LA HABANA, Cuba, enero, 2012 (www.cubanet.org) -Carlos y Patricia son solo dos ejemplos de los muchos enfermos de diabetes que en Cuba han sufrido la amputación de una parte de sus miembros a causa de complicaciones críticas de esta patología, sin poder beneficiarse de las bondades de un medicamento “prodigioso” de fabricación nacional que propagandizan con insistencia las autoridades cubanas.
Con marcada frecuencia en los espacios informativos aparecen especialistas y voceros gubernamentales para dar cuenta de las excelencias y ventajas del Heberprot-p para el tratamiento de las lesiones que producen las úlceras del pie diabético, dolencia causada por graves descompensaciones de esta peligrosa y extendida enfermedad y que causa en Cuba miles de amputaciones cada año. Según las recurrentes informaciones y reportajes, el medicamento, producido por la industria biotecnológica cubana a partir del factor de crecimiento epidérmico, es altamente efectivo y logra una mejoría acelerada en esta dolencia que implica resultados fatales para muchos pacientes.
Muchos ciudadanos, bien acostumbrados a la distancia que existe en Cuba entre propaganda y realidad y sobre todo a la práctica del gobierno cubano de dar preferencia a sus compromisos internacionales ya sean estos solidarios o comerciales, y a los extranjeros en general, se han mostrado desconfiados y han puesto en duda que los enfermos cubanos puedan llegar a beneficiarse de este elogiado medicamento.Carlos y Patricia, quienes por miedo a sufrir represalias se negaron a abundar en detalles y señas personales, acudieron desde las instancias de la atención primaria de salud hasta los hospitales especializados y no encontraron solución a sus dolencias para impedir la amputación parcial de sus miembros inferiores.
Los cubanos de a pie sufrimos día a día las carencias, retrasos, ineficacias e indolencias que cunden en el sistema nacional de salud y que obligan a hacer la comparación con los ejemplos de abnegación y excelencia profesional que, según la propaganda oficial, demuestran cotidianamente las decenas de miles de facultativos y técnicos cubanos que han sido sustraídos del sistema para enviarlos a cumplir su función en otras latitudes, en las llamadas “misiones”.
El vía crucis que constituye hoy convertirse en paciente, o en familiar de uno, hace que muchos cubanos afirmen que preferirían pagar los servicios de salud antes de enfrentar las muy dudosas bondades de este sistema que se ha convertido en la cosa “gratis” más cara del mundo.
La otra cara del asunto es que muchos enfermos no necesitarían servirse o esperar por este prodigio de la biotecnología revolucionaria si los diabéticos cubanos contáramos con las condiciones mínimas para alimentarnos de la forma sana e idónea en que deben hacerlo quienes padecen esta enfermedad, algo fundamental para evitar las descompensaciones y crisis que son muchas veces irreversibles.
A pesar de esto los gobernantes cubanos siguen ufanándose de la supuesta excelencia de su sistema de salud, mientras los pacientes de las salas de angiología ven en las pantallas de los televisores instalados en los centros hospitalarios, la alharaca sobre las bondades de ese “medicamento prodigioso”, logro de la biotecnología nacional, que no ha llegado a tiempo a nuestro pueblo para impedir, o al menos disminuir, la larga y constante saga de amputaciones que sufren los diabéticos cubanos.
* Vice coordinador Nacional del Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR). Representante en Cuba de la revista Islas. Licenciado en Historia Contemporánea en la Universidad de La Habana. En 1987 comienza a trabajar como especialista principal en el Museo de Ciudad de La Habana, de donde fue expulsado en diciembre de 1991 Desde 1996 ha sido columnista y colaborador de varias publicaciones, entre las que destacan las revistas digitales Nueva Frontera, Consenso, Noticias Consenso, Encuentro en la Red, Primavera de Cuba. E - mail: elical2004@yahoo.es
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