A
nuestros jóvenes médicos, bien estructurados, les han negado su derecho a
trabajar
Tantos
años conduciendo jóvenes a través del difícil sendero del ser buen médico.
Muchos podría decir con orgullo, han logrado serlo. Es cierto, ellos traían
consigo un buen terreno, inteligencia, valores, una buena disposición y
vocación de servicio, yo sólo estuve allí un momento de sus vidas. Aún sigo en
mi hospital, ahora con mi dolor, con mi luto a cuestas e impregnado por las
groserías que veo y oigo en mi tránsito hacia mi reclusorio, hacia mi sitio de
trabajo. Todo se parece a mi país, ese en el que ahora vivo, donde todo es
mugre, deterioro, mediocre vulgaridad…
Lacerante
la noticia, sólo el 10% de mis alumnos logran conseguir cupo para hacer
efectivo el artículo 8 de Ley de Ejercicio de la Medicina y así graduarse.
Están ¨reservados para médicos integrales¨, consentidos del presidente; los
demás envidiados y odiados –la mediocridad odia la excelencia-, que casi han
culminados los tramos de una carrera exigente e interminable, no son
venezolanos; aquellos otros, muecas profesionales medianeras que no han
aprendido el arte de examinar, son los preferidos a pesar de su abismal
carencia. Forma parte de ese igualar por lo bajo de la ideología cubana.
El
silencio antiguo de la Facultad de Medicina parece no acabar. ¿Quién debe
protestar y responder por la defensa del derecho de estos jóvenes a culminar
sus estudios sin exclusión? ¿Serán los mismos que fueron contra sus principios
coqueteando con el régimen? Nuestros jóvenes médicos, bien estructurados han
sido cercados, les han negado su derecho constitucional a trabajar por causa
ese cáncer-lista de Chávez y Tascón que aún conserva vigencia. Los han aventado
allende los mares dejándonos una horda de incultura médica que ya muestra sus
estragos.
Y
todavía hay quienes no quieren votar el 16D…
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