como la solidaridad espiritual de los hombres y la práctica del amor al prójimo he asumido mis responsabilidades y riesgos.
Igualmente esta actitud esta justificada en el espíritu y la letra de la Declaración Universal de los Derechos Humanos sobre todo los artículos 19 y 20.
Plenamente convencido del desconocimiento y menosprecio de los Derechos Humanos en mí Patria. Los cuales no son protegidos por un régimen de derecho que garantice la observancia de estos, así como las frecuentes violaciones de estos derechos a lo que se suma el deterioro y la precaria y peligrosa perdida de nuestra propia identidad u nacionalidad. Expreso lo siguiente:
Que consecuente con mis principios asumo haber participado dentro de un grupo de oposición civilista de orientación pacifica y no-violenta en mi Patria a fin de promover la observancia en materia de Derechos Humanos y expresar dentro de un marco de comprensión reciproca mis opiniones sobre la situación política, social y económica en que vivimos.
Desde el año 1990 comencé a trabajar en la orientación de aquellas personas o sus familiares que habían sido objeto de violaciones de sus derechos, en compañía del Dr. Adolfo Gómez Martínez , abogado de profesión con experiencia en el trabajo legal en la promoción y observancia de los derechos humanos; quien había trabajado en el Comité Martiano Pro-Derechos Humanos . Este distinguido abogado fallecido en el Exilio.
En marzo de 1991 mi hijo mayor fue encarcelado arbitrariamente durante 4 días bajo los cargos de un supuesto robo con fuerza, lo cual resulto totalmente falso. Los pormenores de este sospechoso arresto visto a posteriori, así como las indagaciones individuales que fueron conducidas, demuestran que este acto injusto indicaba un procedimiento de extorsión e intimidación indirecta con visos políticos. El perdón cristiano practicado por toda la familia permitió superar esta experiencia tan desgarradora; sobre todo cuando pudimos saber que mi hijo fue tratado de forma degradante durante su encarcelamiento.
El día 20 de abril de 1992 fui detenido en mi centro de trabajo, Hospital Gral. Docente “Julio Trigo López “a las 9:00 a.m. y conducido a la sede del Departamento de la Seguridad del Estado (DSE) conocido como “Villa Marista” , allí fui interrogado durante 48 horas y puesto en libertad más tarde. Sin conocer las consecuencias ulteriores de mí arresto y teniendo en cuenta las opiniones de la contraparte, es decir de los interrogadores. Obviamente las medidas y consecuencias no se hicieron esperar.
Un mes después de mi detención fui citado a la sede de la Seguridad del Estado a fin de efectuar nuevos interrogatorios en los cuales exprese con claridad mis puntos de vista. Una semana depuse fui citado de nuevo es esta sede para otro interrogatorio , aunque era evidente que éste tenia el propósito, en medio de un fuerte ambiente de intimidación, a lograr nuestro compromiso de colaborar con la policía política, lo cual rechacé de forma resulta y categórica a pesar de las consecuencias que me informaron acarrearía mi actitud con relación a mis familiares.
Los acontecimientos se precipitaron; el día 24 de junio de 1992 se informó en reunión pública en el Hospital donde trabajaba de mi condición de “activista de derechos humanos” y “contrarrevolucionario”, tratando de crear un ambiente de hostilidad entre los trabajadores lo cual resulto fallido e incluso contraproducente para las autoridades. Las muestras de solidaridad y respeto mostrado por los trabajadores es digno de ser mencionado aquí.
Una semana más tarde fui objeto de un intento de agresión física a la salida del Hospital por dos personas que venían en una moto a gran velocidad, en esa ocasión fue golpeado un paciente que caminaba a mi lado. Días después sufrí una agresión física en la conocida intersección habanera de 100 y 51 en Marinano, de forma muy sospechosa.
El día 1 de noviembre de 1992 se me entregó una citación para presentarme el día 8 del corriente en la Zona de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en Calle 86 y 13 en Playa. Al llegar allí comprendí que estaban creadas las condiciones para un interrogatorio público y un Acto de Repudio (linchamiento verbal). Alrededor de unas 30 personas ocupaban el local mientras se sentaron al frente, a modo de jueces, los representantes del Partido Comunista, MINNT, SUVP, y CDR. . La situación no pasó de un interrogatorio público en el cual expresé mi posición a favor de los Derechos Humanos en su contexto cristiano. Recibí una advertencia verbal.
A esto se agrega que el resto de mis familiares comenzaron a sufrir las ambigüedades, controles y presiones de todo tipo. A mi esposa le fue negada de forma reiterada la posibilidad de obtener trabajo, siendo Médico Especialista, permaneciendo dos años sin trabajo al negársele el derecho a ocupar las plazas que se encontraban vacantes en su especialidad.
En noviembre del 1992 fui expulsado de un Curso Básico de computación que estaba recibiendo en la Facultad de Medicina anexa al Hospital Julio Trigo donde trabajaba en aquel momento; esto por razones políticas.
En el mes de diciembre de 1992 fui informado de forma pública en los Comités de Defensa de la Revolución en el vecindario donde residía, de mi condición de “religioso” y “uno de los Derechos Humanos” y “contrarrevolucionario”.
El 29 de diciembre de 1992 fui citado a Juicio por un supuesto y oscuro accidente de tránsito, en el auto del juicio el Juez mostró una violencia verbal inmotivada contra mí tan pronto como empecé a declarar. Como era de esperar se me declaró culpable.
Desde enero de 1992 hasta la fecha en que escribo este documento; se ha controlado mí correspondencia, mis movimientos, las relaciones con familiares, amigos y hermanos en la Fe. No ha cesado el hostigamiento profesional y el acoso laboral en mi desempeño como Médico Especialista en Oncología durante el tiempo que trabajé en el Hospital General Docente “Julio Trigo López”. Todo lo cual ha limitado mi desarrollo como profesional así como del desempeño de mi trabajo.
En mayo de 1994 el Secretario del Sindicato de la Salud me informó que “dada mi condición de religioso debía de prescindir del pago de las MTT", algo inusual pero que aceptamos de buen agrado como una forma de evitar el pago de tan oneroso tributo. Unos meses más tarde se me informó por parte del Partido Comunista que debía de cesar como miembro del Sindicato de la Salud por razones de no pago de las cotizaciones, lo cual no era cierto, aunque si era una buena noticia. En carta del 23 de noviembre de 1994 y a tenor de las Leyes vigentes, prescindimos de nuestra condición de miembro del Sindicato de la Salud (SNTS) dada las evidentes presiones con matices políticos; adjuntamos constancia del pago de la cotización.
En junio de 1995 fui citado para interrogatorio en la Oficina de la Seguridad del Estado en el propio Hospital donde trabajaba. Fui amenazado y advertido.
En enero de 1996 por problemas de salud solicité la liberación de mis funciones en el Hospital donde trabajaba con la finalidad de optar por una plaza de reubicación, un procedimiento normal y común en el Sistema Nacional de Salud.
Con fecha 17 de enero de 1996 en carta dirigida al Departamento de Ubicación de la Dirección Provincial de Salud (CH) se accede de forma diligente a mí liberación por parte de la Dirección del Hospital General Docente “ Julio Trigo López” y poniéndome a disposición de la mencionada Dirección Provincial de Salud (CH).
Recuperado de los problemas de salud que me aquejaban me presenté en el Dpto. de Ubicaron de la Dirección Provincial de Salud, la funcionaria que me atendió me notificó de la existencia de una plaza disponible en el Hospital General Docente “Calixto García”. Posteriormente me entreviste con el J” del Grupo Provincial de Oncologia que me aseguro que no había inconveniente alguno para que me incorporar a esa posición. Una entrevista a continuación con el J” de Servicio de Oncologia del Hospital “Calixto García” confirmó que no había inconveniente alguno, señalándome las necesidades, características del trabajo y explicándome en detalle las funciones que desempeñaría.
Quince días después de esta última entrevista, las respuestas variaron por parte de las mismas personas que antes me atendieron, las omisiones aparecieron, el asunto se tornó sombrío y las explicaciones se hicieron dudosas. Se apeló a las mentiras más rampantes. Había, eso si, un engendro de respuesta común: “existen razones para negarme esa posición como profesional pero las razones no eran explicadas. ¿Cuáles eran las razones que me negaban el derecho al trabajo? Pase rápidamente a la condición de desempleado después de más de 20 años de dedicación profesional a la práctica médica.
En noviembre de 1996 mi esposa, Médico Especialista en Laboratorio Clínico fue citada a varias reuniones en su centro de trabajo para considerar el hecho de que no pagaba la cotización del Sindicato y las MTT, bajo fuerte intimidación se le amenazó con aplicarle la condición de “no confiable” situación amenazadora que en Cuba implica la posible expulsión del trabajo.
La hostilidad manifiesta, el acoso laboral y político, la premeditación en la limitación del desempeño laboral han caracterizado mi situación y por extensión la de mi esposa.
Un acto de hostigamiento se produjo el 20 de marzo de 1997 cuando alrededor de las 8:30 p.m. se presentaron en mi domicilio tres agentes del Departamento de Seguridad del Estado (DSE) quienes me conminaron a salir de mi casa para hablar , lo cual no acepté, toda vez que para conversar puedo hacerlo en mi hogar. La presencia hostil de estos agentes tenía el propósito de advertirme que tenía prohibido reunirme con los médicos que pertenecían al Colegio Médico Independiente de Cuba, organización para ellos inexistente formada por médicos de dudosa moralidad. Señalaron que, si asistía a una reunión convocada para el día siguiente “me iban a guardar”. Esto es encarcelarme. En tono amenazante y lanzando toda suerte de diatribas concluyó diciendo: cuídate y cuida a tu familia”.
Quiero enfatizar que nadie puede decirme con quien debo o no conversar o con quien debo o no relacionarme, ni a quien debo visitar. Cualesquiera que sean las consecuencias que se deriven de mi actitud las asumo con apego al derecho.
Todo lo antes expresado no constituye una queja, pues al decir del Apóstol José Marti: “la queja es de necios”. Pero si considero que debe prevalecer la verdad, sobre todo, “esa verdad que nos hace libres”. Nuestra actitud es un acto de amor para con nuestros semejantes y cuando tenemos temor de enfrentar las situaciones que pueden derivarse de todo esto, este temor nos hace perder la perspectiva de actuar con amor, porque: “en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, de donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor: 1ra.Jn 4:18
Todo lo antes escrito se hace sin ánimo de contienda, pero responde a la verdad. Dios nos brinde la gracia de perdonar y de mantener una actitud serena frente a los desprecios y las indiferencias.
Quisiera concluir con un fragmento de una oración de un pensador católico que en cierta medida motiva el “rompimiento de los retraimientos y el miedo”:
“Hazme comprender que fui creado no como un ser acabado y encerrado, sino como una tensión y movimiento hacia los demás; que debo de participar de la riqueza de los demás y dejar que los demás participen de mi riqueza; que encerrarse es muerte y abrirse es vida libertad y madurez”.
Escrito a los doce días del mes de abril de 1997 en la Ciudad de la Habana, Cuba.
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El 21 de diciembre de 1999 salí junto a mi esposa al Exilio, a éste que ha sido engendro de precariedad y trabajoso andar de largos años; y que se ha convertido en un encierro como de muerte.

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