jueves, mayo 17, 2012

En el sector de la salud cubana las cosas no están funcionando como ha de ser.

Warhol P.
En los últimos tiempos, con frecuencia he escuchado decir lo mismo en una guagua que en cualquier cola la frase: “voy a tener que mudarme para Venezuela.”
Muchas personas hablan medio en broma refiriéndose a la atención médica que nuestro país brinda al pueblo y que adolece de ser eficiente, así como de la cantidad de médicos que se han ido a otros países a brindar servicio.
Resulta que aquí si se tiene alguna dolencia, a donde primero se debe acudir es al médico de la familia para que este remita al paciente a que saque un turno para ver a un especialista. Lo cierto es, y lo digo por experiencia propia, que ver al médico de la familia se convierte en una pesadilla.
Puedes llegar y marcar en la cola a las 7 de la mañana y salir a las 12 del mediodía con una remisión, para más tarde sacar el dichoso turno que pueden dártelo para dentro de quince días, o sea, que si tienes algo grave, en el transcurso de esos quince días puedes agravarte, y en el peor de los casos estirar la pata.
Pero ahí no acaba la cosa, puede que luego de  transcurridos los quince días llegues a tu consulta y  el especialista haya tenido algún problema personal, y  tranquilamente una enfermera te comunique que debes cambiar el turno para dentro de otros quince días.
En casos como éste, muy frecuentes por cierto, lo mejor es respirar profundo para evitar un ataque al corazón.
Cuando suceden este tipo de cosas, me doy cuenta de que no tenemos a quién dirigirnos para dar alguna queja y de alguna manera solucionar los problemas. Pero es evidente que a nadie le importa.
No hace mucho estuve en la clínica de estomatología, cada vez que me toca ir se me erizan los pelos porque nunca me va bien. Cierta vez me cortaron la encía con un separador de muelas que parecía una cuchilla, estuve media hora soltando sangre.
En otra ocasión, un empaste que supuestamente era para cerrar una muela, el doctor distraído, sin darse cuenta lo dejó caer en mi garganta, lo escupí dos horas después estando ya en casa.
Pero lo peor que me ocurrió fue en una extracción, cuando ya estaba sentado en el sillón y abro la boca para ser inyectado con la anestesia, el estomatólogo recibe una visita inesperada y se pone a conversar tonterías.
Mantuve la boca abierta durante veinte minutos, y como es de suponer más tarde tuvo la  necesidad de utilizar otro bulbo de anestesia, terminé con la boca pegada a una oreja y sin poder cerrar un ojo por tres horas, algo que contándolo ahora causa risa pero que bien pudo tener otra consecuencia.
Nada, que hay mucho que contar sobre malas atenciones al paciente.
Ya sé que en otras partes del mundo la atención médica es costosa. Pero por favor, me interesa lo que está ocurriendo en mi país y no en otras partes del mundo, y es evidente que en el sector de la salud cubana las cosas no están funcionando como ha de ser.
Y si no lo creen así, saquen un turno médico y véanlo con sus propios ojos, y si desean ser mejor atendidos, no olviden llevar a su médico una merienda.
Fuente: Havana Times
Las fotos corresponde a un hospital del sistema nacional de salud de Cuba…, el CIMEQ.

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