Rafael
Muci-Mendoza
¿Cómo puede un técnico elemental y sin bases acceder
a la excelencia de un postgrado…?
Días de bruma espesa se han vaciado sobre el país,
particularmente sobre la pobrería desprotegida donde se esparce y cala el
discurso mentiroso. Farsa continuada es la que se continúa gestando en la
medicina venezolana, venida a menos por toda la saña sobre ella dirigida:
Sueldos misérrimos, condiciones de trabajo humillantes, indignas e inseguras
donde el incentivo está ausente, falta de elementales insumos, medicamentos y
equipos en medio de hospitales públicos destruidos en su planta física y en su
mística profesional.
La consigna es destruirla y erigir la oferta
mentirosa que constituye la graduación masiva de ¨médicos¨ comunitarios, a
quienes expertos en educación médica de la Academia Nacional de Medicina y la
Red de Sociedades Científicas Médicas Venezolanas ha manifestado opinión
negativa con base en su pobre formación y mediocre desempeño traídos por fallas
sustanciales en su formación básica y clínica. Ahora pretenden enmendarlo
improvisando un internado rotatorio de postgrado para intentar remendar, sobre
la integridad de pacientes hospitalizados en condición delicada, océanos de
ignorancia de conocimientos fundamentales y habilidades no adquiridas en su
momento. La medicina de hoy día es una alta disciplina de orden científico; lo
que una vez fue sólo arte como único elemento, se encuentra hoy día afianzada
sobre una base científica compleja de la más alta calidad y solidez. El memo
revolucionario, ha expandido la patraña para incluirlos en los postgrados
clínicos universitarios, donde quieren modificar y reducir los requisitos
generales y específicos para forzar su inclusión. ¿Cómo puede un técnico
elemental y sin bases acceder a la excelencia de un postgrado?
Escribió nuestro padre Hipócrates, ¨los médicos
muchos son de hecho, y muy pocos de derecho¨.
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