miércoles, octubre 05, 2005

Martha Frayde: una científica en la cárcel.

Cuatro años de encarcelamiento no han transformado el espíritu vivaz de la doctora Martha Frayde, ahora exiliada en España y por cuya liberación se alzaron prestigiosas voces de todo el mundo. Esta científica e incansable luchadora cubana, nacida en 1920, relata en exclusiva a Linden Lane Magazine (LLM) la trayectoria de su vida y su enfrentamiento a un sistema que de mujer revolucionaria la convirtió en marginada y presa política.

LLM: ¿Qué le hizo escoger la carrera de Medicina, Martha?
MF: Realmente de acuerdo con la formación y el cuidado de las lecturas, así como el énfasis que mi madre puso en la cosa literaria, yo debía de haberme ido por las letras. Sin embargo ,desde que estaba en la finca me preocupaba mucho desde muy temprana edad por las enfermedades que tenían los guajiros y como nuestra finca no estaba lejos de Mazorra – ese centro de reclusión de los enfermos mentales de Cuba, que era verdaderamente un campo de concentración- y como nosotros teníamos que para ir a La Habana , o bien atravesar Mazorra, o bien coger algún lateral, yo recuerdo que a mí se me iban los ojos mirando con horror como era que se podía tener hacinada así a la gente , e inclusive recuerdo que algunas veces en las noches en que el viento venia hacia nuestra finca ,se oían las lamentaciones y los gritos de los locos de Mazorra.
LLM: ¿De que modo influyo en usted su relación con su padre?
MF: Desde luego, las relaciones con mi padre se mantenían con un trato cordial y respetuoso, y fue un hombre de una sólida formación científica – era médico, doctor en Ciencias Naturales, en Física Matemática y el profesor más joven que tuvo la Universidad de la Habana, además de que fue ayudante del sabio don Carlos de la Torre. Cuando me visitaba le empezaba a preguntar, por ejemplo, que significaba ser loco. Mi padre me daba explicaciones de tipo científico hasta donde mi poca formación era capaz de asimilar y trataba que yo me aprendiera lo nombres científicos y vulgares de las plantas. Pero yo diría que mi padre intervino en una forma decisiva porque comprendió que yo no podía seguir con una formación intelectual sin cánones fijos. Una buena prueba de estas es que mi padre me dijo que un verano fuera al cuerpo de guardia de Mazorra, donde trabajaba un amigo , y este me permitió hacer algunas prácticas , y más que nada determinar si yo iba a tener la resistencia que se necesita para ser médico.
LLM: ¿Cómo fue su vida universitaria? ¿Cómo mujer encontró obstáculos para incorporarse normalmente a la carrera de medicina?
MF: Ya en la Universidad de la Habana era normal que la mujer tuviera libre acceso a la carrera de Medicina, aunque éramos una minoría. Sin embargo ese fue un cambio radical en mi vida. La Universidad era en ese momento un foco de inquietudes, pero yo era una estudiante que me dediqué a estudiar en mis años universitarios, bastante ajena a cualquier tipo de convulsión. Y cuando terminé mi carrera, se me dieron dos opciones: una, ser médico de un centro reformatorio para muchachas en Aldecoa o irme a ampliar mis conocimientos científicos. Opté por esta última y no me arrepiento .porque creo que la mejor manera de querer a su país es conocer otra cultura. Ya en el siglo pasado los que tenían medios económicos mandaban a sus hijos a estudias Medicina a Europa o EEUU y esa tradición perduró en la vida republicana, con lo cual el médico cubano logró, a través de un buen profesorado, una buena formación científica.
Vuelvo a Cuba a finales de 1948, llena de ilusiones, porque mi vida de postgraduada estuvo colmada de todas las facilidades que me dieron las Universidades de Montreal y McGill y gracias a las cuales obtuve conocimientos que en ese momento iban a ser un aporte para la clase medica cubana.
LLM: ¿Cuál fue su participación oficial al triunfo de la Revolución?
MF: En un principio se pensó que yo fuera Ministro de Bienestar Social, pero finalmente me di a la tarea de llevar adelante un Hospital no terminado y la Escuela de Enfermería que sería más tarde el Hospital Nacional y su Escuela de Enfermeras. Este período es uno de los más felices de mi vida intelectual por haber podido crear, junto a médicos y compañeros de otras profesiones, un hospital y una escuela que fueron modelos en Cuba en su momento.
Fragmentos de la entrevista a la Dra. Martha Frayde, conducida para la revista Linden Lane Magazine. La entrevista apareció en esta publicación en el número correspondiente a enero- marzo del 1984.
Foto de izquierda a derecha: René Portocarrero, José Lezama Lima, el P. Gaztelu, Martha Frayde, Enrique Tauler, Mario Parajón, Lorenzo García Vega, Fina García Marruz, Cintio Vitier y Eliseo Diego. Sentados: Roberto Fernández Retamar, Adelaida de Juan y Raúl Milián

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