martes, agosto 01, 2023

Los cubanos habían cambiado un dictador por un tirano.

 

La economía cubana [1957- 1959]

 El gobierno de Batista se desintegraba de a poco sin que se pudiera evidenciar que la situación económica cubana era desesperante. “A pesar de la intermitente violencia revolucionaria, 1957 fue el año cumbre de la economía cubana. A fines de este, La Habana rebosaba de actividad, alegría y optimismo”, se atrevió a decir Mario Lazo en su obra “Cuba traicionada. Daga en el corazón”.

La inflación era baja, fluían inversiones, la balanza comercial era favorable y La Habana era considerada una de las ciudades más adelantadas del planeta. Cuba, con una población de 6,5 millones de habitantes, tenía una tasa de mortalidad infantil más baja que la de Estados Unidos, Canadá y la Argentina. ¿Había pobreza, desigualdades? Claro que las había, pero no en la dimensión que vendría más tarde.



En materia de bienes suntuarios, en 1959, según las estadísticas de Naciones Unidas, había una radio cada cinco habitantes; un televisor cada 28; un teléfono cada 38 y un automóvil cada 40. La educación pública tenía 25 mil maestros y 3.500 la privada. Estaba en el puesto 33, sobre 112 países, en lo que atañe a la lectura diaria. Entonces, el problema en Cuba era político, institucional, y Batista se negaba a reconocerlo.

Una sociedad moderna, o que aspiraba a serlo, no podía contar con ese presidente que, además, era un dictador. Cerró los ojos y tomó lo primero que se disponía a sacarlo, a patadas si era necesario. Y llegó Fidel Castro, algo peor. Cuando Cuba, en general, se dio cuenta, había cambiado un dictador por un tirano. Así, se fueron los gringos y llegarían los bolos (rusos).

Yofre, Juan B.. Fue Cuba (Caballo de fuego) (Spanish Edition) (pp. 20-21). Penguin Random House Grupo Editorial Argentina. Kindle Edition.

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