¡Éramos tan sanos!
Por : Luis Cino.
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Un estudio aparecido en el
British Medical Journal asegura que fueron beneficiosos para la salud de los
cubanos el hambre y las vicisitudes que padecimos durante los años del Periodo
Especial.
Según dicho estudio, en aquellos años, debido a la drástica disminución en la
ingestión de calorías y la consiguiente disminución del peso corporal de las
personas, se redujo considerablemente la mortalidad por diabetes y enfermedades
cardiovasculares en Cuba.
También asegura el estudio que fue muy beneficioso para los cubanos que la
dieta forzosa se viera complementada por largas caminatas y los viajes en
bicicleta a los que nos vimos obligados porque la falta de combustible hizo que
colapsara el transporte público.
Para los que vivimos aquellos duros años 90, cuando parecíamos zombis a los
que, de tan flacos, las raídas ropas se nos caían del cuerpo, resulta insultante
la desfachatez de estos doctores que, si no son cretinos con diplomas, deben ser
fieles admiradores de Joseph Mengele.
¡Extraño y bien insensible modo el de estos doctores de calcular la
mortalidad! Debían explicar que en aquellos años disminuiría la mortalidad por
diabetes y enfermedades cardiovasculares, pero aumentaron los suicidios por
pura desesperanza, los devorados por los tiburones y los ahogados en el estrecho
de la Florida. Y ya que hablan de la conveniencia de combatir el sedentarismo,
cómo no, también de los ciclistas fallecidos en accidentes de tránsito o los
que mataron para robarles sus bicicletas.
También hubo muertos e incapacitados por enfermedades
propias de campo de concentración, como la polineuritis que padecieron millares
de cubanos. Las autoridades sanitarias del régimen atribuían la rara enfermedad
al abuso del alcohol y el tabaco para no admitir que se debía a la
desnutrición.
Pero supongo que los autores del estudio, científicos al fin y que solo
entienden de cifras y experimentos, no deben estar demasiado interesados en este
tema. Después de todo, se trata del Tercer Mundo, específicamente de
cubanos.
Las personas, que se iban para el trabajo con un vaso de agua con azúcar o
un cocimiento de jengibre, hojas de naranja o caña santa como desayuno, se
desmayaban en las guaguas, en la calle; los niños en las aulas, los presos y
los reclutas en las formaciones, pero es posible que no hayan sido demasiados
los cubanos que fallecieron de inanición durante el Periodo Especial.
Sé que siempre habrá alguno que diga –y tendrá razón- que en el África
sub-sahariana es mucho peor. Pero eso, al menos a mí, no me sirve de
consuelo.
Según el estudio, en la primera mitad de los años 90, la dieta de los cubanos
se redujo de 3 000 calorías diarias por persona a 2 200. Es poco, pero basta
para no morir de hambre. En 1946, la doctora Adelheid Wawerka afirmó
que “una dieta de sólo 1 500 calorías diarias es demasiado pequeña para
vivir, pero demasiado grande para morir”. Los cubanos, siempre tan
excepcionales, tuvimos a nuestro favor 700 calorías de más para sobrevivir. Al
menos según el estudio del British Medical Journal.
En realidad, estuvimos más cerca de la “inanición científica” de que hablaba
la doctora Wawerka que de las 2 200 calorías que dicen en el British Medical
Journal. Incluso hoy, debido al alto costo de los alimentos en relación a los
bajísimos salarios, no son muchos los cubanos que pueden ingerir esa cantidad
de calorías.
La dieta de los cubanos de a pie (por supuesto que no
me refiero a la élite privilegiada y a los ricos que ya hay) sigue bien
distante de las 2 500 calorías que se supone debe consumir diariamente un
adulto. Se calcula que la dieta diaria de un cubano promedio -de los que comen
viandas, arroz y frijoles y de vez en cuando, si tienen dinero, vegetales,
huevo y pollo- está por debajo de las 1 500 calorías.
El estudio del British Medical Journal considera que éramos un pueblo más
saludable en los años del Periodo Especial, cuando estuvimos a un pasito de la
olla colectiva. Pero, en vez de quedarnos como estábamos, bien flacos, con las
costillas afuera y los pantalones cayéndose, apretando el…corazón y dándole a
los pedales de las bicicletas que enviaron los camaradas chinos, en cuanto
autorizaron las remesas, despenalizaron el dólar, acudieron los inversionistas
extranjeros y Venezuela sustituyó a la Unión Soviética, nos dio por comer un
poco más y mejor y por recuperar las libras que habíamos perdido. En
consecuencia, nuestro castigo fue enfermar de diabetes y sufrir infartos y
accidentes cardiovasculares.
¡Malagradecidos que somos los cubanos! ¡Cuánto nos quejábamos del Periodo
Especial, cuando éramos tan sanos! ¿Será cierto eso de que uno nunca sabe lo
que tiene hasta que no lo pierde?
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