Galenos y Rambos
El 24 de abril de 1987 arribé a Nicaragua formando parte de un grupo de médicos y enfermeros
para trabajar durante dos años como internacionalistas. Éramos unos 20 en total
e inmediatamente nos trasladaron a la muy conocida Villa Nejapa, otrora Mega- Posada enclavada en la Carretera vieja a
León, ahora devenida en albergue colectivo para el personal de la Misión Médica
Cubana localizado en la capital.
La así llamada Revolución Sandinista había dado al traste
con la dictadura somocista en julio de 1979 y lejos de promover un proyecto
social viable que aglutinara a toda la sociedad nicaragüense y proveyera la
necesaria justicia social para aquel país,
apostaron por destruirlo, echándole mano a las conocidas recetas
incendiarias y el discurso demencial de su inspirador caribeño.
Pero llegué allí, como suele llegar alguien ávido de
servir al prójimo. Contaba con una
adecuada preparación profesional y creyéndome que solo con el buen hacer y la
nobleza de intenciones bastaba. Estaría durante dos años trabajando como Especialista
de Medicina Interna, aun cuando mi formación era como Especialista en Oncología.
Al día siguiente nos reunieron en un estrecho local donde
aparecía colgado de la pared un mapa de grandes dimensiones del país. Un
funcionario de la Embajada Cubana comenzó su charla. Aquel arrogante lejos de
explicarnos las condiciones higiénico-epidemiológicas y las características del trabajo que íbamos
a desarrollar, hizo un pormenorizado
análisis de la situación política de Nicaragua bajo la férula sandinista para pasar de inmediato a explicar la
situación militar de un conflicto, que los expertos por aquel entonces llamaban
de “baja intensidad” . En realidad, allí se estaba librando una
Guerra Civil de “baja intensidad”;
pero que desgastaba a ambas partes en el
conflicto y al país en su conjunto.
Dos días estuvimos limpiando los cuartos sucios de
aquella Villa-Posada, situada en medio del campo y teniendo como proximidad un
campo de pelota (Basseball) y un Cementerio. Nadie decía nada, pero aun faltaba
lo mejor.
Hospital "Bernardino Diaz Ochoa" Granada, Nicaragua. Lugar donde trabaje como medico especialista en el 1987 |
Al cuarto día el Jefe de Brigada nos ordenaba que nos
alistásemos para recibir el módulo militar. ¿Módulo militar? , ¡Eso si era una
sorpresa! Fuimos llevados en un Ómnibus tipo “aspirina’ hasta una Unidad Militar enclavada en la ladera de una
montaña, muy cerca de lugar donde vivíamos. “Serranillas”, así se llamaba el
lugar y era el campamento principal y sede del mando militar de las tropas cubanas
en Nicaragua. Superados los 3 niveles de postas
conformada por soldados nicaragüenses y cubanos, llegamos al almacén
donde nos proveyeron de trajes militares
de campaña, botas, casco, mochila completa, fusil de asalto AK-47M y 380 balas..,
¡ah y la bayoneta! Nuestra brigada además contaba con una caja de granadas y un
lanzacohetes RPG-7 con su dotación de cohetes antitanques.
Dos semanas después de llegar a Nicaragua ya estábamos
estrenando nuestra indumentaria militar
y equipamiento, a la par de que habíamos comenzado nuestras actividades de
asistencia médica laborando en el Hospital de Granada, tercera ciudad en
importancia de Nicaragua. Marchas,
prácticas de tiro, ejercicios de asalto y camuflaje. En las estribaciones del
Volcán Santiago, con la cara tiznada y arrastrándome según las instrucciones
dadas por el sargento, me había convertido en apenas un mes de Galeno en “Rambo revolucionario e internacionalista”; presto a combatir a
los Marines que intentaran pisar la Patria de Sandino. Raros mimetismos los que
provocan los comunistas; había salido de Cuba como Medico y días después, además de trabajar como tal, me arrastraba por las escarpadas laderas del
Mombacho como un “Rambo”, cargando con mi
fusil de asalto y con los pies llenos de llagas y adoloridos.
Es que los militares cubanos padecen el “Síndrome
de Grenada”. Aquel evento que en el año 1983 enfrentó a los marines con las
tropas cubanas en la isla caribeña de Grenada; con el saldo militar y el costo
político que todos conocemos. Por eso en Nicaragua los militares cubanos siempre repetían hasta el cansancio: “aquí no puede pasar lo de Granada”.
En Nicaragua cada internacionalista era un soldado que
sumaba a la preparación militar adquirida en Cuba, el entrenamiento mensual que
se efectuaba durante todo un domingo. Además se establecía un día de la semana
para atender la “técnica’ esto es:
desarmar, amar y limpiar el AK-47M;
también revisar todo el material de
guerra.
Unos dos mil militares cubanos conformaban el personal,
sobre todo de entrenamiento, dislocado en Nicaragua por aquel entonces, a los
que se suman los trabajadores internacionalistas, funcionarios y otro personal
de apoyo o en tránsito. Había una Misión
Militar Cubana en cada región y/o departamento administrativo y un reducido grupo de la contrainteligencia
militar localizado cerca del poblado de San Marcos. No tengo datos de cuantos
militares cubanos estaban involucrados en el escenario militar de forma
directa, donde se libraban los combates con la Contra. Las bajas las conté en
el Cementerio de Serranillas en septiembre de 1988: 22 bajas en combate sin
contar los que descansaban en cementerios regionales.
La estrategia se reducía a un sistema de aviso en
caso de que se produjera una invasión
norteamericana en Nicaragua y dos palabras claves: una era “Julia” escrita en un
sobre que se activaba por teléfono y al abrirse contenida todas las instrucciones para un ejercicio. La
otra clave, válida era: “Campana”. Al abrir el sobre traía todas
las instrucciones, de estricto cumplimiento en un escenario real. Como tuve
acceso a estos documentos y visité los lugares; el escenario y los eventos se
desarrollarían de la siguiente forma:
De producirse la invasión, toda la documentación debía
ser destruida. Si la posibilidad de
enfrentamientos fuera inminente, de ser posible, no participar en combates con combatientes
nicaragüenses salvo en situación extrema (¿?). Los internacionalistas, con su
ropa de combate y sus armas listas evacuarían por sus medios hasta la Hacienda La Luz en las estribaciones del
Volcán Mombacho Esta Hacienda funcionaba como un Centro de Comunicaciones de la
contrainteligencia militar cubana; de allí continuar la marcha siempre hacia el
sur hasta un punto a la derecha de la carretera Panamericana entre las ciudades
de Granada y Rivas. En aquel punto se
esperaría hasta que se agruparan el mayor número posible de elementos para continuar hasta el tercer punto a unos 4
kilómetros de la frontera con Costa Rica
en las inmediaciones de la ciudad de Rivas, Nicaragua.
El plan concebido por los militares cubanos en Nicaragua
era muy sencillo: “espantar la mula”. Salir de Nicaragua a través de Costa Rica,
atravesar ese país de norte a sur, entrar en Panamá y ser evacuado desde este
país hacia Cuba. Valiente estrategia la de huir atravesando prácticamente 3
países. Siempre me pregunté si los gobiernos de Costa Rica y Panamá aceptarían
un ejército en tránsito por su territorio.
No llegaron los marines, no hubo evacuación. Si
elecciones con “Piñata” previa para que
los gobernantes salientes se enriquecieran aún más. El resto es historia; esa
historia que resulta una mezcla cruel de
tragedia y de comedia.
Hoy el escenario es
otro: Venezuela. País gobernado por un Presidente con vocación
demencial e íntimamente ligado a la Satrapía Castro-comunista.
País-Gobierno-Demencia colectiva y punto de encuentro de nostálgicos
revolucionarios, siempre dispuestos a destruir y a recetar esa exhortación a que
“no perdamos la esperanza”; mientras
pisotean el derecho, socavan la razón, reducen la Economía a la prehistoria
productiva y sumergen a la Sociedad en el relajo ideológico.
Desde 1995 vi partir a Venezuela los primeros médicos con
“cartas de invitación” para no regresar. Con la misma rapidez con
que aumentaba la vocación revolucionaria del gobernante venezolano, aumentaba
el número de internacionalistas cubanos. Hace dos años recibí una información
de todo crédito, donde hablaba de unos 2 400 militares y agentes de
inteligencias cubanos enviados a Venezuela. Le siguieron cientos, tal vez miles
de maestros, 10 400 médicos, y ahora en fecha reciente y a solo semanas del Referendo Revocatorio; 5
075 entrenadores deportivos llegan a Venezuela para reforzar el llamado Plan “Barrio Adentro”. Estos cubanos, a
diferencias de los procedimientos en las anteriores aventuras
internacionalistas, disponen de documentación válida del país.
Es evidente que la estrategia a cambiado si comparamos la
situación de Venezuela a la que se vivió en Nicaragua a finales de los 80’s. En
Nicaragua se disminuyó el número de cubanos a medida de que se daban pasos para
la reconciliación nacional y se producían cambios políticos amparados en los Acuerdos de Esquipulas. En
Venezuela en cambio a medida que se radicaliza la situación y esta se hace más
explosiva, la presencia cubana es más
ostensible y protagónica.
En Venezuela parece no haber plan de evacuación para los
cubanos. Polarizada como está la
sociedad venezolana, sembrada la semilla de la discordia nacional, abonada esta
por el odio fratricida y ejerciéndose la violencia y el asesinato político,
como ha venido ocurriendo; este país se encamina irremediablemente a la Guerra Civil
y los cubanos allí tendrán un papel
protagónico. A la altura de los acontecimientos, no hay retiro de los cubanos, estos serán parte del
drama que veo venir. Son muchos los que
están allí, son parte del gobierno y junto a este no cejaran en el
empeño de entronizarse en el poder.
Es así que veremos una sociedad preñada de iniquidades,
transitando el camino del odio irracional, enarbolando las rebeliones como
banderas y portando los estandartes del miedo, de la autodestrucción y la
muerte. En este escenario con una fuerte presencia de extranjeros, con vocación
de carniceros parece que “tiene la
palabra el camarada máuser”, como aquel verso del autor ruso que nos
enseñaban en la década de los 60’s. Futuro de odio, tropelías y derramamiento
de sangre; horca y cuchillo que bien conocen los agentes cubanos. Para entonces
militares, funcionarios, agentes encubiertos, entrenadores y hasta médicos
devenidos en “Rambos”, harán su parte. La “soberanía
de los pueblos”, la “no injerencia en
los asuntos internos” como sabemos solo son palabras huecas que encubren
los innobles propósitos de oscuros designios.
Preferiría estar equivocado, quisiera ver a mis
compatriotas lejos de escenarios tan sombríos, inmersos en mejores quehaceres.
Pero no es así, el Comunismo nos ha envilecido y nos hemos demorado demasiado
en deshacernos de esa pútrida úlcera que nos corroe la conciencia. Quisiera ver
y así pido a Dios, una solución más
digna y promisoria para el pueblo venezolano y que puedan decidir, sin
injerencias y en Paz lo que es mejor.
Que haya un futuro en que veamos converger los intereses
de los pueblos cubanos y venezolanos bien lejos de los rencores de un sátrapa
senil y un gobernante demencial.