Por:
Iván García Quintero.
Cuando
Daniela, 19 años, asiste a su consulta de estomatología, además de llevarle a
la especialista que le atiende un bocadito de jamón y queso y una botella de refresco,
le entrega un billete de 10 pesos convertibles que la doctora agradece con
gesto efusivo.
Ya va
resultando raro que un paciente acuda a un turno médico y no le lleve un
obsequio al médico. Depende el estado de salud, duración del tratamiento e
interés que usted quiera le dispense su doctor.
Pan con Jamon para el Medico en Cuba |
En
enfermedades graves, los regalos van subiendo de precio. El omnipresente
bocadito se mantiene. Pero el agradecimiento se debe mostrar con cosas de más
valor. O con dinero.
Regla, 32 años, es madre de una niña a la que
recientemente tuvo que realizarle una compleja operación maxilofacial. “Si uno
quiere tener al equipo centrado en el caso de tu hijo, eso te cuesta. No solo a
los doctores, también a las enfermeras. Y cuando estás ingresada en el
hospital, hasta la auxiliar de limpieza debes hacerle un presente”.
Según
Regla, empleada en un hotel, ella les ha comprado ropa y zapatos a los hijos de
los médicos que atienden a su hija. “A veces los he invitado a comer en algún
restaurante. Constantemente tienes que estimularlos”.
Los
pacientes con tratamientos largos traban amistad con el personal médico. “Yo
tengo mi doctor, que es casi como si fuera particular. Él me cuenta sus
problemas y yo los míos. A cada consulta le llevo almuerzo. En diciembre le
regalé una pierna de cerdo asada”, comenta Joel.
Los
médicos en Cuba están muy mal pagados. Un especialista de primera gana
alrededor de 700 pesos (30 dólares). Un santero, en un mes malo, gana ocho
veces más. Si usted se llega a la calle Concordia número 410, en el centro de
La Habana, notará que desde el amanecer una amplia cola de personas espera por
Lino Tomasén, un negro gordo, cargado de collares y un tabaco en la boca. Tiene
fama de curar con sus dedos.
Tomasén,
médico graduado, gracias a sus habilidades espiritistas atiende diariamente a
más de 200 personas en su consulta. Cobra 20 pesos por persona. Pero con lo que
gana supera por mucho el salario de un médico profesional. Es tanta su
notoriedad que se rumorea que hasta parientes cercanos a Raúl Castro se ven con
él. Mucha gente recurre a curanderos milagrosos porque no confían en la calidad
de la medicina actual.
Cuando
usted es internado en un hospital se sugiere cruzar los dedos. “Mi padre
ingresó por un problema del corazón y en el hospital contrajo un bacteria
fulminante que lo mató”, recuerda Antonio. Además de poca higiene en la sala,
debe cargar con un ventilador, cubos de agua y otros avituallamientos. Los
vecinos, al verte partir, piensan que vas a un camping.
Otro
problema grave que está afectando a la salud pública es la escasez de
medicamentos y la tecnología obsoleta. En algunos hospitales habaneros, hace
tiempo no funcionan equipos de diagnósticos como el somatón.
Un
médico avezado suele tener dos opciones. Si usted es una persona de bajos
recursos, le receta medicamentos ofertados en la red de farmacias estatales. Si
desea algo mejor, le recomienda acudir con moneda dura a una farmacia
internacional.
En la
capital hay una veintena. A precio de mercado venden antibióticos de última
generación, antihistamínicos y ungüentos avanzados. A pesar del embargo, no
pocos medicamentos son de patentes estadounidenses.
Pero,
sin dudas, los salarios miserables devengados por médicos, especialistas y
enfermeras, entre otros, es la causa fundamental en el retroceso de la salud
pública. En un intento por mejorar su calidad de vida, los doctores cubanos
recurren a prestar misiones en el extranjero.
Más de
40 mil médicos andan desperdigados por varias latitudes del planeta,
especialmente en Venezuela. De una mordida, el gobierno se apropia del 90% de
su salario. Es tanta la necesidad material que a muchos médicos no les importa.
Los familiares en isla cobran 50 cuc mientras ellos realizan su trabajo en el
exterior.
Al
regreso, vuelven con miles de dólares. No siempre obtenido de forma legal. Un
médico en Sudáfrica confesó que hizo buena plata por la izquierda practicando
abortos. En Venezuela, aparte de ejercer
de médico en un barrio pobre, debe entrenarse de negociante en ciernes. El
personal de salud en el extranjero es una de las vías que alimenta las tiendas
de pacotillas que florecen en Cuba.
“También
por encargo traemos videojuegos, teléfonos inteligentes y laptops. En eso hemos
quedados, en una especie de buscavidas. Y lo peor es que no se vislumbra una
salida en cuanto a salarios se refiere. En este sector no ven con buenos ojos
subir en unos pesos los salarios a los médicos que hacemos turnos de madrugada.
Quien no tenga pacientes que te regalen alimentos, artículos de aseo o dinero,
está perdido” asegura Octavio, cirujano que alquila su viejo auto ruso después
de su horario laboral.
Aquellos
años donde la salud pública cubana era el orgullo de Fidel Castro han quedado
atrás. Para ser un país del tercer mundo, todavía podemos inflar pecho. Por
falta de asistencia médica nadie se muere. Y a los disidentes cuando llegan a
un policlínico no se les pregunta su afiliación política. Pero todos, si
quieren un trato personalizado, deben llevar un bocadito de jamón y un
refresco. Al menos.
Fuente:
Voz
del destierro.
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