¿Qué puede hacer un niño con un ataque de asma, ante
la falta de aerosol y la negligencia médica?
HABANA,
Cuba -¿Qué puede hacer un hijo de vecino con un dolor que le atraviesa el
pecho, un ataque de asma, o una subida de tensión arterial, sentado en un
cuerpo de guardia escuchando música instrumental, ante la falta de implementos médicos y la
negligencia o desinterés de muchos trabajadores de la salud?
¿Acaso
la insoportable angina se calma sustituyendo la tableta de nitroglicerina
debajo de la lengua con los acordes de El Bolero, de Ravel? ¿La falta de
boquilla para el aerosol de un asmático se resuelve con Stardust, de Armstrong?
¿La tensión arterial se baja con un Nocturno de Chopin?
Sin
embargo, Maricel Oliva, doblada de dolor, y debido a la falta de papel para
realizarle un electrocardiograma en el policlínico Carlos J. Finlay, de
Marianao, antes de ser atendida en el Cuerpo de Guardia del Hospital Clínico
Quirúrgico Calixto García, en el Vedado, tuvo que escuchar un popurrí de música
instrumental.
Hospital Universitario Gral Calixto Garcia, La Habana ,Cuba |
“El
técnico no está. La recepcionista dijo que no me desespere, pues lo mejor para
el dolor en el pecho es la música instrumental, que relaja, hace circular la
sangre y mejora el ritmo del corazón. Para música estoy yo”, me dijo y se tapó
los oídos para no escuchar las notas “combativas” de El Mayor, de Silvio
Rodríguez, en una versión instrumental de la Orquesta Sinfónica Nacional.
En
el área de espera del Cuerpo de Guardia, una señora de la tercera edad, ante la
ausencia del camillero, era conducida hacia la enfermería por una joven que,
sin destreza para conducir la camilla,
topetaba con la pared y se detenía, bajo la melodía de Los ejes de mi carreta,
de Atahualpa Yupanqui.
Una
joven que apenas podía hablar por la congestión pulmonar, parándose de una
silla sin espaldar colocada junto al pestilente baño, se sentó a mi lado y
expresó: “En el policlínico Reina, de Centro Habana, no hay boquilla para dar el aerosol, y cada
vez que tengo reforzamiento tengo que
venir hasta aquí”
En
las más de tres horas que aguardé por mi turno para ser atendido por alguno de
los tres médicos de guardia que atienden las “urgencias”, más de 100 personas
con distintas dolencias pasaron por la sala de espera, y pocas salieron
satisfechas con la atención recibida.
Un
señor que dijo nombrarse Roberto y no
tener miedo a denunciar ningún tipo de negligencia, aseguró que hacía más de
una semana corría del consultorio de la familia, en Centro Habana, al policlínico
Van Troy, en ese municipio, y de ahí a “este Calixto García remozado, pero con
igual desatención”.
“Esto
es lo último que me podía pasar. Me recetaron Enalapril para controlarme una
tensión que por más de una semana osciló entre 200 con 100, pero como no
resultó, pues según la enfermera del consultorio esta tableta no siempre es
efectiva en personas de color, me mandó Captopril y aquí no hay”.
Jóvenes,
adultos, personas de la tercera edad, se preguntan cómo es posible que en una
sobredimensionada potencia médica, con acceso gratuito para todos los
ciudadanos del país, y una hoja impecable de atención a extranjeros, tanto aquí
como en sus países, sea tan difícil aliviar el dolor de un nacional.
Preguntado
Roberto sobre el tema, me contestó para Cubanet: “Estos son unos asesinos
silenciosos. Como trabajan con un pie aquí y otro soñando con una misión en la
selva de Brasil, Timor Leste o en el Ecuador, para resolver sus problemas, poco
les importa que explote quien no tiene
nada que ofrecer”.
Ni
los aumentos salariales que aún no les alcanza para terminar el mes, o el
mejoramiento de las condiciones laborales en algunos centros hospitalario del
país, logran un servicio eficiente por parte de muchos trabajadores de la
salud, que delegan en Debussy, Mozart o Leo Brouwer, la responsabilidad de curar.
*Periodista
independiente cubano, reside en la Ciudad de la Habana, Cuba.
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