¡DALE AL QUE NO TE DIÓ!
Por gracia Divina, me encuentro
aún, entre los sobrevivientes de la epidemia de Dengue Hemorrágico que, durante
los inicios de la década del 80, abrazó lamentablemente a la Mayor de las
Antillas.
El ser un chico activo, en ocasiones, trae sus ventajas. Un descuido
del enfermero, me dio la oportunidad de, con discreción, introducir mi índice
en mí garganta, induciendo así el vómito. Para sorpresa de los médicos, el
adolescente diagnosticado con mala digestión, llenó 17 pomos de sueros de
hemorragia. ¡Gracias a Dios!
Experimentar lecciones de este tipo, dejan su marca propia, se
desarrolla un sentimiento de nostalgia cuando, en derredor tuyo, sólo
encuentras mosquiteros, salas atestadas y cuartos hacinados de personas que,
contraer la enfermedad, no fue decisión por cuenta propia.
En las últimas semanas, en reiteradas ocasiones no he tenido
alternativa que, revivir –entiéndase en mi memoria- aquellos días lúgubres.
Entrar por la razón que sea al Hospital Clínico
Quirúrgico 10 de Octubre, más conocido por la Dependiente es, un riesgo al
ciento por ciento. El Hospital de referencia está saturado de personas con
Dengue. Los salones de operación cerrados debido a que en este estado de
emergencia, es una locura realizar intervenciones quirúrgicas.
Trozos de palos improvisados –entiéndase cortados a machetazos- ,
sirven de base a los mosquiteros sin, que sean lo suficientemente seguros como
para evitar que, durante la noche, se corra o caiga el mosquitero y se propague
más la epidemia.
Este, aunque crítico, pudiese ser el menor de los problemas. Puedo
testificar que, existen habitaciones con seis personas cuando, cuatro resultan
más que suficientes, la Sala Avelino 4to –cuarto piso del edificio- es, un
ejemplo de ello y esto, créame, sigue siendo una bicoca.
Tuve el desagradable privilegio de estar presente cuando repartían eso
a lo que llaman almuerzo. Un carro metálico como quiera, lleno, en su parte
superior de cubos, por cierto TODOS
destapados, que sin exagerar, parecía
más que recogían sancocho para cerdos.
La puerta de acceso al elevador, está decorada con una reja que, en su
totalidad genera la idea de un cuadro abstracto de esos que sin decir nada, nos
tropezamos en ocasiones por doquier. Los pacientes, supuestamente bajo la
acción genocida de la guerra fría bacteriológica impulsada por los eternos
enemigos norteños, deambulan libremente por la sala, sin tener en cuenta los
riesgos de una picada.
El punto de convergencia eran las áreas de la azotea a ambos lados,
allí conversan, fuman, meriendan y
distraen la vista, con el ir y venir de otros vulnerables a la plaga. Es aquí
donde, en pleno cubano, patearon la lata.
En el momento de mi observación, el área de la azotea bridó una copia
fiel del hermoso cielo reflejado en dos sendos charcos de agua, ¡SÍ! Escribí
agua, agua estancada producto de la tupición de los respectivos conductos de
drenaje. Por increíble que parezca, en medio del alto grado de contagio
epidemial, la Dirección del Hospital se da el lujo de permitir semejante
situación.
Los auxiliares de limpieza, brillan, por su ausencia. Los jefes de
turno de servicio, las supervisoras de enfermería, las mismas enfermeras, la
guardia médica, el personal de mantenimiento, en fin, la infraestructura de logística
es obsoleta, no funciona, no reacciona y para colmo, el hospital no está en
cuarentena y por él, deambulan cientos de personas diariamente, propensas a
contagiarse.
Si acaso no he logrado cautivar su imaginación con palabras, permítame
mostrarle algunas instantáneas que, de seguro provocarán una avalancha de
emociones, fuertes emociones, tan fuertes que quizás sienta lástima por los
ingresados allí y de hecho, agradezca a Dios por no encontrarse en la lista de
invitados a este “hotel estrallado”.
Y créame que, si esto no es contrarrevolución, entonces, busquemos a
Shakespeare y corrijamos algunos términos obsoletos por otros más insurrectos.
*Pastor Alejandro Hernández Cepero. 48a. miembro de la Liga Evangélica de Cuba; se
desempeñó en una misión en El Henequén, Mariel, Prov. De Artemisa, Cuba.
Trabaja en la actualidad con el Mover Apostólico, Movimiento Apostólico en
Cuba. Es colaborador habitual de algunos sitios web de temas cubanos.
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