viernes, abril 22, 2011

De cómo un médico cubano puede convertirse en un ciudadano anulado.

¿Por qué Ciudadano Cero?
Quien esto escribe nunca ha sido un opositor. Salvo emitir mis criterios dónde y cuándo lo estimé procedente, nunca asumí una conducta activa en ningún sentido que no fuera el de la Revolución. Hoy no tengo filiación política, de hecho la única filiación que tuve alguna vez fue la de militar durante 10 años en el Partido Comunista de Cuba, previa militancia desde mi adolescencia en la Unión de Jóvenes Comunistas, además de mi cuota de desvelos con la Federación Estudiantil Universitaria durante mi etapa de pregrado hasta que me gradué como médico en 1994, en los momentos más oscuros del “período especial”. O sea que, según los parámetros demandados por el stablishment político yo fui, hasta hace relativamente poco, un buen muchacho, parte de lo mejorcito de mi generación, la de las entregas y los sacrificios, tal vez un poco irreverente pero, al fin y al cabo, un buen muchacho. Es cierto, eso sí, que más de una vez hice alguna que otra pregunta incómoda en mi núcleo del Partido, que se encontró con ceños fruncidos y caras largas; esto, unido a una incurable tendencia a cuestionármelo todo, terminó por encender sobre mi cabeza el foco rojo de alarma que me tuvo durante años bajo la pupila vigilante de más de un funcionario político y en el colimador de más de un francotirador oportunista.
Así llegó el 2005. Después de 11 años de trabajo ya no era entonces un recién llegado y conocía bien el modo de pensar de mis compañeros. ¿Qué no se hablaría en la intimidad de un grupo de trabajo reunido en una consulta durante los momentos de sosiego de alguna noche de guardia, así durante años? Pues resulta que aquellos trabajadores, de una calidad humana de la cual tuve el privilegio de ser testigo y con un nivel de conocimientos que no los convierte en segundos de nadie en este mundo, recibieron a principios de aquel año la buena noticia de que su Ministerio haría un aumento salarial en breve. Rápido se corrió la noticia y rápido creció la expectativa. Pero los meses pasaron y llegó aquella noche de mayo en que Fidel Castro anunció personalmente a teatro lleno y televisado en vivo, que el susodicho aumento a nuestro salario mensual consistiría en $ 48.00 pesos (menos de $2.00 dólares USD a la tasa de cambio de entonces). Recuerdo nítidamente el silencio glacial y los rostros de esfinge con que recibieron la noticia los presentes esa noche en el Karl Marx. Al día siguiente, lo inevitable. Para describir aquí la indignación de mis colegas, tendría que recurrir a palabras realmente obscenas que hoy, pasado el componente emotivo, me daría vergüenza repetir. Entonces, junto a un compañero de trabajo me lancé a la empresa de hacerle llegar estos criterios, traducidos en los términos más decentemente posibles, al entonces Ministro de Salud Pública Dr. José Ramón Balaguer Cabrera. Lo que sucedió después pudiera ser el material argumental de un thriller y es lo que trata de quedar resumido, en formato PSD, en el primer post de este Blog con el título “Médicos inhabilitados en La Habana”. De nada valió el tono respetuoso y mesurado de los documentos entregados. De nada valieron mis pasados méritos, si los tuve, cuando llegó mi turno ante la trituradora, lo cual viene a confirmar que para ser triturado en este país no se necesita ser un opositor, basta con cometer el “delito” de emitir un criterio propio de modo sincero y que este criterio suyo se aparte en un punto o una coma del discurso oficial. Baste decir que menos de un año después, en octubre de 2006, como consecuencia de esto, estábamos mi compañero y yo inhabilitados para el ejercicio de la Medicina en Cuba por tiempo indefinido, sin la más mínima posibilidad de apelación. La oleada de represalias incluyó mi expulsión del Partido (lo cual viene a ser lo único no discutible en este asunto) y la suspensión de mi Residencia en Medicina Interna, de la cual cursaba yo el último año.
¿Por qué Ciudadano Cero? Porque así me siento ante mi Ministerio y mi Gobierno después de cinco años de no ser tenido en cuenta, de ser desatendido, anulado, atropellado, difamado e irrespetado por un hecho tan natural y simple como haberme dirigido educadamente a mi Ministro. Este blog será mi testimonio personal sobre una injustica colosal pero en él no cabe, en toda su dimensión, el drama humano vivido durante este tiempo. Aquí habla el ciudadano común, no especialista versado en temas sociales, no letrado en Resoluciones y leyes, no funcionario con pruritos de ascenso, ni crítico con ínfulas de experto; aquí habla el ciudadano privado de su derecho a trabajar ejerciendo la profesión que ama, el ciudadano privado de su derecho a opinar y castigado por ello, hablo aquí desde el ángulo del individuo de a pie, víctima de las buenas, regulares o malas decisiones tomadas entre las estratosféricas nubes del poder y hacia las que nunca puede ni siquiera enfrentar aún la más argumentada y justa de las razones sin provocar las reacciones urticantes de la intolerancia. Aquí mi intento de hacerte llegar esta historia, perfectamente extrapolable a otros ciudadanos cero, que por lo grave de la violación a nuestros derechos merece ser conocida. Este Blog se mantendrá abierto y será regularmente actualizado mientras yo continúe inhabilitado para ejercer mi profesión.
*Médico Especialista de I Grado en Medicina General Integral. Edita el Blog Ciudadano Cero.

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