No fue un maricón .
Por: Dr. José Luis Amieiro.
No fue un homosexual quien introdujo en Cuba el AIDS ( SIDA), fue un coronel cubano que trajeron de Maputo, Mozambique, a fines del año 1985 con unos síntomas muy extraños.
Lo único que se sabía respecto al enfermo es que había sido muy promiscuo en ese país africano. El hombre llegó a Cuba muy demacrado, con una importante pérdida de peso, los ganglios de todo su cuerpo muy inflamados y con las defensas de su organismo por los suelos. El individuo tenía una amante en ese país que dio positivo a los anticuerpos y entonces, con las pesquisas, se enteraron que habían otros cuatro militares cubanos infectados con el virus. La mujer del militar en Cuba era seronegativa. O sea, no estaba infectada. Pero es que antes de este militar ya existía en Cuba el SIDA. Un chofer de camiones rastras que había estado en el continente africano, lo había traído consigo en el año 1982 e infectó a media Isla, pues no fue descubierto hasta el año 1989 en que se le manifestaron los primeros síntomas y se logró establecer a través de las famosas encuestas la cadena de transmisión. Conociéndose la época, aproximadamente, en que fue contagiado.
También un médico de nombre Frank, que estuvo en África llevó a Cuba el VIH en su sangre. En Cuba por esa época ya se tenían algunos conocimientos muy escasos acerca de la enfermedad porque enviaron a Brasil y Francia dos especialistas en enfermedades transmisibles para que se empaparan en la enfermedad, aunque parece que no asimilaron muy bien los conocimientos que allí les impartieron. Eran del IPK (Instituto Pedro Kourí), porque los primeros enfermos de SIDA en la Isla eran tratados como si fuesen portadores de una extraña patología que se contagiase por el contacto con la piel, la respiración o la saliva. Los encerraban en unas bolsas plásticas, herméticas, y los iban ingresando en el IPK; posteriormente en una finca apartada de la Ciudad de La Habana, que había sido una linda hacienda antes del 1959 y luego un reformatorio para menores. Está ubicada en la carretera que conduce a El Rincón. El lugar desde que se habilitó para ingresar enfermos de SIDA estuvo bajo vigilancia militar. Se inauguró en el año 1986.No era rara la noche en que escuchabas ráfagas de ametralladoras o los ladridos de los perros. Eran los persecutores tras las víctimas de SIDA que lograban saltar la alambrada que rodeaba al lugar. Los enfermos sufrían una discriminación intensa por parte de la sociedad y la familia. Conocí de casos a los cuales se les negó una intervención quirúrgica, una extracción dental o simplemente un beso en la cara o un apretón de manos. Eran discriminados.
Apartados y custodiados por militares. Como presos, que es en realidad lo que eran. En el año 1989 nombraron director del centro a un tal doctor Jorge Pérez Ávila- un hombrecito rubio, bajito y de andar rápido, nervioso- que estuvo allí hasta el año 2000. Le conocí en persona porque roté en el año 1993 por el sanatorio y me pareció ver a un tipo que le interesaban sus enfermos. Se llevaba con ellos muy bien. Y les prestaba todo su apoyo. Así que no fue un homosexual quien introdujo el SIDA en Cuba, sino un militar. Y los militares terminaron custodiando a los otros, estigmatizándolos tras las alambradas y evitando que escaparan de ellas. Para lograrlo se empleaban a fondo.
Era más fácil hacer circular el rumor por el país de que sólo los homosexuales propagaban la enfermedad. Ahora se sabe que no fue así.
Nota aclaratoria: El término “Maricón” no es utilizado por mí en sentido peyorativo, es sólo para romper un mito. Y como garra para la crónica. Saludos.
Recomendamos el Blog del autor de este articulo
Por: Dr. José Luis Amieiro.
No fue un homosexual quien introdujo en Cuba el AIDS ( SIDA), fue un coronel cubano que trajeron de Maputo, Mozambique, a fines del año 1985 con unos síntomas muy extraños.
Lo único que se sabía respecto al enfermo es que había sido muy promiscuo en ese país africano. El hombre llegó a Cuba muy demacrado, con una importante pérdida de peso, los ganglios de todo su cuerpo muy inflamados y con las defensas de su organismo por los suelos. El individuo tenía una amante en ese país que dio positivo a los anticuerpos y entonces, con las pesquisas, se enteraron que habían otros cuatro militares cubanos infectados con el virus. La mujer del militar en Cuba era seronegativa. O sea, no estaba infectada. Pero es que antes de este militar ya existía en Cuba el SIDA. Un chofer de camiones rastras que había estado en el continente africano, lo había traído consigo en el año 1982 e infectó a media Isla, pues no fue descubierto hasta el año 1989 en que se le manifestaron los primeros síntomas y se logró establecer a través de las famosas encuestas la cadena de transmisión. Conociéndose la época, aproximadamente, en que fue contagiado.
También un médico de nombre Frank, que estuvo en África llevó a Cuba el VIH en su sangre. En Cuba por esa época ya se tenían algunos conocimientos muy escasos acerca de la enfermedad porque enviaron a Brasil y Francia dos especialistas en enfermedades transmisibles para que se empaparan en la enfermedad, aunque parece que no asimilaron muy bien los conocimientos que allí les impartieron. Eran del IPK (Instituto Pedro Kourí), porque los primeros enfermos de SIDA en la Isla eran tratados como si fuesen portadores de una extraña patología que se contagiase por el contacto con la piel, la respiración o la saliva. Los encerraban en unas bolsas plásticas, herméticas, y los iban ingresando en el IPK; posteriormente en una finca apartada de la Ciudad de La Habana, que había sido una linda hacienda antes del 1959 y luego un reformatorio para menores. Está ubicada en la carretera que conduce a El Rincón. El lugar desde que se habilitó para ingresar enfermos de SIDA estuvo bajo vigilancia militar. Se inauguró en el año 1986.No era rara la noche en que escuchabas ráfagas de ametralladoras o los ladridos de los perros. Eran los persecutores tras las víctimas de SIDA que lograban saltar la alambrada que rodeaba al lugar. Los enfermos sufrían una discriminación intensa por parte de la sociedad y la familia. Conocí de casos a los cuales se les negó una intervención quirúrgica, una extracción dental o simplemente un beso en la cara o un apretón de manos. Eran discriminados.
Apartados y custodiados por militares. Como presos, que es en realidad lo que eran. En el año 1989 nombraron director del centro a un tal doctor Jorge Pérez Ávila- un hombrecito rubio, bajito y de andar rápido, nervioso- que estuvo allí hasta el año 2000. Le conocí en persona porque roté en el año 1993 por el sanatorio y me pareció ver a un tipo que le interesaban sus enfermos. Se llevaba con ellos muy bien. Y les prestaba todo su apoyo. Así que no fue un homosexual quien introdujo el SIDA en Cuba, sino un militar. Y los militares terminaron custodiando a los otros, estigmatizándolos tras las alambradas y evitando que escaparan de ellas. Para lograrlo se empleaban a fondo.
Era más fácil hacer circular el rumor por el país de que sólo los homosexuales propagaban la enfermedad. Ahora se sabe que no fue así.
Nota aclaratoria: El término “Maricón” no es utilizado por mí en sentido peyorativo, es sólo para romper un mito. Y como garra para la crónica. Saludos.
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Frank era ..., -hasta donde se-, un anestesista del Hospital Provincial de Matanzas. Habia estado en Africa y se infesto con una portuguesa que estaba contagida.
ResponderEliminarUn dia fueron a buscarlo al Hospital donde estaba de guardia, para llevarlo a Los Cocos.
! La que se armo !!. Mujeres corriendo a cuerpo de guardia y con "ataques".., Frank se habia acostado con medio hospital.