Cada cierto tiempo, cuando en Cuba “la caña se pone a tres trozos”, la situación se deteriora y las personas comienzan a afirmar aquello de que: “lo bueno que tiene es lo malo que se está poniendo”. Los entendidos, que son mucho, comienzan el rifirrafe, ese de nunca acabar; el “déjame vértelo, Carlota, que no te lo enseño Lola”. Es entonces cuando comenzamos a hacer política de café con leche, sindicalismo de brazos caídos – donde nunca se han levantado y no hay ni fuerza para levantarlos. Soluciones de los “pan con bistec”, economía del maceta, e informaciones al pairo de los lengua de trapos.
Entonces no queda ni títere
con cabeza. Ahí le vamos contra muchas personas para las cuales, nos pueden
gustar o no, pero vamos pronto a descabezarlos. Los de aquí y los de allá, sin
mediar las 90 millas de por medio, empuñan los cuchillos y comienza la
carnicería. Esta no, porque es medio de izquierda, aquel del turbante, que ya
no se pone, tampoco porque es cherna, el otro de la guerra, menos, que de balas
no se trata. Más allá los que siempre han hecho caja, y se mueven entre dos
aguan, hablan de la concordia nacional que nunca ha existido. Todo esto sin
faltar los devotos del amarnos los unos a los otros, que saltan y muy
bien, cuando les pisan el callo. En este remandingo ya nadie sabe quiénes son
los buenos ni los malos.
Con este escenario, y el país en
calamidad pública, nos acordamos de la gobernabilidad, del derecho a la
beligerancia y de la necesidad de tumbar al régimen porque no hay de otras.
Esto después de tantos años de acuñar lo que ya se dijo: “aquello no hay
quien lo tumbe, pero tampoco quien lo arregle”.
Pero bueno, la situación obliga.
Es así que se habla de crear un gobierno en el Exilio con presidente incluido,
un gabinete interino, un Alto consejo de Sabios, escribir una Constitución con
urgencia y hasta crear una brigada de asalto, militar claro está, y de
respuesta rápida. De diálogos siempre se habla, para que los que tengan que correr,
se sumen a la actividad por aquello de “súmate a mi actividad…, muévete,
muévete”. Al final, siempre quedará Hialeah; último santuario de los
alabarderos comunistas que bien se saben el camino al exilio.
Es necesario admitir de forma
definitiva que Cuba es un estado fallido. Tras admitirlo, comunicarles a todos
los cubanos que nos encontramos en una situación de calamidad pública. Incluso a los que están en el lleva y trae
de los viajes y los que ahora mismo se alumbran con velas, cocinan con leña y
montan en carretones tirados por famélicas cabalgaduras. Pymeros, macetas,
comunistas caviar y carnívoros, cederistas y muertos de hambre ; les advierto
que se agarren de la brocha antes que se lleven la escalera. Porque el
horno no está pa’ galleticas.
En consecuencia, debemos admitir
que los cubanos tenemos el derecho a la beligerancia. Y, finalmente...,
agrupar a la oposición tanto interna como externa en un solo partido o
colectivo con suficiente capacidad de ejecución, esto constituiría el núcleo
político.
Con esto en mente, intentar
coordinar a los grupos que siempre han defendido una vía militar como respuesta
a los problemas de Cuba, y a todos aquellos que se unan; con el objetivo de
formar un brazo armado - militar preparado para cualquier conflicto y fomentar
la caída de la Tiranía.
Si no se produce un derrocamiento
inmediato, entonces…, ¡apretar el esfínter …, y darles a los pedales!
Eloy A González [22 de octubre de 2024]
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