Un intercambio en redes – en X-, sobre
la tenencia de los pasaportes de los médicos internacionalistas cubanos en sus
lugares de destino, provocó una respuesta a una aclaración mía que constituye,
sin lugar a dudas, una indecencia que socaba mi reputación. Esta es mi
respuesta:
Estoy muy sorprendido por su intempestiva postdata con que usted
responde a mi aclaración. Su extemporánea apreciación y juicio de una
persona que usted no conoce y parte del supuesto de una nota escrita por mí
exponiendo una opinión que en nada demuestra un lenguaje inadecuado. ¿Le he
faltado el respeto? Si así lo considera, reciba mis sinceras disculpas. Tengo
77 años y desde muy joven aprendí a conducirme con decencia. Aun cuando
crecí en el despropósito del comunismo de los 60, también aprendí a no mal usar
el “tuteo”. No he estado conectado con los comunistas en el sentido que usted
lo dice, no sé usted. No lo estuve porque desde muy temprano, siendo creyente
“practicante”, como se decía en la Cuba de los 60, estaba excluido de tal
militancia y esto me llevó a un encontronazo en el Hospital donde cursaba el
3.er año de la carrera que estuve a punto de ser depurado.
Y no, no he sido la misma
“mierda” que los comunistas, porque siempre me dediqué a estudiar y a
enriquecerme con mejores cosas como eran la Fe y todo lo que es de buen nombre.
Cargado de contradicciones y temores, siempre procuré lo verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo y lo amable en un país donde muchas de estas cosas habían sido
desterradas. Me precede la decencia y en esto pienso. En mis agudas cuitas, y
angustiosa contienda, nunca se me trató con la maledicencia que usted ha usado.
Ni en los momentos peores momentos de tratos crueles y degradantes por parte de
las autoridades, ni en los largos interrogatorios en Villa Marista, ni en mi
detención, ni en las sucesivas citaciones, ni en los actos de repudios, recibí
tales vilipendios como los que usted, en dos líneas, me ha endilgado. Pienso
que usted ha tenido un mal día, ¿quién sabe por qué?, cómo para expresarse así.
Muchas veces comparto ideas en
las redes, pero antes lo hice y lo sigo haciendo escribiendo habitualmente en
los medios desde que llegué a este país como refugiado político, después de
haber sido objeto de todo tipo de tropelías en mi país. Nunca hago uso
del insulto, las groserías y los desplantes. Las ideas se sostienen
pertrechados de la virtud.
Y claro está, me formé como
médico especialista en Oncología, profesor instructor de Farmacología de la UH,
y fui a Nicaragua como Médico Especialista (designado) en Medicina Interna. No
fui con “un título autorizado para matar”, como dice usted. Visto en el tiempo,
me siento orgulloso de cómo trabajé y cómo honré mi profesión que bien
dignifiqué, atendiendo a tantas personas menesterosas.
Por último, asumo su mal
momento como para endosarme el calificativo de “sapingo”, que alude a un
“insulto despectivo del argot juvenil callejero”. Sea como fuere, el
significado de esta expresión despectiva, sepa usted que yo nunca le responderé
con algo así. Porque sea cual sean sus malsanas dedicaciones, usted merece todo
mi respeto como: mujer, médico y cubana.
Le dejo mi nombre al final,
para que, tanto usted como muchos que leerán esta respuesta, puedan
“informarse” y también le dejo mi más alta consideración y respeto para usted,
todo esto de,
Dr. Eloy A González.
PD ¿Por qué he escrito tanto?
Siempre hay una oportunidad para escribir una entrada en mis blogs o mis redes
sociales.
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18 de abril de 2025