LA HABANA, Cuba, enero, 2013 -Una de las facetas de la cortina de
hierro, impuesta por la Unión Soviética, que más gustó a Fidel Castro hace unos
53 años, fue la prohibición de que los ciudadanos salieran libremente de su
país.
Nuestro pequeño archipiélago, con sus aguas surcadas por barcos
patrulleros artillados y por tiburones feroces, y batido por los huracanes y
las tormentas del Golfo de México, tenía la geografía perfecta para poder
prolongar ese vestigio de la Guerra Fría, concluida hace más de 20 años.
En Cuba, difícilmente ocurre algo por casualidad. De manera que al
recibir la presidencia del país, hundido en la crisis multifacética más aguda
de su historia, Raúl Castro se encaminó a tratar de enmendar los desastres
ocasionados por su hermano. Y entre las medidas para eliminar algunas de las
prohibiciones absurdas del pasado reciente, incluyó una “reforma migratoria” que ha demorado varios años en ejecutarse.
El 16 de octubre de 2012 se anunció la reforma, muy ansiada por
millones de cubanos. Mediante el Decreto-Ley No. 306, a partir del 14 de enero de 2013, los cubanos “solo” necesitarán el pasaporte para
moverse fronteras adentro y afuera. Quedaron eliminados la indispensable carta
de invitación y el todopoderoso permiso de salida o de entrada. Pero en el
castrismo nada es tan sencillo, y a muchos cubanos, para recibir el pasaporte,
les resultará indispensable la autorización del organismo estatal empleador.
Los profesionales “vitales”,
técnicos, deportistas, cuadros y dirigentes seguirán teniendo restricciones
para viajar al exterior, según ratificó el coronel Lamberto Fraga, segundo jefe
de Migración y Extranjería, a través de la televisión cubana, el 8 de enero.
“Este grupo de personas va a
saber las razones por las cuales no va a salir del país, y sabrán que son
vitales, lo cual debe evitar que vayan a solicitar el pasaporte, salvo que
tengan autorización”, señaló Fraga. Sin embargo, el día antes había
circulado extraoficialmente la noticia de que los médicos y el resto de los
profesionales de la salud serían autorizados a viajar, lo cual –según se
rumora- habría sido informado por Roberto Morales, ministro de Salud Pública, a
los directores de los hospitales y funcionarios. Se comenta, también
extraoficialmente, que tal medida se plasmaría en una resolución, a publicarse
el mismo 14 de enero.
Sin embargo, nada se ha dicho, ni siquiera a nivel de rumor popular,
sobre los deportistas de alto rendimiento, cuyo encierro fue ordenado por Fidel
Castro a comienzos de la década de 1960, cuando arremetió peyorativamente
contra el deporte profesional.
Especial énfasis se confirió a la vigilancia de los peloteros y
boxeadores, debido a la tradición exitosa de los cubanos en esos deportes, y
por su posibilidad de vencer a los deportistas norteamericanos. Estas victorias
deportivas son vinculadas por la propaganda nacionalista con la lucha contra
Estados Unidos, el “enemigo
imperialista”.
El hecho es que ya pasó la época en que los países del socialismo
real, Cuba incluida, priorizaban el deporte para enarbolar sus logros
internacionalmente. Pero nuestros deportistas han continuado sometidos a fuerte
control para poder ascender e integrar los equipos nacionales, y muy vigilados durante
sus viajes al exterior para impedir sus posibles fugas.
Con el deterioro de la situación económica en la Isla, insignes
deportistas cayeron en penurias y hasta en el olvido; a pesar de sus pasadas
glorias, apenas son homenajeados esporádicamente, y quizás reciban algunas
limitadas ayudas. Al mismo tiempo, y por razones lógicas, ha ido creciendo el
número de los que se quedan en el extranjero ante la más mínima oportunidad. Y
eso es algo que les crea muchas dificultades cuando tratan de viajar al
exterior, especialmente si pretenden hacerlo acompañados por su familia.
En cuanto a los trabajadores del sector de la salud, particularmente
los médicos, han debido esperar entre 3 y 5 años, como mínimo, para recibir el
permiso de salida, en medio de un ambiente adverso en sus lugares de trabajo y
de residencia.
Si la atención médica se encuentran en franco deterioro y su personal
forma parte importante de la exportación de servicios, que constituye un reglón
esencial del ingreso de divisas para el Estado, ¿cómo se explica -desde la aberrante lógica del gobierno- la “liberación”
de esos profesionales en este momento?
Entre los motivos podrían estar el gran disgusto que estos sienten por
los míseros salarios que devengan, las deplorables condiciones de los centros
asistenciales y la prohibición de salir hacia donde podrían tener mejores
condiciones para sí y su familia, y desde donde, además, podrían también ayudar
al sostenimiento del gobierno mediante el envío de remesas.
Una causa fundamental sería la posible estampida de una apreciable
parte de los miles de profesionales cubanos contratados en Venezuela, donde se
torna incierta su permanencia por la compleja situación interna que origina la
enfermedad de Hugo Chávez. Quizás las autoridades calculen que la posibilidad
de viajar y permanecer hasta dos años en el extranjero (lo cual les permitiría
incluso obtener la residencia permanente
en Estados Unidos mediante la Ley de Ajuste Cubano), incentive el retorno de
los médicos.
En cuanto a los atletas, los caprichos parecen continuar dañando no
solo a las personas, sino la propia calidad del deporte nacional, que hoy se encuentra
en caída libre. Por ello, muy bien
podrían permitir que nuestros atletas se contraten permanente o parcialmente,
según sus talentos y oportunidades, con la posibilidad de incorporarse a los
equipos nacionales para las competencias internacionales, tal como hacen el
gran Messi y otras estrellas en sus respectivos países. No es justo que otro
Rigondeaux exponga su vida en las peligrosas aguas del golfo, ni que talentos
en ascenso sean confinados a la frustración y a la miseria.
Aun quedarán muchas arbitrariedades migratorias que comentar después
del 14 de enero, cuando se nieguen los pasaportes a quienes son
“indispensables” y a aquellos que exponen sus criterios políticos al margen del
gobierno. He ahí algunos de los motivos por los que los Pactos Internacionales
de Derechos Humanos no son ratificados por la Asamblea Nacional del Poder
Popular.
*Miriam Leiva, Villa Clara, 1947. Periodista
independiente desde 1995. Vicepresidenta de Sociedad de Periodistas Manuel
Márquez Sterling. Miembro fundadora de Damas de Blanco en marzo de 2003.
Diplomática, profesora invitada del Instituto Superior de Relaciones
Internacionales. Funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, del cual
fue expulsada en 1992. Traductora y profesora de inglés.
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