lunes, agosto 02, 2010

¿Por qué México?

“La mordida”, el encuentro con el Secretario,- hoy asesinado -, y la pregunta tendenciosa.
He contado en dos artículos anteriores; “Mojado al revés” y “Saber llegar”, los eventos que me llevaron a ir a trabajar a México en el año 2007. Repasar los momentos que viví en los primeros días en que llegué a Ciudad Victoria, Tamaulipas es desde todo punto de vista desventurado si pensamos que mirar al pasado es siempre desalentador. Pero aquí estamos.
El encuentro con los funcionarios mexicanos del inmigración de una parte y de la otra los de la Secretaria de Salud, significó un tira y encoge en el cual me encontraba en medio y no sabía hasta donde alcanzaría aquello. El asunto era el siguiente: la Secretaria de Salud , en atención a los intereses del Centro Oncológico del Estado, se sentían apremiados en buscar la manera de contratarme considerando que el Especialista que tenían había expresado su intención de ir a trabajar a otra ciudad. Ese era el motivo por el cual los interesados habían contactado a los funcionarios del gobierno del Estado para que se apresurara mi ingreso a México y se condujeran gestiones para que se me contratara y comenzara a trabajar lo antes posible.
Sin embargo los funcionarios de inmigración que al principio se habían mostrados muy diligentes, ahora ponían trabas y pedían uno y otros documentos. Faltaban a la palabra empeñada, a mi modo de ver, y creaban una situación difícil para todos.
Ciudad Victoria , Tamaulipas.
Por mi parte debía conducirme con respeto hacia todas aquellas personas, considerando que aquel no era mi país y el haber solicitado mi presencia allí ya era un gesto amable y de indudable reconocimiento a mi valía como profesional. Admito que los funcionarios del Gobierno y de la Secretaria de Salud se mostraron cordiales, respetuosos y mostraban una cooperación digna de encomio. Aun les estoy agradecido.
Fue así que comencé las gestiones en todos los sentidos a fin de no perder tiempo y cooperar con los funcionarios de salud para que las gestiones se hicieran de manera rápida en interés de todos. Busqué y solicite documentos académicos y laborales que se tramitaron en el consulado de Dallas, otros fueron enviados y regresados desde Cuba debidamente legalizados y finalmente se entregaron en las oficinas de la Secretaria de Salud y del Instituto Nacional de Migraciones (INM) en Ciudad Victoria. Pero esto no fue suficiente.
En el tiempo que se conducían las gestiones fui objeto de afables atenciones de parte del Director del Centro Oncológico en la persona del Dr. Arturo Vázquez y su familia. El subsecretario de Salud, el Dr. Américo Villareal, su asistente de Atención Especializada y su asistente personal, Adriana Rodríguez, hicieron todo lo posible para que mis días de estadía en Ciudad Victoria fueran lo más agradable posible. En mi permanencia en Ciudad Victoria disfruté el caminar por las calles de la ciudad, conversar con las gentes en los mercados y visitar a los que serian mis amigos en aquel lugar al que había llegado.
Entonces ocurrió algo inesperado. A pesar de que los trámites para el permiso de trabajo que otorgaba el INM, esto es la FM3, siguieron el curso establecido; los funcionarios de inmigración pedían unos 2 mil pesos en efectivo según argumentaban: “como parte de los documentos que no se habían hecho en la frontera cuando había ingresado”. Era lo que el México se conoce como una “mordida” especie de coima que es una práctica que se acepta sin chistar. Lo sorprendente de esto es que el pedido se lo hicieron a la Secretaria de Salud y no a mí. Una dependencia del gobierno federal pidiendo una coima a la Secretaria de Salud.
Por aquellos días yo tenía en aquella ciudad una persona ajena a estas intuiciones, El Ingeniero, llamémosle así; quien consultado sobre el asunto me dijo que “había que pagar”. Pensé que lo mejor sería que el pago se hiciera parte a parte, la Secretaria de Salud una parte y yo la otra. El Ingeniero me dijo que era una decisión inteligente. Dos días después los tres funcionarios principales de INM llegaban en la noche al Hostal Escandón donde me alojaba, les entregué el dinero en efectivo. El segundo asistente del subdelegado del INM se me acerca para explicarme o justificar aquella transacción. Me dice: “este dinero que usted me dio…”, sin que terminara le dije: “¿Cuál dinero?…. no he visto ningún dinero aquí sobre esta mesa”. Esta gestión no fue suficiente, los trámites siguieron detenidos, el permiso de trabajo necesario para que mi empleador iniciara los trámites, no aparecía y los días pasaban. Por mi parte estaba tranquilo, tenía el tiempo a mi favor.
Fue entonces que un día me dijeron que estuviera dispuesto para un encuentro ocasional con el Secretario de Salud del Estado, el Dr. Rodolfo Torre Cantú. El Dr. Torre Cantú sin duda era la persona quien, a pedido del Director del Centro de Oncología, había promovido las gestiones en las oficinas legal y de control del Gobierno, razón por la cual yo estaba en Tamaulipas. El encuentro se produjo en el marco de un evento científico en el Hotel Everest del centro de la ciudad. Me encontré con un político hábil que sabia moverse entre sus funcionarios de menor jerarquía que lo apreciaban y respetaban. “¿Cómo se siente aquí en Ciudad Victoria?”, me preguntó mientras me saludaba. Era todo lo necesario para aquel momento, se cambiaron saludos y le plantearon que había trabas para darme el permiso de trabajo por parte de INM y que esto entorpecía los planes para que comenzara trabajar. Fue entonces que la asistente de la Secretaria de Salud, le dice casi al a oído a Dr. Torre Cantú: “y están pidiendo dinero”; yo le hice un gesto de desaprobación a la asistente. El Dr. Torre Cantú llamó a su secretario particular quien estaba al tanto de la conversación y este de inmediato hizo una llamada, al día siguiente yo tenía el permiso de trabajo o FM3.
Adriana me preguntó cuál era mi opinión sobre el Dr. Torre Cantú, “es que éste puede ser un futuro candidato a la gobernación del Estado”, me dijo. Me impresionó gratamente la notabilidad de este médico devenido en político con bastante éxito. “Tiene imagen de político…, y de futuro gobernador”, le dije.
El Dr. Rodolfo Torre Cantú, fue asesinado hace apenas un mes. Candidato favorito para ganar la elección a gobernador del Estado de Tamaulipas, fue víctima de la guerra contra el narcoterrorismo que hoy enluta a toda la nación mexicana. Esta por aclararse el móvil de este asesinato político.
El resto de la historia fue algo complejo, no excepto de sorpresas. Fue entonces que supe que el Especialista que yo sustituiría había decidido quedarse. Pero la Secretaria de Salud tomó una decisión sabia, ponderada y consecuente. Iría a trabajar a la ciudad de Reynosa con las mismas condiciones negociadas.
Días antes de salir para mi nuevo destino, fui a las oficinas del Parlamento Estatal con la asistente del subsecretario de Salud. Ya de regreso ésta pretendió hacer una broma de mal gusto y me endilga un descalificativo que me sorprende. Detiene su auto en un parque y me lanza una pregunta en tono áspero de interrogador: ¿Por qué México? ¿Si, por que decidiste venir a México? No valía la pena esgrimir argumentos, aun estaba aturdido por la pregunta, así que le dije: ¿Hay algún otro país de habla hispana más cerca a Texas, donde resido? No me dijo mas nada.
Dos días después salí para Reynosa, ciudad fronteriza…, en México, donde había llegado.
*Columnista. Panorama de Nuevos Horizontes, Hispanic Newspaper. Fort Worth, TX. 10 de julio de 2010. E-mail: eloy_gnzlz@yahoo.com

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