martes, julio 01, 2008

Esquizofrenia.

Este artículo escrito por algún periodista independiente cubano y fechado en agosto del 2003, fue distribuido en la Red por Cubanet. Es un testimonio más de la excelencia del periodismo de opinión que se hace en Cuba y aborda el tema de los abusos psiquiátricos por parte de la policía política; eventos que se produjeron en la ex Unión Soviética y también en Cuba. Por su interés lo incluimos en nuestro Blog.
Si en algún momento conocemos el nombre del autor de este artículo lo incluimos y le damos el debido crédito.

La Habana, Cuba. - Cuando la Seguridad del Estado procedió a los arrestos de los disidentes realizó registros en sus casas. Hasta el gobierno mismo, por boca del Ministro de Relaciones Exteriores Felipe Pérez Roque, admitió que no eran armas y explosivos lo que encontraron allí, sino libros, artículos, cintas de audio y video. Los expedientes en fase preparatoria y después las sentencias proveen la información sobre los títulos de las películas video confiscadas.
No eran cintas secretas del comandante filmadas por su nuera, ni episodios de Cristina o Don Francisco, sino películas sobre la experiencia de la transición pacífica en otros países. En la mayoría de los casos, se confiscó la serie de documentales "Una fuerza más poderosa" que muestra cómo sin usar violencia puede un grupo de gente emprender su lucha (ya sea por la igualdad racial, como en el sur de los EE.UU, o a nivel nacional como en la India liderados por Gandhi).
Algunas veces había escuchado hablar acerca de las torturas psicológicas contra los disidentes en la antigua Unión Soviética. Pero nunca había leído ni visto nada sobre el tema. Gracias al documental titulado "Esquizofrenia", donde las propias víctimas exponen sus experiencias acerca del tratamiento medicamentoso que recibían, la negativa por parte del Ministerio del Interior de ofrecerles el "alta médica (a pesar de nunca haber sido enfermos psiquiátricos), y el sufrimiento que resultó para ellos estar consientes de que estaban allí solamente por manifestar alguna opinión disidente o distribuir octavillas; resultaron para mí testimonios insustituibles de lo que significa vivir bajo un poder totalitario.
Esta práctica dice mucho de los países que no toleran ningún tipo de disidencia y son capaces de cometer los actos más inhumanos por tal de eliminar cualquier vestigio de la misma. Con este documental pude percatarme de las atrocidades que se cometían en los países del bloque comunista y que lograron conocerse en Occidente gracias a la valentía de hombres como Anatoli Koryagin, psiquiatra de profesión, quien, a pesar de tener tres hijos, tuvo el coraje de enfrentarse al poder totalitario y denunciar al mundo occidental lo que ocurría con pacientes que habían manifestado críticas a la sociedad comunista y que eran llevados a la fuerza a hospitales psiquiátricos, donde permanecían varios años, hasta que un Instituto del Ministerio del Interior consideraba que ya estaban sanos.
La actividad antisoviética era un concepto muy amplio que podía llevar a cualquiera al Hospital Psiquiátrico de Kashenko, donde era "atendido" por psiquiatras formados para responder a los intereses del Estado Socialista.
En el documental se aprecia el momento de graduación de jóvenes psicólogos soviéticos, quienes juraban su fidelidad al sistema. Imagen suficiente para hacernos comprender lo difícil que sería para alguno de ellos expresar la realidad y el estatus de "prisioneros" que sufrían los "enfermos mentales" de esta época.
También hablan en el documental los médicos psiquiatras que dirigieron esos centros. Uno de ellos afirma que nunca se internó en estos hospitales-cárceles a ninguna persona que verdaderamente no estuviera psicológicamente enferma. El psiquiatra explica el término de "esquizofrenia latente", utilizado por gran parte de los médicos graduados en manuales de medicina dignos de cualquier militante comunista.
Pero al fin, el testimonio vivaz y elocuente de Anatoli nos devuelve el ánimo. Tuvo el valor de denunciar que en la URSS se usaba la psiquiatría con fines políticos. Lo llevaron a un hospital también para diagnosticarle alguna patología psiquiátrica. Su valentía ante los médicos que lo examinaron hizo que éstos lo declararan "psíquicamente sano". Pero el castigo a su actitud fueron nueve años de campos forzados y tres de destierro
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1 comentario:

Frank Caner dijo...

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