La economía cubana [1957- 1959]
El gobierno de
Batista se desintegraba de a poco sin que se pudiera evidenciar que la
situación económica cubana era desesperante. “A pesar de la intermitente
violencia revolucionaria, 1957 fue el año cumbre de la economía cubana. A fines
de este, La Habana rebosaba de actividad, alegría y optimismo”, se atrevió a
decir Mario Lazo en su obra “Cuba traicionada. Daga en el corazón”.
La inflación era baja, fluían inversiones, la balanza
comercial era favorable y La Habana era considerada una de las ciudades más
adelantadas del planeta. Cuba, con una población de 6,5 millones de habitantes,
tenía una tasa de mortalidad infantil más baja que la de Estados Unidos, Canadá
y la Argentina. ¿Había pobreza, desigualdades? Claro que las había, pero no en
la dimensión que vendría más tarde.
En materia de bienes suntuarios, en 1959, según las
estadísticas de Naciones Unidas, había una radio cada cinco habitantes; un
televisor cada 28; un teléfono cada 38 y un automóvil cada 40. La educación
pública tenía 25 mil maestros y 3.500 la privada. Estaba en el puesto 33, sobre
112 países, en lo que atañe a la lectura diaria. Entonces, el problema en Cuba
era político, institucional, y Batista se negaba a reconocerlo.
Una sociedad moderna, o que aspiraba a serlo, no podía
contar con ese presidente que, además, era un dictador. Cerró los ojos y tomó
lo primero que se disponía a sacarlo, a patadas si era necesario. Y llegó Fidel
Castro, algo peor. Cuando Cuba, en general, se dio cuenta, había cambiado un
dictador por un tirano. Así, se fueron los gringos y llegarían los bolos
(rusos).
Yofre, Juan B.. Fue Cuba (Caballo de fuego) (Spanish
Edition) (pp. 20-21). Penguin Random House Grupo Editorial Argentina. Kindle
Edition.
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