Cierta
gozadera nocturna en algunos hospitales cubanos hace recordar el famoso filme
italiano La Dolce Vita, por las ansias de los placeres mundanos o como diría un
cubanazo a gozar que no hay más na’.
Mario,
enfermo crónico, descubrió la gozadera que se arma cuando se apagan las luces.
Comienzan los movimientos sigilosos y si alguien pregunta, se escucha la
consabida respuesta: “Voy al baño”.
Mario
explica el lujurioso movimiento a los nuevos pacientes. Les cuenta que hay
trabajadoras sexuales de “1X3 (CUC, divisa) y de 1×5 (CUC), en dependencia de
su juventud y curvas. Y hay que tener 2 dólares a mano por el alquiler de la
cama”.
Auxiliares
de limpieza, de laboratorios, de cocina, de almacén, enfermeras y enfermeros,
pantristas, participan del sexo tarifado. Por supuesto, no todas. Ni todos,
porque hay varones listos a trasmitir sus experiencias vitales a pacientes y
acompañantes.
Incluidos bisexuales y gay “que también tienen derecho y para gustos se
hicieron los colores, como dice el refrán”.
Resulta
que en los últimos años hay
predilección
de gay varones en la Enfermería.
Hasta enfermeros gay en hospitales militares donde tiempos atrás tuvieron muy restringido
su acceso.
No
toda relación sexual tiene precio. Edelmis Olano trabaja en un hospital
capitalino. También la enfermera Tomasa (nombre ficticio). Hubo química
amorosa. Coincidieron en el turno de madrugada. Edelmis quiso precisar: “Pero, ¿dónde lo hacemos? Y tampoco olvides
que tengo que atender el ascensor”.
La respuesta: “No
te preocupes. Llevo años aquí
y me las sé
todas. Tú
solo llevas tres meses de trabajo. Será en el cuarto de descanso de
enfermeros. Con uno o dos dólares
por una hora, asunto resuelto. Si no se puede, buscaremos otro lugar. En cuanto
al ascensor, a estas horas nadie lo usa. ¡Ponlo en automático!”
Se
refería Tomasa a que en los hospitales grandes por lo común hay muchos
recovecos y espacios negligentemente abandonados, por años a medio
construir o reparar, consultorios médicos
sin uso nocturno, entrepisos, sitios bajo escaleras, sótanos, azoteas, cuartos de
turbinas, electricidad. Por improvisada cama pedazos de cartones y almohadas
sobre el piso.
Sexo
con discreción y paga –secreto a voces– no es considerado acto vergonzoso,
justificado por el relajamiento de las costumbres y los bajos salarios, sobre
todo, tras el derrumbe de la Unión Soviética en 1990 que puso fin a la
subvención a la isla.
“La
vida está muy cara. Lo que hago con mi cuerpo no perjudica a nadie, al
contrario doy alegría y salud. La vida es corta, hay que disfrutarla aunque sea
en un hueco del hospital”, son expresiones escuchadas que sirven de amparo a
los trabajadores sexuales solapados de algunos centros asistenciales. Viven
intensamente con pacientes, o entre ellos, a su manera, su Dolce Vita.
Fuente:
Cubanet
*Reinaldo
Emilio Cosano, La Habana, mayo, 1943, licenciado en Filología en la Universidad
de La Habana. Ejerció como profesor los últimos veinte años de vida
laboral. Fue separado del magisterio por carecer de ''idoneidad política'', según consta en el acta de
separación
definitiva. Fue miembro del Comité
Cubano pro Derechos Humanos, y participó en la Coalición Democrática Cubana. Escribe desde
hace más de diez años
para CubaNet, a través
de la agencia Sindical Press, de la cual es director.
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