Managua, La Habana, 23 de diciembre de 2010, (PD) En Cuba, la burocracia administra cualquier tipo de situación, incluyendo los imprevistos. Para Yordanis Bengurian Pérez, de 27 años, todo pudo haber acabado, por no acudir al hospital “que le tocaba.”
Este joven, paciente de VIH-SIDA, fue remitido por médicos de la policlínica de Managua, en el municipio Arroyo Naranjo, donde reside, hacia el Hospital Nacional radicado en la barriada de Alta Habana, del municipio Boyeros. Pero en este sitio, afirma, el especialista lo trató “peor que a un perro”.
Foto a la derecha: Hospital Nacional "Enrique Cabrera". Estado actual.
“Llegue rabiando del dolor, tenía fiebre y la pierna tumbada. En el papel de remisión decía urgente. Sin embargo, cuando la cirujana leyó la remisión, me miró. Y lo primero que me pregunto fue: ¿Cómo es que te mandaron para acá? ¿Quién te mandó?”
Me sentí desamparado,-afirma - con un dolor terrible y aquella mujer no se conmovía. Con dureza me dijo: “Bueno si decidimos operarte vas a tener que esperar al último paciente”. O sea, que tenía que hacer una cola, había siete antes que yo.”
Agrega Bengurian que al poco tiempo de haber llegado al equivocado centro asistencial, los propios médicos le buscaron una ambulancia para que lo condujera al hospital que le correspondía. “Eran como las nueve de la mañana cuando llegué al Hospital Nacional. Entonces ellos me buscaron otra ambulancia que me llevara para el hospital Julio Trigo, que pertenece al municipio donde vivo y es por tanto el que tenemos asignado.
Llorando del dolor entré al salón de operación por fin a eso de las 4pm. La cirujana que me atendió allí me dijo que ella no se explicaba el trato que me dieron en el Nacional, porque mi caso era de urgencia. Dijo que si la apéndice se me reventaba me hubiese podido costar la vida.”
En el hospital Julio Trigo, asevera con agradecimiento en su voz, lo atendieron como a un ser humano.
“Después de la operación -recuerda- me recuperé durante varios días y ya me siento bien. Pero conservo la amargura de la actitud negativa de aquellos médicos que no tuvieron compasión de mi dolor. Creo que es una actitud discriminatoria de los médicos de ese hospital, porque soy gay y paciente de SIDA,” concluyó tristemente.
Este tipo de caso no es una excepción. Se escuchan en diferentes ocasiones entre quienes deben buscar en los centros asistenciales alivio al dolor o remedio a su enfermedad. Pero este panorama dista mucho de la imagen que los medios oficiales exhiben de médicos cubanos que salvan vidas en disímiles lugares del mundo.
*Periodista independiente. Colabora para la Agencia Primavera Digital.
Foto: Hospital Nacional “Enrique Cabrera”, La Habana. Estado actual.
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