Carta abierta a las autoridades de la República de Cuba.
Moa
respira veneno
A
las autoridades del Ministerio
de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), al Ministerio de Energía y Minas, al Consejo
de Estado, al Partido Comunista de Cuba, y a todos los organismos responsables
de velar por la salud del pueblo cubano:
Me
dirijo a ustedes desde la profunda preocupación y el agotamiento cívico. Soy
una ciudadana cubana y aunque no viva en del municipio de Moa, Holguín, me
preocupa y alarma enormemente lo que sucede en esta región que lleva décadas
siendo sacrificada en nombre del “desarrollo” y que hoy sufre, con evidencias
claras, las consecuencias de una contaminación industrial sistemática y no
controlada. Las
plantas de procesamiento de níquel y cobalto, en especial la niquelífera
comandante Ernesto Che Guevara, han convertido a Moa en una zona crítica en
términos de salud pública y deterioro ambiental. Lo que algunos aún califican
como “molestias pasajeras” es, para quienes viven allí, es una exposición
permanente a gases tóxicos, polvo cargado de metales pesados, y enfermedades que
se agravan año tras año sin respuesta efectiva del Estado.
Que
conste que hablo de realidades científicas, y no percepciones. Estudios locales
y nacionales, algunos incluso publicados por instituciones oficiales, confirman
que Moa es uno de los municipios con peor calidad del aire en Cuba. La
concentración de dióxido de azufre (SO₂), dióxido de nitrógeno (NO₂) y
partículas en suspensión (PM10 y PM2.5) supera con creces los niveles seguros,
afectando gravemente a pulmones, piel, ojos y al sistema inmunológico.
La
incidencia de enfermedades respiratorias y cáncer de pulmón en Moa está por
encima de la media nacional. Médicos locales reportan bronquitis crónicas, asma
infantil, enfisema y muertes por cáncer ligadas directamente a la exposición
constante al polvo de níquel y otros compuestos industriales. Estas no son
estadísticas abstractas. Son niños que no pueden respirar. Son madres que
entierran a sus hijos. Son trabajadores que se sacrifican por una industria que
no protege ni a sus propios empleados.
Lo
que sucede allí por más de 40 años es un ecocidio anunciado. La contaminación
no se limita al aire. El río Moa y la bahía han sido sistemáticamente
envenenados con vertimientos ácidos y metales pesados que destruyen el
ecosistema marino, afectan la pesca y hacen inhabitable el entorno natural. Las
comunidades ribereñas han tenido que renunciar a sus medios de vida
tradicionales.
Las
imágenes son devastadoras, techos cubiertos de polvo negro, árboles grises,
casas impregnadas de hollín. Y todo esto sucede con conocimiento del Estado,
que posee la propiedad de estas plantas y tiene la obligación, legal, ética y
moral, de preservar el medio ambiente y proteger a su gente. No es un problema
de comunicación como periodistas inescrupulosos quisieron vender ayer a la
población del país y en especial a los pobladores del lugar, es uno de
responsabilidad. Se han emitido comunicados tardíos, se ha culpado al
desconocimiento o a la “incomprensión ciudadana”. Pero el pueblo de Moa no es
ignorante. Saben que las emisiones que los asfixian son el resultado de
procesos industriales sin filtros o con estos en mal estado, sin regulaciones
eficaces y con tecnologías obsoletas. Conozco que la ley cubana, incluida la
Ley de Minas y los decretos ambientales, exige proteger el entorno, y que esas
normas se violan cada día. La ausencia de explicaciones no es el mayor
problema. Lo más grave es la falta de acción. No se han modernizado los
sistemas industriales. No se han tomado medidas urgentes para reducir
emisiones. No se ha priorizado la vida por encima del níquel. Y esa inacción
tiene responsables.
Exijo:
1-La
instalación inmediata de tecnologías limpias y filtros industriales en todas
las plantas que operan en Moa.
2-La
realización y publicación transparente de estudios independientes de impacto
ambiental y de salud pública.
3-Protección
y atención prioritaria a los sectores más vulnerables, niños, ancianos,
pacientes con enfermedades crónicas.
4-La
creación de una comisión ciudadana de vigilancia ambiental, con participación
real de los vecinos afectados.
5-Que
el gobierno cubano asuma públicamente la responsabilidad por el daño causado, y
actúe en consecuencia.
Respirar
no puede seguir siendo un acto de riesgo. Vivir en Moa no puede seguir siendo
una condena.
El
pueblo de Moa no exige privilegios. Exige justicia, verdad y la posibilidad de
vivir sin enfermarse por el polvo que flota sobre sus cabezas. Exige un futuro
donde el desarrollo no signifique enfermedad, y donde la palabra “Revolución”
no excluya la salud ni la vida.
Con
respeto, pero con la firmeza de saber del sufrimiento acumulado.
Yamilka
Lafita Cancio
La
Habana, 10 Julio de 2025


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