“Rostro humano” o cómo se especializa el gobierno en mentir sobre salud pública.
Por Amarilis C. Rey.*
Los Pocitos, es un barrio marginal, dentro de la Ciudad de la Habana en el municipio de Marianao.
En este sitio, al final de la calle 136, a la bajada de la loma, en una de sus empotradas chozas, vive Vladimir Hernández Serrano, paciente de VIH-SIDA desde 1990 e impedido físico motor desde 1995.
Como parte del programa gubernamental de internar los casos de SIDA, Vladimir vivió en el sanatorio Los Cocos, ubicado en las afueras de la ciudad.
De su estancia allí cuenta : “El nueve de julio del 2003 a las 9 de la mañana, doce policías montados en dos autos patrulleros, me esposaron junto a dos pacientes y nos llevaron para la prisión del SIDA, en San José de las Lajas, provincia de La Habana.
Dos días después un agente nos dijo que tendríamos juicio, por la causa de Peligrosidad Social. Fui juzgado y sancionado a tres años de privación de libertad.
Fui acusado de escapar del sanatorio y de amenazar con armas blancas a mis vecinos. Pero yo nunca hubiera podido escalar el muro de Los Cocos que tiene arriba hasta picos de botellas, y mucho menos agredir a nadie porque no puedo mantenerme de pie para una pelea. Desde mi prisión le escribí al Fiscal General, al Ministro de Salud Pública y a Fidel Castro, pero no hubo respuesta”.
La Ley de Peligrosidad Social se impone en Cuba a ciudadanos que presuntamente las autoridades consideren puedan cometer delito. Se aplican sanciones de uno a cuatro años de cárcel.
De la prisión especial del SIDA, que afirma es la única en el mundo, comenta: “Allí han muerto muchos pacientes de enfermedades curables, ya que cuando te sientes mal de salud con peligro para la vida, te trasladan al hospital del Combinado del Este para que te mueras allí, ya que el doctor Jorge Pérez Ávila sub. Director del IPK (Instituto de Medicina Tropical), no quiere a pacientes reclusos ingresados en ese instituto.
Salí en libertad al año, gracias a que mi familia hizo gestiones en Medicina Legal. Esa institución certificó que yo no podía ser mantenido en reclusión”
Este paciente de SIDA afirma ser el único en el mundo que debido a la enfermedad, tiene afectada la medula espinal, por lo que su locomoción es muy dificultosa.
En estos momentos, su sillón de ruedas está roto y no puede utilizarlo, pero de todas formas, la policlínica de la zona continúa cobrándole los cinco pesos mensuales de la renta.
Su mama, la Sra. Serrano, aunque comentó que hasta el momento nadie había respondido a las peticiones de ayuda de su hijo, y afirmar que “Vive con nostalgia durmiendo en un sitio u otro, y eso es gracias a la bondad de amigos y familiares”, no permitió, al parecer por temor a represalias, que tomara fotos del joven.
En no pocas ocasiones, se exponen afiches en policlínicas, hospitales, farmacias y otros sitios públicos de la ciudad de La Habana, los que también destacan los medios, donde sobresale una frase: “En Cuba, el SIDA tiene rostro humano”
*Periodista independiente cubana.
Para leer todo el artículo hacer CLIC AQUI.
Por Amarilis C. Rey.*
Los Pocitos, es un barrio marginal, dentro de la Ciudad de la Habana en el municipio de Marianao.
En este sitio, al final de la calle 136, a la bajada de la loma, en una de sus empotradas chozas, vive Vladimir Hernández Serrano, paciente de VIH-SIDA desde 1990 e impedido físico motor desde 1995.
Como parte del programa gubernamental de internar los casos de SIDA, Vladimir vivió en el sanatorio Los Cocos, ubicado en las afueras de la ciudad.
De su estancia allí cuenta : “El nueve de julio del 2003 a las 9 de la mañana, doce policías montados en dos autos patrulleros, me esposaron junto a dos pacientes y nos llevaron para la prisión del SIDA, en San José de las Lajas, provincia de La Habana.
Dos días después un agente nos dijo que tendríamos juicio, por la causa de Peligrosidad Social. Fui juzgado y sancionado a tres años de privación de libertad.
Fui acusado de escapar del sanatorio y de amenazar con armas blancas a mis vecinos. Pero yo nunca hubiera podido escalar el muro de Los Cocos que tiene arriba hasta picos de botellas, y mucho menos agredir a nadie porque no puedo mantenerme de pie para una pelea. Desde mi prisión le escribí al Fiscal General, al Ministro de Salud Pública y a Fidel Castro, pero no hubo respuesta”.
La Ley de Peligrosidad Social se impone en Cuba a ciudadanos que presuntamente las autoridades consideren puedan cometer delito. Se aplican sanciones de uno a cuatro años de cárcel.
De la prisión especial del SIDA, que afirma es la única en el mundo, comenta: “Allí han muerto muchos pacientes de enfermedades curables, ya que cuando te sientes mal de salud con peligro para la vida, te trasladan al hospital del Combinado del Este para que te mueras allí, ya que el doctor Jorge Pérez Ávila sub. Director del IPK (Instituto de Medicina Tropical), no quiere a pacientes reclusos ingresados en ese instituto.
Salí en libertad al año, gracias a que mi familia hizo gestiones en Medicina Legal. Esa institución certificó que yo no podía ser mantenido en reclusión”
Este paciente de SIDA afirma ser el único en el mundo que debido a la enfermedad, tiene afectada la medula espinal, por lo que su locomoción es muy dificultosa.
En estos momentos, su sillón de ruedas está roto y no puede utilizarlo, pero de todas formas, la policlínica de la zona continúa cobrándole los cinco pesos mensuales de la renta.
Su mama, la Sra. Serrano, aunque comentó que hasta el momento nadie había respondido a las peticiones de ayuda de su hijo, y afirmar que “Vive con nostalgia durmiendo en un sitio u otro, y eso es gracias a la bondad de amigos y familiares”, no permitió, al parecer por temor a represalias, que tomara fotos del joven.
En no pocas ocasiones, se exponen afiches en policlínicas, hospitales, farmacias y otros sitios públicos de la ciudad de La Habana, los que también destacan los medios, donde sobresale una frase: “En Cuba, el SIDA tiene rostro humano”
*Periodista independiente cubana.
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